Sydney Pollack “nos ha dejado”, decía el presentador de la tele. La noticia me entristeció, pero no me sorprendió. Hace días, Alex Faundez informó para la revista Imágenes de la enfermedad terminal de este gran director y, dicen los que le conocieron, buena persona. Doy fe por lo que me contaron amigos míos, que lo conocieron en San Sebastián, ciudad que sabía disfrutar.
Pollack era de los pocos que quedaban de aquella generación de la televisión que irrumpió a finales de los cincuenta con un cine lleno de nervio y personalidad. De aquella escuela se fueron Martin Ritt, Sam Peckinpah, Alan J. Pakulla, John Frankenheimer y Robert Altman. Quedan, que yo recuerde, Mike Nichols y Sidney Lumet, aun en activo y con brotes de genio y personalidad.
Gracias a trabajar junto a Frankenheimer, Pollack, que se había centrado en la interpretación, conoció a Burt Lancaster, al que dirigiría más tarde en The Scalphunters, El nadador y Castle Keep. Fue el actor quien le convenció para que dirigiera y le presentó a Lew Wasserman para que le diera su primera oportunidad detrás de las cámaras.
Y ahí empezó todo. Una carrera como director con más altos que bajos, trabajos como actor verdaderamente brillantes y una labor como productor de quitarse el sombrero.
Pollack, como Hawks o Lumet, era un director caracterizado por el estilo sin estilo. Es decir: un verdadero quebradero de cabeza para esos críticos que quieren ver, desesperados, “marcas de autor” cuando deberían limitarse a ver películas tan diferentes como Los tres días del cóndor, Las aventuras de Jeremiah Johnson o Memorias de África.
¿Mis favoritas? ¿Las grandes de Pollack? No tengo ninguna duda: la brutal Danzad, danzad malditos, la generacional Jeremiah Johnson, la éxtraña Yakuza y la descacharrante Tootsie.
Tampoco puedo olvidar algunos de sus muchos personajes como actor, entre ellos Jack, esa maravilla de actuación que le brindó a Woody Allen en Maridos y mujeres y Victor Ziegler, para Stanley Kubrick en Eyes Wide Shut.
Pollack, además, fue uno de los mejores y más despiertos productores con los que contaba el errante Hollywood actual. Su compañía, Mirage, la fundó junto a Anthony Mingella, hace poco desaparecido. Entre sus trabajos como productor, destacan En busca de Bobby Fischer, El talento de Mr. Ripley y una película que yo adoro: Los fabulosos Baker Boys.
Como bien ha escrito Frid en su blog, rescatando una cita sobre Ernst Lubitsch…
- "Qué triste, se acabó Sydney Pollack".
- "Y lo que es mucho peor, se acabaron las películas de Sydney Pollack".
16 comentarios:
En primer lugar, ten un poco de fe, no es más que un relevo generacional (un poquito largo, eso sí), :-)
En segundo lugar, dices que "Pollack, como Hawks o Lumet, era un director caracterizado por el estilo sin estilo." Yo diría que su estilo era (es) ser tan j_didamente buenos que podían hacer cualquier cosa. Y encima bien.
Mks.
Awake: ¿Largo? Como el relevo me pille en la residencia de ancianos me voy a cagar en todo.
XD, si fuera soez, diría que eso es lo normal en una residencia de ancianos, XDD Paciencia, además, dentro de diez años todos estaremos clonados y habitando otros planetas, ¿de qué te preocupas?
Por cierto, se me olvidaba, a mí también me ENCANTA esa película, en serio, creo que los tres están en estado de gracia ("Feelings" es como el perejil, si no lo pones, nadie se dará cuenta, XDDD)
Mks.
AWAKE: JAJAJAJA, sí señorita. Un día de estos le hago un homenaje a ese peliculón.
Hace poco vi "El nadador" y, que yo recuerde, la dirigió un tal Frank Perry, no el amigo Pollack.
Fdo.: Otis, el listillo.
Otis: Efectivamente, ¡eres un listillo! Pollack rodó parte de esa peli.
El tal Perry no hizo gran cosa en su mediocre carrera. Entre sus trabajos destaca Trilogy, con guión de Truman Capote, nada menos.
Por cierto: Me encantaría volver a ver esa extrañísima peli (El nadador). Mi amigo Rodrigo siempre nos hablaba de ella en aquellos veranos santoñeses. Le flipaba.
Coño, es verdad. Lo he leído en internet. Es una paja mental de película y, por lo visto, el tal Perry quería que lo fuera aún más. Apúntate a una comida con Clot y te la paso, que la tengo pirateada del e-mule (doblada, eso sí). A ver si entre los dos nos enteramos de qué va.
Perfecto, gracias. Que Clot se encarge de avisarme cuando haya comida.
Ejem - copiota - ejem...
Frid: Si fusilas, fusila bien. Eres buena, chicaaaa...
No hay que ponerse tan drástico. Ha muerto -y lo siento- un gran director, pero así, a botepronto, se me ocurren cuatro mejores que están vivos: Coppola (padre), Scorsese, Spielberg e Eastwood.
Lo que es indiscutible y para nosotros disfrutable es que esta generación muere con las botas puestas y disparando películas.
Por cierto, recomiendo muy mucho la nueva de Lumet.
Wallander: Coppola, olvidado por Hollywood, hace 70 el año que viene, Eastwood, hiperactivo, 80 dentro de dos. A Scrosese (66) y a Spielbreg (62), muy integrados en la industria, les queda mucha munición todavía. Otra cosa es que sea de fogueo, como demuestran Indi IV o Infiltrados.
Israel: La de Lumet no me la pierdo ni loco. Lo de este hombre sí que es tenacidad, coherencia y ¡SALUD!.
Infiltrados es buena, :-P , no genial, pero mucho mejor que la media.
Mks.
A mi me da mucha lástima pensar que se van muriendo todos los buenos. Estoy de acuerdo contigo Iván, pero también pienso como Awake que es un relevo generacional...yo no pierdo la esperanza.
Y yo también pienso que infiltrados es una buena peli.
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