Hace unos días Woody Allen dijo a un diario español: “Contrariamente a lo que se dice, al hacerte mayor no te vuelves más sabio. Yo siento la misma ansiedad hoy que a los 20 años. Claro que aprendes cosas sobre la vida, pero son cuatro tonterías prácticas y poco más. Por ejemplo, con la edad aprendes a utilizar una lente u otra para rodar una escena. En cambio, en lo que se refiere a las relaciones humanas, las mujeres, la familia, el amor y los asuntos existenciales, no tienes la mínima idea ahora ni la tendrás nunca. Nadie ha tenido nunca la menor idea sobre esto. Ni los filósofos griegos, ni Dostoyevski, ni nadie”. No sé por qué pero he pensado en Woody y en Dios. En Dios en su pelis:
Alice: He conocido a un hombre que me recuerda a ti… Es como tú, irresponsable y temperamental; pero él es guapo, ¿sabes?
Eddie: No cometerás adulterio, Alice. No es mío, lo leí en alguna parte. (Alice)
Ike: Mira, yo estoy chapado a la antigua. No creo en las relaciones extramatrimoniales: Yo creo que la gente debe aparearse para toda la vida, como los palomos, o los católicos. (Manhattan)
Irmy: ¿Eres una persona religiosa?
Kleinman: No.
Irmy: ¿Rezas alguna vez?
Kleinman: Mi gente reza. Yo nunca los comprendí. Pero por lo que sé, rezaban pidiendo por sus propios problemas. (Sombras y niebla)
¿Creo en Dios? ¿Y si todo es una ilusión y nada existe? En tal caso, he pagado demasiado por la alfombra. ¡Si al menos Dios me enviase una señal clara! Como hacer una cuantiosa imposición a mi nombre en algún banco suizo… (Selecciones de los memorándums de Allen)
Escrito la noche del martes 10 de agosto de 2010.
jueves, agosto 12, 2010
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