domingo, agosto 26, 2012

No dan ninguna pena


Hace unos días, una amiga que tiene conocidos en el cine español y está al tanto del parón en el sector me preguntaba: “¿Entonces era eso? ¿Subvenciones?” Lo decía como alguien que dice ¿Entonces era eso? ¿Sexo? Remató con un “No me dan ninguna pena”. Tajante. Como ella hay decenas de miles en España. Son los que han abandonado. Y a su renuncia se le ha sumado el tijeretazo del PP, la subida del IVA y el inmovilismo de los dueños de las salas: tardan en digitalizarse, no acortan el tiempo de exhibición para proyectar (y así poder explotar las películas en otras ventanas como Internet) y encima no bajan sus precios. Los suben.

En este país no había espectadores para estrenar 140 películas españolas al año. Hacíamos demasiadas películas, y muchas espantosas y chapuceras. Y no era normal que, como ha sucedido, el dinero subvencionado fuese mayor que el dinero recaudado. Eso era insostenible. El cine español ha trincado ayudas sin aportar excelencia ni general industria, no ha sabido seducir ni convencer, ha caído mal, ha dejado que lo estigmatizaran, no ha creado un verdadero tejido industrial, no ha sabido explotar nuevas vías de negocio en Internet y no ha explotado otros modelos además del cómodo modelo subvencionado. Por ahora eso no dan ninguna pena.

1 comentario:

especies dijo...

Hombre, las subvenciones al cine eran el chocolate del loro. Otra cosa es cómo se repartían, y tal. Pero vamos, a mí sí me parece bastante dramón.