“Estoy aquí sobre todo porque estoy con la gente que disfruta realmente del cine, que son los que empiezan. Con la edad, que yo ya estoy un poco cascado, la cosa se pone jodida. Hay un momento en el que de pronto esto se convierte en un negocio y la cosa pierde gracia. Hay un momento, terrible, en el que de pronto te encuentras rodeado de peña que lo único que quiere es, pues bueno, sobrevivir, pagar la casa, el alquiler, el colegio de las niñas… y todo se va jodiendo poco a poco. Entonces, de pronto, corres el peligro de perder la ilusión y la emoción del comienzo, que es realmente por lo que se hace cine”.
“Desde aquí os digo que no perdáis toda esa energía y esa fuerza que tenéis ahora y con el tiempo se pierde. No la perdáis nunca. Que sepáis que tenéis un tesoro dentro, que es magnifico y que son esas ganas locas de contar una historia. Y eso se puede acabar. Entonces, por Dios, rodad. Rodad antes de haceros viejos, ¿vale? Y de que esto se convierta en un negocio”.
Estas palabras forman parte del discurso que dio Álex de la Iglesia al recoger un premio de la revista Scifiworld. Posiblemente sea el mayor ejercicio de cinismo que he leído en años.
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