viernes, agosto 31, 2007

OBREROS DE ARTE

Ayer os hablaba de mamadas en la oreja de Bush y hoy de una calavera humana de platino y con diamantes incrustados (1.106,16 quilates) ideada por un tal Damien Hirst y que al parecer ha sido comprada por 74 millones de euros por “un grupo de inversión no identificado” o George Michael, millonario cantante, según fuentes algo turbias.

Lo cojonudo es que el tal Hirst -que se hizo millonario exponiendo tiburones en formol o "Pareja muerta follando dos veces", dos cadáveres de un toro y una vaca flotando en formol- no es el autor de esta inmoral sandez. La calavera fue fabricada por Bentley & Skinner, conocido joyero londinense. Hirst "ideó", pero no pegó ni una pieza del costoso cráneo.

Como el lienzo, la arcilla, la piedra o el diamante no es nada cool, el caradura de Hirst reconoce que, como en el caso de la calavera, el trabajo manual en sus “obras” las deja para sus "obreros".

En otro lugar del mundo, en la Escuela Nacional de Arte de Sydney, unas polémicas obras fueron mostradas en una exposición del premio Blake de arte religioso. Entre ellas destaca la escultura de una Virgen María cubierta con un 'burka' y un lienzo de un Jesucristo clavadito a Bin Laden.

La autora de esta obra, Priscilla Bracks, dijo que no tenía “ninguna intención de causar controversia”. Qué chaconada, no me digan.

Definitivamente, además de días de ilustres pérdidas (Penella, Umbral, Villalonga y un futbolista muy joven que no tenía el gusto de conocer) esta semana ha sido la del pseudo arte estúpido y del falso escándalo.

jueves, agosto 30, 2007

Felación en oreja de Bush

Este collage de George W. Bush en el que se cuela alguna felación (observen su oreja derecha) fue realizado por Jonathan Yeo después de que la Casa Blanca prescindiera de él como retratista.

Según el diario 'The Sun', el pedido lo hizo la Biblioteca Bush, pero los comisarios de esa institución se rajaron y Yeo decidió seguir a su manera, que no es otra que buscando fragmentos de imágenes porno de más de un centenar de revistas guarras para componer la cara de Jorge Matojo, alias Bush.

Lo curioso es que el rebelde Yeo fue muy formalito cuando hizo el retrato por encargo al poderosísimo magnate Rupert Murdoch, que posó para el pintor en su estudio londinense. En esa ocasión, Yeo, que visitó y estudió a Murdoch en Los Ángeles y Nueva York, no dibujó mamadas y orgasmos en la orejas del dueño del mayor imperio mediático mundial y cobró muy bien por su encargo.

Se portó, en definitiva, como un correcto pintor de corte y su trabajo gustó mucho al soberano de los media, los verdaderos imperios de hoy.

El retrato de Bush, por supuesto, ha causado indignación entre los republicanos y el pintor, por supuesto, se ha hecho famoso hoy en toda la prensa, que, por supuesto, ha comentado y propagado el “escándalo”.

Pero, ¿y mañana? Pues a otra cosa mariposa, paz y después gloria. Realmente, ¿a quién escandaliza esta sosería? Ya no hay escándalos, ya nadie lo logra, ni milita en él. Ya lo dijo un triste y apagado André Bretón, padre del surrealismo, ante el gran Buñuel: "Es triste, mi querido Luis; pero el escándalo ya no existe".

martes, agosto 28, 2007

EL ÚLTIMO SUSPIRO DEL CINE

“No creía que el cine terminara, y estoy viendo que sí. Estamos en una crisis que comenzó en los setenta, y que ha incrementado el ordenador creando un espejismo de gran espectáculo, que no es tal. El cine que conocimos, la ilusión de ir al cine, ha muerto”. (Carlos Pumares)

Tras mi experiencia como bloguero de cine en el diario Periodista Digital, del que escapé corriendo por razones morales y personales, regreso a este blog personal que abandoné. No sé bien qué hacer ahora…

El cine ha sido parte fundamental de mi vida desde crío. Siempre me ha acompañado en soledad y en sociedad. Hoy, tras el visionado y disfrute de miles de películas, tras una rica experiencia en revistas de cine, editoriales y prensa de papel u online, tras mis vivencias en rodajes, tras conservar empecinadamente la fe en ver buen cine, me apetece escribir lo que muchos piensan pero parece darles pudor: el cine, como lo conocimos, se muere.

Y aun así, y aunque hace siglos que no piso una sala de cine, sigo revisitando clásicos y buscando formas de vida inteligente en la cartelera.

Mientras decido mis siguientes pasos en la blogosfera, sigo pergeñando mi libro EL ÚLTIMO SUSPIRO DEL CINE, un ensayo sobre, entre otras cosas, lo que he rescatado de Pumares: “El cine que conocimos, la ilusión de ir al cine, ha muerto”.

Hasta pronto.