viernes, junio 29, 2012

MEDIOCRACIA

Estaba en el pueblo, de copas. Se notaba que no había lana, que la gente estaba canina. Poco trajín en las barras y en las terrazas. Y lo más sorprendente: no había juventud. Un flautista de la Baja Sajonia, Alemania, se había llevado de las calles de pueblo a la chavalería, hacinándolos con cocacolas y vino peleón en garajes o bares desahuciados que alquilaban a escote. Mientras le daba a mi primer gintonic, mi amigo Paulo (vamos a llamarle así) me dijo: “Mira a tu espalda”. Me di la vuelta y vi a una conocida, una muchacha de mi edad que siempre ha sido muy gris. Iba emperifollada, parecía venir de una misa gitana, su aspecto era un disparate estético. “Pues ahí donde la ves… es la nueva concejala de cultura”, me dijo Paulo con media sonrisa y chocando su cerveza con mi vaso con ginebra. Ya saben cómo va esto. Lucía estaba en las listas del partido ganador por el pueblo y le tocó la lotería. No tiene idea puta de lo que es la gestión cultural y habrá leído tres libros en su vida, pero Lucía tiene despacho y sueldo por lo menos por cuatro añitos. 

Días más tarde también estuve de gintonics con mi amigo Manolo (vamos a llamarle así), redactor en una revista de generosa tirada. En el segundo cacharro me dijo: “Reguera, a nuestra edad, y tal y como veo nuestros oficios, he llegado a la triste conclusión de que nunca tendremos pasta. Lo que se dice PASTA”. Parece una frivolidad, pero me dio pena escuchar eso. Primero porque tenía razón y segundo porque Manolo tiene talento, mucho más que decenas de mediocres juntaletras, dueños o gestores de medios de comunicación, de mandamases, de trincadores, de enchufados, de señoritos y de chupapollas. Pero lo que Manolo no tiene, y por eso está donde está, como yo, es la necesidad de hablar de pasta, de lucirla, de moverla, de multiplicarla, de enseñarla, de buscarla, de olerla, de rastrearla, de hablar siempre de ella.

Conozco a camareros, a teleoperadores o a seguratas con talento, me relaciono con gente que se gana la vida con la prensa, la publicidad o la tele con talento. Están por debajo. Su sociedad les ha puesto por debajo de la concejala de cultura que estaba en las listas de la derecha. Aunque da igual si estaba en las de la izquierda, el centro, los transversales o los colaterales. Me la suda. Hemos regalado el país a los seres más insignificantes haciendo de nuestro país un lugar insignificante.

Volví al pueblo donde me emborraché con Paulo. Y volví a dormir la borrachera en la casa de mis pares. Ellos tienen un vecino. Es fontanero. Está prejubilado. Tiene tres hijos en paro. Y tiene cáncer. Y se acaba de comprar un Mercedes que cuesta diez millones de las antiguas pesetas. Y todavía hay gente que cree que de esta salimos.

jueves, junio 21, 2012

Suena mejor gratis

Cuando vi este anuncio en el muro de Facebook de Ricardo Texidó Medina, músico, director artístico y productor de sonido, me quedé a cuadros. Las multinacionales como Nokia y Robafone siguen usando, con una jeta suprema, el producto de otros para hacer su negocio. Y lo hacen animando a sus clientes -que pagan religiosamente por su modelito Nokia- a consumir productos de otros (música en este caso) totalmente GRATIS.

El slogan se las trae: “La música suena mejor cuando es gratis”. Nokia y Robafone no tienen vergüenza y son muy listos, porque saben en qué país hacen la campaña. En España está bien visto no pagar nada por la música de otros, el todo gratis está respaldado y premiado socialmente. Te dan una palmadita por machote, por no gastarte un duro en música mientras en la barra pides otra ronda de cubatas, a siete u ocho euros por copazo. Somos así, una sociedad que prefiere gastarse un dineral en la última pollada tecnológica o en ocio nocturno pero abandona las librerías, las tiendas de música o los cines.

Y dentro de esta amplísima pandilla del yo-siempre-todo-gratis, los peores son los cursis, quizás lo más insufribles. Me refiero a los poetas del arte libre que te sueltan la frase hecha por excelencia: “NADIE VA A ACABAR CON LA MÚSICA porque es algo específico del ser humano, y el que tenga algo que contar cogerá su guitarra y tocara, porque lo lleva dentro”. En este país, cainita hasta la nausea y envidioso casi hasta ser violento, se sigue mostrando con orgullo pisotear el trabajo de los autores y los productores pequeños y medianos, que son la mayoría, que nos son los millonarios de Miami.

Me alegra saber que precisamente un grupo de Facebook llamado ‘No a Nokia La Música si es gratis, suena mejor’ ha logrado que la empresa retire la campaña en España. Tal ha sido la presión y el canguelo de la multinacional, que Chris Weber vicepresidente internacional de ventas y marketing, ha contestado a la administradora del grupo asegurando que la campaña “ha terminado” y que todas las opiniones “serían tenidas en cuenta en futuras campañas”. Felicidades. Escrito el sábado 16 y el jueves 21 de junio de 2012.

viernes, junio 08, 2012

SIN DEFENSAS



Hace días Javier Marías le dijo a Pérez-Reverte: “¿No te das cuenta de que nos vamos a morir y este país no va a haber cambiado esencialmente del que conocimos cuando nacimos en 1951, en pleno franquismo?” Marías, que es muy futbolero, lo ha comentado a la revista Jot Down. Y dijo más: “Durante el franquismo un alcalde, un ministro o la policía podían cometer una arbitrariedad y no había nada que hacer, había que aguantarse. Ahora es un poco lo mismo”.

Tiene razón. La “Transición Suave”, esa engañifa, nos pidió aquello de la “libertad sin ira”. Y de tan poca ira hemos acabado acojonados, callando y otorgando, limitándonos a hacer aspavientos en la barra del bar, antes de otro partido súper trascendental de la muerte para nuestra nación.

Y nada, no hay manera, no consigo emocionarme. Este año no me apetece el rollo de La Roja. Todo lo que rodea a la selección este año me parece fuera de lugar. No voy a poder con el lorololó-soy-apañol-apañol. ¡Y encima con himno pop de David Bisbal, señores!

Ya es mala suerte que me pille esta Eurocopa con la guardia baja, jodido de defensas, fatal de patriotismo y tan desmotivado para la cosa grupal. Mi grupo ha demostrado ser un país bruto y patético, de gente que se está dejado desollar por sus representantes. Lees un periódico y te quedas pasmado del bajísimo nivel de esta democracia “de baja intensidad”. Un país de mierda, vamos.

Alguno me acusará de mezclar, de demagogo. ¿Qué tendrá que ver nuestra selección con todo eso? Pero no soy yo el que mezcla, el furor futbolero siempre se ha mezclado con el furor patriotero y tribal. España es un país donde algunas de sus carreteras arden por la protesta minera mientras sus periódicos protestan porque no se van a poner pantallas gigantes en Donosti para ver a La Roja. ¿Quién mezcla entonces? Sí, la selección vuelve a representar al país. A un país impresentable.