lunes, octubre 20, 2008

¿Por qué corre Sammy?

Esta novela de Budd Schulberg, de la que se hizo una exitosa versión para Broadway y estuvo a punto de rodarse una película protagonizada por un joven Frank Sinatra, es más que una historia del Hollywood de los años 30. Es la autopsia en “vida” a un trema. Un trepa encuadrado en el mundo del cine, pero que podría desarrollar su carrera de fondo en otras industrias. La novela es un estudio sobre los self made man, de los que el autor diferencia dos variedades:

“Hay dos clases de hombres hechos a si mismos y acomplejados: los que disfrutan recreándose con los patrióticos detalles de su ascenso de chicos de los recados a limpiabotas, y los que ascienden cada nuevo escalón como si fuera el único que conocieran, y avanzan con tanta prisa que tienen vergüenza, miedo de mirar atrás y ver de dónde vienen. Los primeros son unos pelmazos; los segundos, unos canallas”.

Y Sammy es de los segundos. De chico de los recados en un periódico, acaba como capo de la industria del cine haciendo la pelota, pisando, engañando, mintiendo, corriendo. Schulberg se reserva el papel de Al en su novela. Y en medio de los dos está Kit, una atractiva guionista con mucha clase. En ‘¿Por qué corre Sammy?’, Schulberg logra una grandiosa descripción del trepa y, sobre todo, una admirable certeza plasmando su conducta y su lenguaje de engaño y manipulación.

Sammy es bravucón, hortera, chusco, vulgar, putero y turbulento. Es Hollywood. Como bien escribió Rodrigo Fresán, “Sammy no aspira a ninguna postrera redención. No goza de la poética picardía de Patt Hobby o de la melancolía trágica de Monroe Stahr en aquellos libros Made in Hollywood de Fitzgerald”.

Sammy, que empieza de guionista, se apodera de las ideas de otros, plagia, no tiene ningún talento y ninguna pasión por su oficio. Sólo quiere pasta, quiere ganar. O mejor correr, porque nunca hay premio suficiente. A diferencia de él, Al y Kit sí son escritores porque llegan a “conocer el gusto de escribir sobre el bloc de notas esa primera frase, que primero parece buenísima y luego es malísima, el enorme placer y el esfuerzo de crear algo en lo que uno cree”. A diferencia de ellos, Sammy es un pobre desgraciado con mucha pasta que trepa “como desesperado y con un traje hecho a medida de ciento cincuenta dólares. Y después de las cenas de cinco dólares en Marecel´s tenía más hambre que nunca”.

Lo más sorprendente de esta gran novela es que no es maniquea porque tiene compasión por el personaje del trepa. Lo entiende y lo detesta. Lo estudia con clemencia y lo rechaza con resignación. Así lo explica Schulberg: “Sólo odiamos los resultados de las personas. Pero las personas no son los resultados. Son un proceso. Y para darles una oportunidad tenemos que juzgar el proceso a través del cual alguien ha llegado a ser un trepa”.

Lo más apasionante de esta obra es su análisis del “hombre hecho a si mismo”, un infeliz que empieza revendiendo entradas para una obra que a él no le interesa ver, porque todo lo traduce en dinero, y que acaba vendiendo a personas para escalar más alto. Una obra fabulosa para entender los mecanismos de un monstruo del siglo XX.

El gran capital, en la figura de Sammy Goldwyn, le ofreció dinero a Schulberg para que no publicara esta novela. La progresía la acusó de antisemita y John Wayne, la ultraderecha, lo retó a un duelo. ¿No creen que es suficiente currículo para abrir este libro?

Escrito la tardes del 18 y 19 de octubre de 2008.

3 comentarios:

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
especies dijo...

Tiene una pintaza.

Anónimo dijo...

El argumento de la novela me recuerda a una función de teatro basada en un texto de David Mamet que lo llamaron "Mételes caña";(1994-5?) de actores estaban Beatriz Santana y Aitor Mazo