jueves, mayo 05, 2005
CINE-PELLA
¿Por qué el cine no se enseña en el colegio? ¿Por qué las escuelas de cine tienen titulación y no licenciatura universitaria? ¿Por qué al cine se le llama el séptimo arte y no el tercero o el primero? ¿Por qué un director, un guionista o un director de fotografía no puede ganar el Premio Novel y sí un dramaturgo, un químico o un novelista?
Todas estas preguntas, muchas veces planteadas por un servidor o por algunos de mis colegas de afición o profesión, son consecuencia del evidente menosprecio que se hace al cine, tachándolo de arte menor o como algo más cercano al entretenimiento de masas que a una supuesta elite cultural perdurable.
Yo, en contra de algunos amigos y de mi propio sustento, estoy en contra de introducir el cine en las aulas del bachillerato. Soy profesor de cine de jóvenes poco influenciables ya y que superan la veintena, pero no lo haría con chavales de instituto. Hace meses, el Director General de Cine -y antes pez gordo del Plus o TVE- Pérez Estremera, señaló que aunque la prioridad para el cine español pasaba por “crear un fondo de ayuda a la cinematografía”, uno de sus objetivos consistía en “lograr que el cine fuese una asignatura más en el bachillerato”.
No sé si esas intenciones habrán quedado en agua de borrajas porque no tengo a un Garganta Profunda en el Ministerio, pero mi oposición a este proyecto es tajante. Estoy encantado con que el cine no se academice tan pronto porque me parece un freno a la libertad y a la imaginación. Ni más ni menos.
Me explico. En mi caso personal, el colegio sólo fue un acicate para mi curiosidad artística y cultural. Metí por coacción claretiana a Unamuno, Baroja, Larra, Fernando de Rojas, Cervantes, Platón y Shakespeare en el mismo saco, en el saco del coñazo, de la chapa, de lo que tenía que entrar por cojones en mi cabeza para poder demostrar en casa que no era un desastre, que es lo que he sido toda mi vida. Y no hablemos ya de autores tipo Boris Vian, claro, eso en esa época oscura me hubiese sonado a jabón del baño.
No me imagino, haciendo comparaciones, a una chavala empollando concentrada en casa para luego encontrarse al maestro de turno preguntando cosas como esta:
- A ver, Pili, ¿En qué año y en qué ciudad nació Preston Stuges?
- 1898, Chicago, Illinois.
- ¿Películas más destacadas?
- Los viajes de Sullivan y… y…
- Déjalo, Pili, hija. Mañana me copias diez veces las bases del Dogma danés.
No es serio. El cine para mí fue sinónimo de pira, pella, novillo, de saltarse la clase del casposo y acartonado profesor de griego para ver a escondidas y en la sesión de las 16.00 el último Scorsese o el ciclo de expresionismo alemán que pasaban en el cineclub de la universidad. Por cierto, en una de esas sesiones proyectaron Nosferatu en alemán y sin subtítulos y la traducción la hizo a grito pelado -pero con la pasión que le pondría leyendo la lista de la compra- uno de los universitarios implicados. “¡No, no, no, no te apoderarás de mi aaaaalmaaaaa!”. Imagínense el descojono general. Inolvidable.
El cole era otro cantar. Recuerdo haber tenido que tragarme pestiños como La túnica sagrada o Jesús de Nazaret en Religión o paupérrimos filmes subvencionados (estudié en una joven Vizcaya autonómica) que eran penosas adaptaciones de minoritarias y sosas novelitas vascas. ¿Y pretendían que yo a eso lo llamara cine? No señores, para mí el cine era otra cosa muy diferente, para uno era DESCUBRIR. Soportar y memorizar algo que me diesen empaquetado en un plan de estudios valía menos que una mierda.
Afortunadamente, fui un pésimo estudiante y no leí ni uno de los libros que me obligaron leer ni presté atención a una sola película que no fuera un descubrimiento privado. Es más: mis amigos Kubrick, Welles, Peckinpah, Wilder y Ford (entre otros muchos fantasmas de salas oscuras o videos alquilados) me enseñaron a ser todavía peor alumno y a hacer menos caso de todas esas paridas que se escuchaban en bachillerato.
Por eso se me pone la carne de gallina al pensar que estos nuevos “responsables educacionales” se plantean de verdad que mis amigos entren embalsamados en las aulas junto al vocativo, la tabla de las valencias y las flexiones en el gimnasio. ¡Dejen en paz al cine y permitan que siga siendo una pella redonda!
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4 comentarios:
No puedo estar más de acuerdo contigo; si algo nos enseña la vida es que el colegio no sirve absolutamente para nada, salvo para conseguir que aborrezcas la cultura y sientas tu cerebro embrutecido y embotado, incapaz de discurrir por sí mismo. De hecho conozco más de un caso de gente que ha "estudiado" fuera del sistema de enseñanza, y la diferencia con respecto a una persona digamos "normal" es enorme a todos los niveles. Uno que nos podría valer, y mucho, para ilustrar la absoluta nulidad del sistema es el de las Hermanas Polgar, ajedrecistas húngaras de primera fila, educadas en casa por sus padres.
Respecto al tema del cine en las aulas de bachiller, no hablamos de un tema nuevo: yo mismo me tuve que tragar en bachillerato los "Decálogos" del puto Kriswztow Kiewslovsky ese, estudiando segundo de BUP hace ya años, y desde entonces le tengo un odio feroz, aunque nos descojonábamos de risa imaginándonos los maderos usando estos infrafilmes gafapastoides como instrumentos de tortura para sonsacar a los detenidos en comisaría.... :p
De hecho (y perdón por lo que voy a decir pero es cierto) me alegré de veras cuando el Kiewslovsky la palmó. "No volverá a torturarnos más el joputa este", dije al enterarme, entre las carcajadas de mi hermano....
De hecho, lo único que me gusta de sus truños es Julie Delphi :p. El resto de su filmografía, a la puta hogera. Y que esparzan bien las cenizas, por si acaso se recomponen.... :p
jajajajajajajjaa
Ni tanto ni tan calvo. Yo aprendí a ser un lector más completo gracias a las clases de Lite del Cole. NI Historia, ni Arte, Ni musica estaban bien estructuradas, pero Lite sí. Lo malo de que formalicen una enseñanza sobre cine será que lo estructuraran fatal: 1ª semestre; ORIGENES DEL CINE, PRIMEROS INVENTOS. 2ºsemestre; CINE MUDO. 3ºsemestre; MOVIMIENTOS REVOLUCIONARIOS, SONIDO Y COLOR. y el resto de pelis del siglo XX? Uys, es que no da tiempo. Bueno, adios, que paseis buen verano y hasta el curso que viene...
1. Aitaguirre era un curilla fascista que daba a la gente con una rama de roble en las "convivencias nazionalvascas" de AGURIAN.
2. Nada en "letras" de lo que enseñe un profesorucho ignorante, gris, sin pasión y sin imaginación es bueno, y menos el cine.
3. Más pellas y menos gutxis.
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