miércoles, junio 01, 2005
"Yo soy el que llamaban Garganta Profunda"
Mark Felt, nonagenario y ex directivo del FBI, fue “Garganta Profunda”. Tras la primicia, destapada por Vanity Fair, Bob Woodward, uno de los dos redactores que destapó el escándalo, ha declarado que Felt “ayudó al Post en un momento de relaciones tensas entre la Casa Blanca y gran parte de la jerarquía en la Oficina Federal de Investigaciones” (FBI).
La ayuda de Felt y las duras pesquisas (26 largos y necesarios meses de investigaciones) de Woodward y Bernstein causaron lo que entonces parecía un imposible: la dimisión del presidente de los EEUU Richard Nixon. El escándalo comenzó en el 72, cuando la policía detuvo accidentalmente a unos ladrones en las oficinas el Comité Nacional del Partido Demócrata, en el ya mítico edificio de apartamentos Watergate.
Bob Woodward y Carl Bernstein ganaron un premio Pulitzer por destapar una red de espionaje político, sobornos y fondos ilegales.
En los setenta, el estupendo guionista William Goldman se enfrentó a la dura tarea de adaptar el complejo y voluminoso libro sobre el caso para un film (Todos los hombres del presidente) que acabaría dirigiendo magistralmente Alan J. Pakula en 1976.
En su ejemplar y divertido libro “Aventuras de un guionista en Hollywood”, Goldman explica el proceso de escritura de este peliculón, un claro ejemplo del buen cine político de los setenta, un cine hoy triste, vergonzosamente desaparecido. Su trabajo fue merecidamente recompensado con el Oscar de la Academia.
De aquella maravilla de película me quedaré siempre con la relación entre los dos redactores y su director (soberbio Jason Robards -Oscar como actor secundario ese año- como el director del Post Ben Bradlee), el uso de los planos detalle de teléfonos y cuadernos de notas, el plano de vista de pájaro de la biblioteca donde W y B (Robert Redford y Dustin Hoffman) investigan y el final, uno de los más grandes del cine: Nixon el mentiroso habla por la televisión mientras suenan, atronadoras, las máquinas de escribir. Dos grandes poderes (el de la política y la prensa) trabajan en paralelo y jamás deberán juntarse.
En resumen: Una clase de cine (con fotografía del gigante Gordon Willis, fotógrafo de los Padrinos de Coppola), de interpretación (con inolvidables secundarios como Martin Balsam, Jack Warden o Ned Beatty), de periodismo, de historia y de ética. ¡Casi ná, oiga!
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1 comentario:
Y mí que me gustaba tanto el rollito misterioso de Garganta Profunda, que no se supiese quién era, que los implicados callaran durante treinta años... En fin, llámame romántica, si quieres.
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