Volví a ver el documental que Diego Galán dedicó a Pablo Del Amo, uno de los montadores más respetados y recordados del cine español. El poderío y la agenda de Galán, capo en más de una década del Festival de cine de San Sebastián, se palpa. Están todos: Erice, Saura, Gutiérrez Aragón, Armendáriz, Almodóvar, Picazo, Querejeta, Fernán-Gómez... Todos coinciden en la meticulosidad de Del Amo, su dignidad, su honradez y también en su seriedad y sus malas pulgas. Cuando Galán le pregunta si montó algo contra sus principios, responde categórico y cabreado: “¡JAMÁS!”.
Del Amo, que casi toda su vida trabajó empalmando fotograma con la Moviola y dejándose los ojos, conoció el AVID, avanzado sistema de montaje digital que cambió para siempre la edición de películas. Pepe Salcedo, conocido montador y que fue su alumno, le pregunta en el documental al maestro por el AVID. Respuesta: “Es demasiado… rápido. Por su culpa hemos dejado de… reflexionar. Es demasiado… fácil. Somos artesanos. Si dejamos de serlo, estamos jodidos”.
Hoy cantidad de oficios y formas de expresión tienen su propio AVID, tienen esa rapidez, ese “demasiado fácil”. El genial dibujante Andrés Rábago, más conocido como El Roto, declaró en una entrevista: “Yo no utilizo internet, me gusta la artesanía en el trabajo, dibujar con la mano, sin intermediarios (El País manda a alguien a recoger sus dibujos a su estudio). La tecnología digital en el uso del color lo homogeneiza demasiado: aparentemente la gama de colores y texturas es amplísima, pero no tienen la personalidad de lo hecho a mano”.
Escrito la noche del jueves 28 de enero de 2010.
El problema de ser amanuense es que, no sólo te pueden tachar de inútil, si no que luego te entran unas agujetas, que sólo a algunos se las reconocen como tales
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