
Recientemente estuve en Barcelona, donde visité a una pareja amiga. No daré sus nombres, y aunque se descubran en estas páginas, no deben enfadarse conmigo porque les quiero mucho.
Nos tomábamos un gintonic después de cenar. Detrás de nosotros había una viejecilla de unos setenta años que ponía la oreja para enterarse de lo que hablábamos. Mi amiga me relataba su reciente viaje al Tibet. Casi finalizando su relato viajero, me contó que aquel viaje tuvo una única pega: “Encontrase tanto yanqui”.
Mientras ella cerraba el asunto y pasaba a otra cosa, mariposa, yo le espeté: “Espera, espera un momento. ¿Por qué esa obsesión que tenéis algunos contra los americanos? ¿Qué os han hecho?” Ella respondió: “Vaya pregunta Iván. Los yanquis… su imperialismo, su prepotencia, su ignorancia, su arrogancia”.
Dice Amelie Nothom algo así como que no sabemos hasta que punto la gente está cómoda nadando en los lugares comunes. Y mi amiga dominaba la braza, el croll y la mariposa. Sin acritud, y sabiendo lo que me gustan este tipo de fregados coloquiales, me escuchó. Y la viejecilla perfeccionó entonces su radar acercando un poco más la oreja.
Mujer, yo creo que los yanquis son el siglo XX. Sin más. Los yanquis, a parte de genocidas de indios e invasores de países extranjeros, nos han dado a Duke Ellington, a Miles Davis, a Louis Armstrong, a Frank Sinatra, a John Ford, a Francis Coppola, a Woody Allen, a Hopper, a Pollock, a Rockwell, a Hemingway, a Chandler, a Carver…
Mi amiga reía. Me vi como a uno de los Monty Python respondiendo a aquel famoso “¿Qué han hecho los romanos por nosotros?” en La vida de Bryan. Cuando mi amiga me iba a responder, la viejecilla se levantó, se dirigió a nosotros agarrando su bolso y dijo:
- “El muchacho tiene toda la razón. Y a mí también me gusta mucho Duke Ellington.
Bendita mujer.
Escrito la noche del 28 de agosto de 2008.