martes, enero 24, 2012

Populismo y Megaupload

El FBI chapó Megaupload de forma un poco abrupta, rollo Intocables. Tras saltar la noticia, descubrimos que su responsable era un pájaro de cuidado y que no sólo Alejandro Sanz tiene una mansión, la "Cultura libre" también da mucha pasta. Descubrimos también que el amigo se dedicó a comerciar con tarjetas de crédito robadas, fue culpable de malversación y condenado a dos años por fraude informático y manipulación de objetos robados y a un año y ocho meses por uso de información privilegiada. Una lástima la gente que tenía cuentas en Megaupload, pero tendrían que haberse informado antes del chiringuito donde se metían. En definitiva: un tinglado con ánimo de (mucho) lucro que se follaba los derechos de cientos de miles de autores y productores. Hay quien ha recordado que la gente también utilizaba Megaupload para guardar vídeos y fotos, un argumento bastante bochornoso.

El cierre de Megaupload es un asunto industrial y económico, no ideológico. Es una guerra comercial: si me robas una vez o dos espero, pero si me robas un millón de veces te destrozo. Este cierre, nada sorprendente, es un golpe sobre la mesa de una industria con poder y cansada de la sangría en su sector. Sólo en Estados Unidos (cuya industria del cine produce más de DOS CON DOS MILLONES DE EMPLEOS) la falsificación y la piratería han costado a su economía miles de millones de dólares. Por eso la industria ha atacado con toda su artillería. Lo hizo hasta contra el presidente Obama cuando mostró dudas legales ante la SOPA, disparatada ley que ha quedado, afortunadamente, en la nevera.

Esto de las descargas va en serio. Sólo hay que recordar el cable de la embajada norteamericana en España en el que se amenazaba sin rodeos al gobierno español. Se fraguó una hoja de ruta y una ley con el apellido de la Ministra de Cultura, antes Presidenta de la Academia DE CINE. Casualidad. En diciembre los americanos mandaron una carta al nuevo gobierno pidiendo que se aprobara de una vez la Ley Sinde bajo la amenaza de castigos comerciales. Y el nuevo ministro Wert anunció el continuismo y las buenas relaciones, que de eso se trata. ¿O es que no recordamos el dinero que se gastó el gobierno socialista, ese que apoya TANTO al cine español, en emitir películas de Hollywood en su televisión? TVE, sólo en un año, despilfarró en las majors de Hollywood NOVENTA MILLONES DE EUROS.

Discutir con los furibundos del “todo gratis” es una pérdida de tiempo, pero sí creo que el resto deberíamos llegar a cierto equilibro en el tema de las descargas. ¿Cuál sería el equilibrio? Es difícil de saber. Yo, que me bajo sobre todo series que jamás veré emitidas en España, creo que no es justo que a muchos autores se les pisotee sus derechos y que a muchos productores se les pisotee los productos por los que han apostado, luchado y gastado mucha pasta. El acceso justo a la cultura es un concepto maravilloso y muy hippie, pero debe haber justicia para todos: para los usuarios y para los autores y productores. No todo el mundo es Sony, Fox o Alejandro Sanz, hay cientos de miles de pequeños y medianos productores y autores que comen, como cualquiera de nosotros. Y Sony, Fox o Alejandro Sanz tienen derecho a defender sus productos como lo puede hacer un productor de fresas o de baldosas, faltaría más.

Con la operación contra Megaupload no ha ganado nadie. Ni los que lo usaban ni la industria, que pronto verá como de este Megaupload nacen siete nuevos. Tampoco ganamos nada con la demagogia. Para un autor o un productor igual de malo es el industrial que se aprovecha de él como el internauta que se pasa sus derechos y su trabajo por el forro. Señores productores: hagan productos mejores, más accesibles, más variados, más modernos y más asumibles por los sueldos de los ciudadanos. Señores usuarios: intercambiar productos culturales es legítimo, pero el “todo gratis” no, lo disfracen como lo disfracen. Escrito las noches del martes 17 y jueves 19 y el domingo 22 de enero de 2012.

miércoles, enero 18, 2012

Obscenidades

Hace días, unas infames imágenes aparecidas en YouTube dieron la vuelta al mundo. Cuatro marines se sacaban la chorra y orinaban sobre los cadáveres ensangrentados de tres talibán en Afganistán. La cámara los encuadra y ellos preguntan si les están enfocando bien. Uno de ellos dice: “¡Qué tengas un buen día, tío!”. Otro exclama: “¡Dorada como una lluvia!”.

Y el fariseísmo mediático y político, claro, puso el grito en el cielo. ¿Cómo se puede hacer eso? Qué indecencia, qué atrocidad. Es curioso que todavía, en pleno siglo XXI, haya quien se rasgue las vestiduras y reclame decencia en la guerra, uno de los actos humanos más indecentes que existen. Nos parece obsceno que cuatro marines retardados se churren encima de tres talibán, pero no tanto que les vuelen la tapa de los sesos con un fusil de precisión.

Cuando leí la noticia de la corresponsal de El Mundo en Nueva York, María Ramírez, recordé al coronel Kurtz en Apocalypse Now. Rememoré al iluminado militar hablando a una grabadora y diciendo que a sus muchachos no les dejaban escribir JODER en las bombas que tiraban a la población vietnamita porque “es obsceno”.

A pesar de lo que cacareen los fariseos, no ha cambiado nada desde Vietnam ni desde la Segunda Guerra Mundial, en la que, como bien recordó Ramírez, el presidente Roosevelt recibió un abridor de cartas hecho con el brazo de un japonés muerto. Seamos serios: esto ha pasado y pasará siempre. Es la guerra. O como ha escrito David Gistau: "Siempre hubo un soldado dispuesto a mearse sobre el cadáver del enemigo. Lo que no había era YouTube”. Escrito el domingo 15 de enero de 2011.

martes, enero 10, 2012

“Mihi ipsi scripsi”

Nietzsche no tenía abuela. Se consideraba el mejor de los filósofos y el mejor de los poetas. Sé poco de filosofía y nada de poesía, así que no sé si su ego estaba justificado. Lo cierto es que pomposo era un rato. Cuando sólo tenía catorce añitos Nietzsche, en vez de darle al balón o a los billares, redactó un ensayo autobiográfico (¿?) en uno de sus cuadernillos escolares. El muy presuntuoso lo tituló ‘De mi vida’. Toma ya. En el tramo final de este cuadernillo escolar nietzschiano, el pequeño Federico escribió que “escribía sus propios libros para leerlos inmediatamente después”.

Y nunca abandonó ese placer, esa necesidad, esa soledad, ese ensimismamiento. Y no lo abandonaría jamás. El chollo de Nietzsche fue conseguir una modesta manutención universitaria que le permitió pensar y escribir y leerse en libertad absoluta, sin tener que rendir cuentas de sus escritos a nadie, sólo a sí mismo. Y esa fue también su maldición. Paradójicamente, su pensamiento y aislamiento lo llevaron a la locura.

Fueron diez productivos años en los que levantó sus grandes obras. Y en la conclusión de cada una de ellas Nietzsche se repetía a sí mismo: “Mihi ipsi scripsi”. Es decir: “He escrito PARA MÍ MISMO”. Volvía a aparecer aquel lejano deseo infantil. Nietzsche no escribía para ser admirado, para ganar dinero, para obtener premios, para los colegas, para los editores o para sus escasos lectores. Escribía para leerse. Toda una lección. Escrito la noche del 3 de enero de 2012.

martes, enero 03, 2012

El peor y mejor cine en 2011

Las listas del mejor o peor cine del año son superficiales pero también muy entretenidas, ayudan a hacer balance y generan debate y tertulia. Yo personalmente me lo paso pipa haciéndolas. Este año ha sido bastante espantoso para el pobre cine, que sigue en caída libre, perdiendo calidad y espectadores (la peor recaudación en 16 años). Como he visto escaso cine que no sea olvidable o directamente malo, me voy a centrar en las muchas decepciones de 2011. Así de cenizo soy.

Pocas películas comerciales voy a comentar en mi lista de las peores porque no he visto muchas, no se me ocurre ni borracho entrar en una sala para ver el remake de Conan, otra basura de Piratas del Caribe, otra de Nicolas Cage, otra memez de niñatos vampiros, otra del Harry Potter, otro disparate de Almodóvar o El Capitán Trueno, que me han dicho que es de poner una denuncia.

Recuerdo especialmente dos despotorros carísimos, dos superproducciones que despilfarraron el equivalente al PIB de un país tercermundista: Thor y Cowboys y Aliens. Malísimas las dos. En lo que a género fantástico se refiere Invasión a la Tierra (Battle Los Angeles) me pareció paupérrima y Attack the Block una tontería con ambiente ochenteno como el que tenía Super 8, melindrosa y con uno de los peores guiones del año. Spielberg estaba detrás y en 2011 también estrenó la olvidable y pixelada Tintín. Y para culto al píxel la nueva del Planeta de los simios, nada nuevo ni para el género ni para la franquicia.

En cuanto al cine de autor, recuerdo el disgusto de ver la irritante Melancolía, una astracanada, y El árbol de la vida, que es como un anuncio de Ikea de tres horas. Otro insulto a la inteligencia es Somewhere, con Sofía Coppola otra vez empeñada en dirigir películas sobre gente como ella: pijas tremendamente aburridas. Polanski también resbaló este año con Un dios salvaje, película imposible porque parte de una obra de teatro muy mediocre. También falló Robert Redford. La conspiración es académica, muy poco imaginativa y aburridísima. Ah. Y de Inside Job no entendí ni la mitad. Me fascina la gente que me la recomienda, no creí que había tanto experto en macroeconomía financiera entre mis amistades.

Y acabo mi lista con una pequeña especulación personal: Puede que la última película de Woody Allen no sea lo buena que me pareció. Puede que mi amigo NAPALM tenga razón y Medianoche en París sea una película floja, reaccionaria y con una aforismo relativista (“no hay tiempos actuales menos brillantes que los pasados, sólo personas nostálgicas”) irritante. Puede que Woody sea otro de los grandes que se nos ha vuelto gagá.

¿Y lo mejor? Declaro desierta la lista de las mejores del 2011. No ha habido nivel.
Escrito el sábado 31 de diciembre de 2011 y domingo 1 de enero de 2012.