lunes, septiembre 08, 2008

Las decisiones de Millán

Llegaba del cajero automático. Acababa de cenar en Malasaña con NAPALM y le había dicho que tirase ‘pal’ Parnasillo, que yo iba enseguida. Al entrar en este veterano cafetín que tanto nos gusta, me encontré con NAPALM hablando amigablemente con un icono de mi infancia y parte de la adolescencia: nada menos que con Millán Salcedo, ex Martes y trece.

Camisa hawaiana, pantalón corto, mariconera y sombrero de paja sobre la barra, parecía un guiri aterrizado en Madrid. Pero no lo era. Su cutis molido y su mirada empachada de halagos delataban su estancia en las barras del Madrid más canalla, allí donde se cocieron los tres Martes y trece, luego dos y al final uno, él, con la esencia del humor primigenio, aunque ya agónico.

Nos sorprendió que Millán se abriese como lo hizo, que soltase tanta prenda desde el principio y que estuviese tan a gusto con nosotros. Días más tarde, NAPALM me decía: “Qué cosa rara, un famosos que escucha, que habla, que dialoga de verdad…”. Puede que esa reacción se debiese a que en ningún momento le doramos la píldora y que obviamos darle el coñazo con la puta empanadilla o las campanadas para hablar, sencillamente, de lo que estaba pasando con el humor en este país, con lo que había representado la cosa humorística en estos parajes.

Yo abrí fuego con lo actual, con Muchachada Nui. Respondió que eran buenos, pero que los chavales no estaban centrados: “Necesitan a alguien que les centre, que les junte, no puede ser que uno esté en la cuatro, otro en la cinco, otro en la seis y todos en las dos. En definitiva: hacer equipo, no dispersarse tanto por la pasta". Nos pareció bastante razonable. Millán, como servidor, prefiere La hora Chanante a Muchachada Nui. Y sobre todo aquel irregular conjunto, a Joaquín Reyes.

Con Chiquito -“grande, ¿dónde está?, que vuelva”- todo fueron buenas palabras, igual que con Gomaespuma o con su compañero Josema. No fue tan piadoso, aunque siempre amable, con Cruz y Raya o Los Morancos. De ahí no tardamos demasiado en pasar al primer plato: el cine. Brooks, los Python, la cantera del Saturday Night Live y Woody Allen, del que dijo: “Me encanta, pero jamás como actor, esa forma de mover las manitas, ay…”.

A eso de las once, NAPALM nos tuvo que dejar y yo me quedé con Millán hasta las cuatro de la mañana. Gracias a la fluida conversación, ni nos dimos cuenta del transcurso de las horas. Poco a poco, y tras espantar a algunos moscones muy maleducados, Millán fue entrando en arena. Me confesó, entre otras jugosas anécdotas que me reservo, que en la época de González, su era dorada en el Ente sociata, se había sentido un mero animador para aquella camarilla agasajada por la modista Elena Benarroch, amigota también de Zapatero. “Me querían de bufón”, me dijo con mirada impúdica.

Con mi tercer gintonic, Millán me confesó que había hecho dos cosas bien en su carrera: una empezar y otra acabar. “Si ‘la empanadilla’ -gag improvisado para más de 20 millones de personas- no hubiese salido como salió, si hubiese sido un desastre, olvídate de Martes y trece”. Igualmente, “una de las cosas que mejor he hecho en mi vida es dejarlo a tiempo. Martes y trece no daba para más y supimos retirarnos cuando más alto estábamos, algo nada sencillo”.

Martes y trece podían haber acabado como Esteso y Pajares. De hecho, Fernando Trueba fue a visitarlo en nombre del “padrino” Andrés Vicente Gómez para hacer Muertos de risa con él y Josema. La película acabó siendo esa basura llamada Muertos de risa, con Santiago Segura y El Gran Wyoming, y dirigidos los dos por Álex de la Iglesia. El cine español, ya saben, esa misma “industria” que perpetró, bajo la batuta del incapaz Álvaro Sáenz de Heredia, las infumables películas de Martes y trece.

Y bien entrada la madrugada, con el Parnasilo chapando, Millán fue fiel a sus palabras: hay que saber dejarlo a tiempo. Nos fuimos sin más jerigonzas. Un taxi y hasta nunca.

Escrito la noche del 5 de septiembre de 2008.

7 comentarios:

Dani dijo...

Gran post, Iván. Estoy de acuerdo contigo en que "Muertos de risa" de de la Iglesia es una mierda y una cagada y respecto a Sáez de Heredia lo considero, si bien igual de malo, al menos digno, pues alo menos trabajó por encargo, en vez de hacer lo que todos aquí en España, que nos creemos autores sin serlo

Anónimo dijo...

¿Y por qué Millán parece un orate en sus entrevistas televisivas?

IVAN REGUERA dijo...

Dani: Gracias por lo que me toca. Y es verdad que MUERTOS DE RISA es casi tan mala como AQUÍ HUELE A MUERTO o EL CONDEMOR ese, pero al menor De la Iglesia, técnicamente, es un director muy decente. Algo que no puedo decir de Heredia.

Anónimo dijo...

Esos encuentros y conversaciones son las mejores. Las improvisadas. Las no esperadas. Me alegra que hayas disfrutado de un buen momento como ése.

De tarde en tarde pasa. Un abrazo.

Leo dijo...

Yo no me hubiese atrevido a "entrarle" como le entrasteis vosotros. Primero porque detesto "entrar" a famosos (tengo la suficiente experiencia como figurante en TV como para saber que muchos están hartos de la gente, y con razón). Y segundo porque yo no soy tan buen conversador como vosotros. Ni soy un buen entrevistador, si es que se puede decir así ;-).

De todas formas me hubiese gustado estar ahí para escucharos, que es como se aprende. Seguro que fue una conversación de lo más jugosa.

Y sí, bonito post.

ROSA ALIAGA dijo...

Sólo decir lo que dijeron los demás...me encantó pasear por esa noche por medio de tus palabras

Vic dijo...

Impresionante, si hay algo que más añoro de aquella época son las noche viejas de Martes y Trece. Tremendo como lo describes y un lujazo gozar de tal compañía y de disfrutarla. Gracias por compartirla.