
Habría que inventar la deuvedeteca pública. A falta de imaginación y de consejo de un lingüista me conformo ahora con este nombre. Habría que ofrecer al ciudadano un lugar donde descubrir o recuperar gratuitamente el cine mudo, las vanguardias de los veinte, a los grandes clásicos que conformaron el lenguaje del cine, a los que en los sesenta lo transformaron, al cine de festivales o a nuestro cine.
¡Y lo fácil que sería! En España se editan unos 6.000 libros al año, un volumen que pocas bibliotecas pueden asumir. Pero se producen como mucho, y ya son demasiadas, 150 películas. La deuvedeteca podría hacerse con todas ellas, además de otras muchas extranjeras. Y debería, además, hacerse con ellas GRATIS. Porque la gran mayoría de las películas producidas en España están subvencionadas por todos nosotros. Es decir: por los que disfrutaríamos de la peliteca pública. Estoy hablando de un intercambio de películas legal: hemos ayudado a financiar tu peli y ahora nos la vamos a ver gratis en la peliteca pública del barrio. ¿No sería justo y genial?
Igual que es accesible y gratuita la obra de Quevedo o Reverte, también debería ser accesible y gratuita la obra de Buñuel o de Almodóvar. Y con más razón: Los españoles no financiamos a Quevedo pero sí a Almodóvar. Pero, ay amigos, en un país donde se recauda por derechos de autor hasta en los colegios y donde la ministra de cultura es uno de los miembros más activos del lobby peliculero esto nunca será posible. Escrito el domingo 20 de enero de 2011.
Existiendo Internet es una opción obsoleta. Mucho gasto en material y en gente y no hay tanta demanda.
ResponderEliminarDe todas maneras que hasta los videoclubs fueran un servicio público es algo triste; nos convierte en un país de funcionarios. ¿O ya lo somos?