martes, septiembre 11, 2007

VADE RETRO

Si hay algo que odio más que el culto por la juventud es el falso culto por lo antiguo. Mientras nos machacan con la eterna mocedad, con estar convenientemente guapos, fuertes, sanos y bobos -la juventud no es una cara moza y un cuerpo de loza, sino una mentalidad- , también se valora y se potencia el barniz de lo antiguo, de lo falsamente antiguo.

Se me cambia el ánimo cuando entro a tomarme un vino o un gintonic en lugares aparentemente viejos, con solera, con madurez, pero que en realidad tienen meses o un año de vida y han sido prefabricados, decorados, amañados con paredes rasgadas y desconchadas adrede, con tapias descoloridas de diseño, con telarañas prefabricadas, con suciedad de catálogo, barnices de diseñador y atrezzo de Cornejo.

Muchos conocemos esos bares de decoración amañada, nada personal, con fotos, carteles, cuadros e inciertas decoraciones compradas a granel y repetidas en muchos pueblos y ciudades. Los restaurantes, tascas y garitos así, esos que parecen un plató del programa 1, 2, 3 empiezan a ser legión. La cosa empieza a dar asco.

Hoy, comiendo con mi amigo Carmona, nos hemos puesto a observar las paredes del local. Parecían guarras de verdad, con desconchados reales, polvo del bueno y columnas de piedra realmente vieja. Pero lo hemos dudado. ¿Y si esto lleva meses y es una empresa experta en decoración retro la responsable?

En el segundo plato no he podido reprimirme y le he preguntado al camarero sudamericano por la antigüedad del local:

- ¿Cuántos le echa usted? -me ha preguntado el camareta-.
- 25.
- Pues 18, pero con otros dueños llega a 40.


Y nos hemos sentido mucho mejor, y el segundo plato estaba cojonudo. Lo preocupante es que hemos dudado, que en estos tiempos tengamos que ir a comer preguntándonos si lo sucio y viejo, la solera que nos rodea es de verdad o es de mentira. De locos.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Recurro a un clásico. En busca del tiempo perdido: ¿A dónde van a parar los años que se quitan las mujeres?. En busca del tiempo ganado: ¿de dónde salen los años que se ponen las tascas? Ah, tiempo, que naces y mueres al mismo tiempo (valga la rebuznancia). De locos, Reguera, de locos.

Otis Driftwood dijo...

A mí los que me revientan son los restaurantes fashion, esos en los que te ponen el mismo plato de espaguetis que te comerías en la tasca Manolo pero te clavan el triple porque hay un diyei retrasado mental atronando tus oídos con bacalao o como se llame ahora esa mierda de música, las luces (y, consecuentemente, la cara de los otros comensales y la propia) cambian de color cada medio minuto y los camareros lucen unos cuerpos esculturales pero no tienen ni puta idea de lo que lleva la ensalada.

Awake at last dijo...

No sé si lo comenté chez Frid, pero ¿conoces el Edelweiss? Te prometo que es real hasta la última baldosa, más que nada porque mi abuelo ya iba allí en los cuarenta, pero, como diría Moustache, eso es otra historia.

(Lo más cómodo para llegar es bajarse en Banco y salir por Marqués de Cubas, está justo a las espaldas del Congreso)

Mks.

IVAN REGUERA dijo...

Awake: Qué grande Moustache de Irma la dulce. Me pasaré por ese garito a ver qué tal.

Anónimo dijo...

Awake: tras más de 35 años sin ir, he vuelto hace poco al Edelweiss y está tal cual lo recordaba. Iba de zagal con mis padres y mis tíos y se comía maravillosamente y en cantidades industriales. Comida alemana. Su codillo con chucrut era –y es- memorable. Recordaba su cazuela , con varios tipos de carnes y salchichas; también lo que yo rememoraba como la mejor tarta de manzana del mundo, ligeramente ácida, como mandan los cánones. Como digo, hace poco volví y comí como un cerdo. Todo el día sin poderme mover de la panzada y no probé bocado hasta la mañana siguiente. Iván, si vas, recuerda que las raciones son grandes. Con el plato de codillo come de sobra uno que coma por dos. Ah, y acompáñalo con una –o más- jarras de cerveza de la casa. Mi tía contaba a menudo que una vez comieron en el Edelweiss junto a Yull Brinner. ¡No es para tanto!, decía.