
La espabilada de Marianne, que ha encontrado mercado camelando a cuatro memos, defiende que conociendo a los caballos sus clientes (entre ellos ejecutivos de Nike, Wolkswagen o General Motors) pueden “reforzar su liderazgo entre la plantilla, crear un buen ambiente laboral”. Es decir; si conoces a un caballo conoces a tu empleado, porque todo se resume en una buena doma. Adiestramiento animal o humana, lo mismo da.
En las clases de Marianne los ejecutivos chorras aprenden a saludar a sus animales (sustitúyase por trabajadores), observan sus reacciones y se ocupan de que tengan lo necesario. Exactamente, dice Marianne, “lo que debe hacer un buen líder en su entorno de trabajo”. Y atención al remate del redactor: “Algo tan simple como lograr que el caballo camine a tu lado sin necesidad de usar una cuerda puede rebelarse muy útil para quienes tiene otras persona a su mando. ‘Si lo llevas atado en corto creas tensión y es imposible que saque lo mejor de sí’, ilustra Marianne”.
Hay que ser muy miserable para hacer negocio con esto, para comparar, sin que se te caiga la cara de vergüenza, hombres con jamelgos. Escrito el lunes 29 de agosto de 2011.
Resumiendo: Lleva siempre un terroncito de azucar en el bolsillo, nunca se sabe si te va a hacer falta. Por otro lado, espero que muchos de estos jockeys de multinacional se rompan la crisma cabalgando.
ResponderEliminarYo pondría un abrevadero al lado de la máquina de café en el curro. Y sí, yo les deseo el mismo final que el pobre Superman.
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