lunes, marzo 16, 2009

“Follar”


Este mes se ha cumplido una década desde que la palmó Stanley Kubrick. Recuerdo el día en que murió (7 de marzo de 1999). Estaba viviendo en Madrid, en un piso frío e infecto de la calle Navarra, en mi primer año en la Escuela de Cine. Entonces pensaba que algún día haría una película, qué cosas.


Era de noche. Estaba sólo, mis dos compañeros de piso me había dejado felizmente solo por unas horas. Llevaba rato leyendo, apoltronado, pegado a un espantoso sofá de escai granate de calculable valor.


Encendí el viejo televisor que había cogido prestado de mis padres en Cantabria. Aparecieron en pantalla imágenes de Eyes Wide Shut. Me extrañó, aunque estaba a punto de estrenarse. Segundos después, me entró un escalofrío por todo el cuerpo. Un flemático presentador dijo: “Ha muerto Stanley Kubrick”.


Me quedé frío, y lo primero que se me pasó por la cabeza es que Kubrick no se podía morir así por así, tenía que haberse suicidado, mandando todo a tomar por el culo, en plan Teléfono rojo, volamos hacia la nada.


Días más tarde leí, estudiando las biografías y artículos que se publicaron después de su muerte, que a Kubrick, supuestamente, se le había parado el corazón en la cama. Sin más. Y a otra cosa. Manda cojones…


Recuerdo también aquella llamada, desde Canarias, de NAPALM. Allí curraba por aquellos años. “Friend…. (Largo silencio)… que la ha palmado…”. Y recuerdo hasta mensajes al móvil: “Lo siento”. Había gente que sabía lo que ese mazazo significó entonces para mí. Qué cosas...



No nos lo podíamos creer. NAPALM y yo habíamos dedicado horas, días, meses a hablar de él, de sus hallazgos visuales, de su increíble libertad, impensable hoy en día, de su bestial humor negro, de la inimitable mirada kubrickiana, de su nihilismo, de su monolito y de lo que contaba Pumares sobre él… Era, sencillamente, San Kubrick. Al menos, y durante unos cuantos años, lo fue.



Todo había terminado en esa anodina noche, con ese informativo y esas imágenes de su película-testamento. Más tarde, descubrimos que la última palabra de un film de Kubrick era “follar”. La madre que te parió, cabrón, ¿como nos pudiste dejar así?



Admirábamos a Kubrick no por ser el más grande director de todos los tiempos, que no lo fue, pero sí de los más valientes, únicos, independientes, libres, cínicos, personales y modernos que el cine haya tenido en su corta y ya decadente historia.



Aquella noche, con la tele apagada, caminando abatido hacia un catre sin sábanas, me vinieron imágenes de James Mason observando embobado a Sue Lyon, de Peter Sellers levantándose de su silla de ruedas, de la muerte del computador HAL, de McDowell y su mirada asesina, de Nicholson cojeando, helado, por el laberinto del Hotel Overlook, de Nicole Kidman mirándose desnuda al espejo, y eso que entonces sólo había visto el trailer de Eyes Wisde Shut…



Siempre admiramos a Kubrick porque un día decidió mandar a Hollywood a tomar por el culo, se piró a Herefordshire, Londres, con toda su familia y allí se quedó. Y Hollywood, con la cabeza gacha, fue a él, a mendigarle. Algo IMPENSABLE para cualquiera a día de hoy.


Aunque dicen que personalmente dejaba mucho que desear, algo que me la trae floja, Kubrick fue un maestro a la hora de tratar el cine y a la hora de tratar a la sociedad: con absoluta distancia. Y, madre mía, cómo nos gustaba esa distancia entonces… En el fondo, y sin poder confesarlo, hemos seguidos siendo kubrickianos.

Este mes hubiese cumplido 80, y aunque era muy, muy lento y concienzudo en cada trabajo, seguramente nos hubiera dado una última peli más. ¡UNA MÁS! Eso nos perdimos cuando se quedó frito en la cama.
Escrito la noche del jueves 12 de marzo de 2009.
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9 comentarios:

Leo dijo...

Un triste aniversario, si. Y una pena que se muriera de esa manera, tan de repente: quién sabe lo que hubiera podido ser de "Eyes wide shut" si se hubiese terminado y estrenado en vida de Kubrick.

y sí: estoy contigo en que de Kubrick hay que admirar su valentía antes que su valor como director o el de la filmografía que legó. Algunos me tacharán de sacrílego, pero desde hace unos años tiendo a pensar que Kubrick, como cineasta, no era tan grande como nos lo han querido pintar. Recientemente me dediqué en revisitar (una vez más) su selecta filmografía, incluyendo "Atraco Perfecto", que todavía no había visto. Y en mi opinión a sus películas les falta un "algo", ese "algo" indescriptible y necesario para poder engancharte del todo. Que están muy bien hechas no lo duda nadie, pero cuando sientes que su mejor película desde el punto de vista de la relación calidad-entretenimiento es precisamente aquella sobre la que menos control tuvo y por cuyo motivo más detestó ("Espartaco"), uno piensa indefectiblemente que algo falla ;-).

Interesante tema de conversación, desde luego.

Awake at last dijo...

Maravilloso post, rei, :-D

Mks.

IVAN REGUERA dijo...

Leo: No era tan grande como nos lo han querido pintar algunos fundamentalistas (yo lo fui), pero su valentía y valor fueron únicos.

Como bucador fue un cineasta sencillamente irrepetible. Una única secuencia en una peli de Kubrick vale por todo un film de centenares de directores.

Awake: Me alegra que te haya gustado el homenaje.

Anónimo dijo...

Tal y como yo veo a Kubrick (con la inestimable ayuda de John Baxter, el autor de su biografía) más que valentía, lo que tenía este hombre era una personalidad "napoleónica". Y la palabra clave es "visión". Del mismo modo que Napoleón tenía una extraordinaria visión estratégica y táctica, aplicada a la guerra; Kubrick tenía una privilegiada visión artística, aplicada al cine. Pero en ambos casos había un portentoso trabajo de organización y planificación; Kubrick era en cierto modo como un general, uno especialmente dotado, meticuloso y algo tiránico. Tenía al mismo tiempo un "ego" y una voluntad considerables, que se traducían en la necesidad de controlar las cosas hasta el más mínimo detalle, de modo que las cosas respondieran a su visión, y no se corrompiesen en el proceso.

Es sabido que Kubrick sentía un especial interés por Napoleón, y que acarició largamente el proyecto de una gran superproducción centrada en este personaje, proyecto que nunca llegó a cuajar. Tal vez ese interés de Kubrick por Napoleón deba ser considerado como algo significativo, a la hora valorar su personalidad. ¿Sentía acaso que había una afinidad entre ellos?

Por cierto, Kubrick es uno de los pocos cineastas cuyas películas nunca me canso de ver.

Anónimo dijo...

Aquí tenemos este sabroso diálogo entre Kubrick y Brando en relación con el rodaje de One-Eyed Jacks (El rostro impenetrable):

KUBRICK: Marlon, he leído el guión y, la verdad, no logro entender de qué trata la película.
BRANDO: La película trata de que debo pagarle doscientos cincuenta mil dólares semanales a Karl Malden.
KUBRICK: Bueno, si de eso se trata, creo que estoy haciendo la película equivocada.

Marlon Brando cometió el mismo error que Kirk Douglas: subestimar el ego de Kubrick, considerarlo como un mero artesano y no como un genio con voluntad propia. Ambos creían que lo podrían manejar a su antojo, pero se equivocaron. Hubo choque de visiones y choque de egos. Inevitable. Esa personalidad no encajaba demasiado bien en los esquemas de la industria cinematográfica. Había que confiar en él, dejarlo a su antojo. Al fin y al cabo, él sabía lo que hacía.

Saludos.

Anónimo dijo...

gran post (y los comentarios). Yo también me enteré en un destartalado piso de estudiantes, pero gracias a la radio (no teníamos tele). Al día siguiente La razón de Ansón le dedicó la portada y todavía la guardo (yo también era uno de los fundamentalistas, ahora un poco aplacado pero tampoco tanto). No sería el mejor pero era único, que ya es bastante. Strelnikov tiene razón: estaba tan obsesionado con el control que no le importaba rodar una película por década con tal de hacerlo según su visión.

IVAN REGUERA dijo...

Strelnikov: Napoleón fue su gran proyecto tras acometer la inmensa 2001. Luego, como dice Baxter en su entretenidísma biografía, recicló parte de su documentación sobre la época en Barry Lyndon. Ahora, imagínate a Jack Nicholson (actor propuesto) de Napoleon...

Lo que Kubrick fue realmente, y toda su vida, se ajedrecista.
Como todo dominador y apasionado del este juego, Kubrick sabía permanecer con calma y pensar hasta hacer la jugada perfecta. Esto lo aplicaba a la ficción y a la gente que lo rodeaba, como dice otro gran libro: AQUÍ KUBRICK, de Frederic Raphael.

Luisma: Yo recuerdo (y la tengo guardada en casa) la grandiosa portada que le dedicó el desaparecido DIARIO 16.

Leo dijo...

Al respecto de la personalidad "ajedrecística" del Tito Stan, ahí va una anécdota: durante el rodaje de "Senderos de gloria", Aldolphe Menjou (uno de los protagonistas, para entendernos, y creo que efectivamente su nombre se escribe así) cargó contra Kubrick con toda su furia al estar en desacuerdo sobre cómo rodar una escena. A todo esto, Kubrick mirándole sin inmutarse. Cuando Menjou terminó de desfogarse, Stanley, sin dejar de mirarle y con toda la tranquildad del mundo, le dijo algo así como: "Bueno, y ahora vamos a rodar. ¿Puedes hacerlo como yo te he dicho?".

¡Qué tío más grande, cagonlaputa!.

IVAN REGUERA dijo...

Leo: Magnífico y cabronazo Stanley.

Siempre recordaré la gran frase de tito Kirk Douglas acerca de Kubrick: “Hay buenas personas que son directores de cine terribles, y hay hijos de puta que son genios… Kubrick es un genio…”.