jueves, octubre 27, 2011

El rebaño

Como diría Vito Corleone, no me meto con la manera de ganarse la vida de la gente, cada uno a lo suyo, pero hay cosas que dan mucha risa. Hace poco leí un anuncio que ofrecía, como algo maravilloso, como la vacación ideal “Pastar cabras”. Como lo leen.

Contaba el anuncio que gracias a su oferta el cliente podría “vivir por unas horas la experiencia de ser pastor. Ahora tenéis la oportunidad de visitar las montañas de la mano de Sergi, un joven pastor. Disfrutar de una comida cerca de la granja y luego a pasturar. Con Sergi y su rebaño de cabras viviréis la experiencia de su ancestral oficio, así como el sacrificio que conlleva su día a día. Para terminar la jornada, podréis jugar o muñir a las cabras”.

¿El precio? 600 machacantes por pareja para estas vacaciones de esfuerzo, vacaciones de cuadra, barro, mierda, leche y una buena riñonada pastoril. Lo último. Lo más de lo más. ¿Por qué extraña asociación de ideas alguien presupone que ser cabrero es algo apasionante, que ese curro aburrido y machacante es una experiencia única y auténtica? ¿Qué va a ser lo siguiente, aprende la experiencia ancestral de se limpiador de pozos? ¿El bello oficio hereditario del deshollinador?

lunes, octubre 17, 2011

viernes, octubre 14, 2011

Now is our time

El sistema, y permítanme que use esta palabra tan sobada, es como un invisible extraterrestre de La invasión de los ladrones de cuerpos: se hace con un cuerpo (social), imita su voz y sus movimientos y lo convierte en un ser sin sustancia, sin alma, en un guiñapo. ¿Que parte del mundo se rebela contra “los mercados”? Estudian el ambiente, se acercan a su víctima y crean campañas ligadas a esa rabia, a esa indignación.

La multinacional Levi’s ha lanzado una campaña global de marketing llamada Go Forth, “llamamiento a la unión y la lucha por un mundo mejor”. Según los sus cerebros creativos, la campaña parte de la base de que “no estamos en un momento fácil para los jóvenes, pero es el que nos ha tocado: Now is our time”. Su masturbatoria explicación no tiene desperdicio: “El ADN de Levi’s (sic) es un mensaje cargado de optimismo juvenil y energía pionera. Ahora este mensaje va a ser escuchado por gente de todo el mundo. Go Forth es más que una idea de marketing, es un llamamiento a la unión y el cambio. Ahora más que nunca el mundo necesita gente visionaria y pionera que crea que todo es posible. Para los jóvenes de hoy en día el optimismo es poder”. No contentos con esta mierda, Levi’s se ha meado en la tumba de Charles Bukowski. El spot de Levi’s para esta infecta campaña “se basa” en el poema The Laughing Heart, escrito por Bukowski.

En la mandanga Go Forth no se citará, claro está, los cierres de factorías Levi’s en Europa y Norteamérica mientras se abren nuevas fábricas en el Tercer Mundo, donde no les cobran impuestos y pagan salarios de hambre de 40 dólares mensuales. Es más rentable irse a Filipinas, Tailandia, Srilanka, Polonia, Indonesia, Singapur, China, Corea o Hong Kong. Que les vengan con el Go Forth a los miles de trabajadores despedidos en California o en Canadá. A todo esto lo llaman “deslocalización”, pero sólo tiene un nombre: aprovecharse del hambre.

Hagamos un ejercicio de ciencia ficción. Supongamos que mañana se anuncia el fin del mundo. Certero, seguro, sin solución posible. El final de todo. Estoy seguro de que Levi’s, coherente con su demencia, lanzaría una última campaña global de marketing basada en un “llamamiento a la unión ante el fin del mundo”. Y sus cerebros creativos escribirían antes de cerrar la agencia: “Estamos en el momento final, pero puedes despedirte ajustándote unos Levi’s . Now is our time”.

Por cierto… escribo todo esto después de haberme puesto cómodo. Después de haberme quitado mis vaqueros. ¿Adivinan de qué marca?

lunes, octubre 10, 2011

Adiós a Félix Romeo

No tengo nada que decir en lo personal porque no lo conocí pero los obituarios, algunos más cursis que otros, han coincidido en que Félix Romeo era un buen tío y sobre todo una enciclopedia con patas. Yo lo disfruté durante años en su estupenda página dedicada a la literatura en el suplemento cultural del Abc. Murió el viernes pasado fulminado por un ataque al corazón. Sólo tenía 43 años.

Romeo, al que descubrí en el programa La Mandrágora, era uno de esos apasionados de la literatura (además del cine y del cómic) que sabía contagiar su disfrute, una especialidad no tan sencilla como puede parecer. Hay muchos catadores de literatura que son auténticos muermos y él nunca lo fue. Supo lo que es tenerle respeto al lector. Conocía el ritmo, la estructura, los giros y la cadencia de los buenos articulistas. Me guardaba muchas de sus páginas para recordar lo que recomendaba con un entusiasmo difícil de encontrar en otros muertos vivientes del gremio. Pocas veces se equivocaba Romeo. Y un día desapareció su página y el cultural del Abc me pareció mucho menos interesante.

Dicen que fue un gran comedor, un gran lector, un gran conversador y un gran discutidor, cuatro cualidades que tampoco son baladíes y para las que hay que valer también. Fue, dicen sus conocidos, un gran animador cultural, siempre metido en mil salsas, siempre apoyando a los que empezaban en esto de darle a la tecla.

Ahora me queda hincarle el diente al la literatura que él escribió, no la que recomendó. Sus novelas se llaman Dibujos animados, Discotèque y Amarillo. Descanse en paz.

jueves, octubre 06, 2011

Lo llaman periodismo y es propaganda

Tras las protestas de los trabajadores de RTVE y de la opinión pública, el Consejo de la corporación dio marcha atrás en su intención (por iniciativa de la pepera Rosario López Miralles) de controlar los Telediarios. Los únicos consejeros que votaron en contra de la propuesta fueron los de de IU y UGT, lo que nos da una idea de que la mordaza bipartidista y nacionalista no descansa y sigue haciendo de las suyas en la tele que pagamos todos. A los consejeros que apoyaron la medida y a los que se abstuvieron no les quedaba otro remedio que dimitir. ¿Adivinan? Sólo uno lo hizo, el resto sigue calentando poltrona. España, señores.

Y no crean que este episodio avergonzó a los que trabajan en TVE, y razones tenían para ello. Enseguida aparecieron algunos presentadores y responsables de TVE sacando pecho y haciendo declaraciones rimbombantes, a lo Walter Burns en Primera Plana. Sin ir más lejos, Santiago González, máximo responsable del Ente, dijo: "Como periodista siempre pongo por delante la Constitución, el artículo 20, y en ese sentido, el respeto a la pluralidad, la independencia del trabajo profesional. Esa ha sido la bandera que hemos intentado llevar bien alta estos años a través de los informativos". Guau, una bandera…

González olvidó un pequeño detalle en esta soflama: en este país de democracia aparente la ley obliga a TVE a repartir tiempos entre los partidos. Aquí la Junta Electoral arbitra entrevistas y debates a golpe de cronómetro, la propaganda va primero y la información va después. Si va. En España la Junta Electoral edita los telediarios. Así que menos enorgullecerse por la integridad de nuestros redactores televisivos y por la libre información porque ese cuento ya no cuela.

En TVE sólo existen PP y PSOE y para el resto, auque tenga una gran masa social detrás y presente iniciativas importantes, se les da las migas o no se les da nada. Lo saben bien UPyD e Izquierda Unida. Recordemos que la Junta Electoral decide qué debates políticos se emiten, manda sobre los líderes que van a las televisiones (no sólo a TVE) y resuelve cuántos minutos dedican a informar de los mítines. Y como puntilla para los “informadores independientes” los grandes partidos prohíben a las televisiones meter sus cámaras en los mítines. Son sólo ellos los que distribuyen sus imágenes manipuladas, montadas. En los informativos vemos propaganda, no información.

Así que menos sacar pecho y más agachar la cabeza, TVE. Ustedes, y otros como ustedes, los de otras televisiones también vigiladas y amamantadas por los grandes partidos, ya sean privadas o autonómicas, han aceptado esta mordaza y no han hecho NADA contra ella. Y en noviembre asistiremos a una nueva pantomima. ¿Se imaginan a un director o editor de prensa teniendo que publicar lo que un partido le dice lo que tiene que publicar, un reportaje escrito no por un periodista del medio sino por uno de sus esbirros? Yo no, ardería Troya. Pero en las teles de este país chitón. A callar. Escrito el sábado 1 y lunes 3 de octubre de 2011.

lunes, octubre 03, 2011

Buscar lo sublime y perderse en el cliché

Me gusta mucho una declaración que hizo Francis Ford Coppola: “En esta vida lo peor que se puede ser es pretencioso. No hay nada peor que ser pretencioso”. Y, ojo, lo dijo en el rodaje de Apocalypse Now, una de las obras más pretenciosas y más redondas del cine. Creo que Coppola, líder de una generación de cineastas norteamericanos a la que perteneció Terrence Malick, quiso decir que si quieres hacer algo hermoso siempre es necesario tener pretensiones, pero si finalmente resultas un pretencioso la has cagado, amigo. Paradojas de la vida.

Para mí no hay nada peor. Ni alguien descaradamente comercial, ni un plagiador sin personalidad superan a un pretencioso. Y eso me sigue pareciendo Terrence Malick.

Aunque en el Festival de Cannes obtuvo la Palma de Oro, su nueva magna obra venía con olor a chamusquina. Sean Penn, actor en la película, declaró: “La emoción que sentí al leer el guión (firmado por Malick), el mejor que he leído en mi vida, estaba ausente de la pantalla. Una narración más transparente y convencional hubiese beneficiado a la película sin restarle belleza ni impacto. Para ser sinceros, aún me pregunto qué estoy haciendo yo ahí". Una de dos: o Penn estaba distraído cuando leyó el guión o Malick acabó haciendo (en el rodaje y en el montaje) lo que le dio la gana. Aunque me quedo con lo segundo ante el disparate visto en pantalla, mejor me baso en la película estrenada y no en conjeturas, mejor me baso en una película pomposa que se atreve a hacer una pobre divagación sobre la creación y que se pregunta, vanamente, qué sentido tiene el dolor humano comparado con la inmensidad y belleza del Universo. Casi nada.

Malick no sólo es pretencioso, además es un tipo que va de trascendental, uno de esos supuestos genios del cine que consideran que la narración convencional o el cine narrativo se basa en una interpretación cerrada. No es verdad. Si a estas alturas no nos hemos enterado de que la ambigüedad se puede lograr sin aburrir y confundir mal vamos. Y encima Malick es un trascendental de tercera porque no se atreve a desnudar de narración a su película. Sin ir más lejos, las voces en off (irritantes susurros) siempre subrayan, explican. Malick, el sermoneador, no ha tenido narices de ser realmente audaz. Y además es un cursi.

Hay quien ha dicho que El árbol de la vida recuerda a 2001. Mal dicho. 2001 está compuesta por cuatro actos cristalinos y lineales y sólo el último es bizarro y difícilmente explicable para el espectador medio. Kubrick jamás ganó una Palma de Oro o un Oscar como director. Kubrick no hacía películas para agradar a los estetas y críticos. Malick sí.

En esta peli para onanistas de cineclub todo vale, toda interpretación puede ser posible. Las imágenes de la lava destructora son bellas, como lo es un meteorito que arrasa con el planeta y acaba con los dinosaurios. Malick muestra belleza en la demoledora naturaleza y aprovecha también para enfangarse en los clichés más horteras y babosos: un padre tocando el pequeño pie de su bebé, el mismo padre enseñando a plantar un árbol a su hijo haciendo que palpe la tierra húmeda, paseos al atardecer de gente por la playa, pies mojados de señoras en un verde césped… Imágenes pasteleras hasta la arcada. Casi publicitarias, como de anuncios de muebles suecos. Y el final, en la playa, es un disparate, de una cursilería imperdonable.

Hace años que Malick entra con carné VIP en el garito de los llamados CREADORES, ese club privado y elitista donde no importa que tus caprichos estéticos destrocen una historia, donde lo primero son tus reglas y luego la coherencia narrativa, donde el llamado “mundo propio” lo ahoga todo, donde no hay directores o escritores sino “visionarios”. Un club de gente ABURRIDÍSIMA.

José Luis Guerín, que no es precisamente un director de cine de acción, ha escrito lo más atinado que he leído sobre El árbol de la vida: "No comprendo esa retórica de lo espiritual que precisa de imágenes National Geographic con cataratas, nubes aceleradas y grandes paisajes con fondos musicales sublimes. No entiendo cómo se puede ir tras lo sublime de ese modo. Me parecen clichés new age muy próximos a la publicidad. Una simple tetera humeante en un encuadre de Ozu contiene mayor trascendencia y misterio que todo The tree of life". Totalmente de acuerdo. Escrito el domingo 3 de octubre de 2011.