miércoles, agosto 31, 2005

Sabor a gloria


Volví a ver Entre copas. Supera la prueba del segundo visionado. Es maravillosa. En la escena del porche entre Miles y Maya... lloré como un gilipollas. Para mí ya es un clásico.

"Un buen vino es como una buena película: dura un instante y te deja en la boca un sabor a gloria; es nuevo en cada sorbo y, como ocurre con las películas, nace y renace en cada saboreador".
(Federico Fellini)

Joder, qué resaca tengo.

lunes, agosto 29, 2005

LIBRE

Sábado. Seis de la mañana. Apa y yo, cargaditos de cubatas y tras una larga y fructífera conversación sobre la vigencia de 1984 y el Gran Hermano sobre diferentes barras (así de raritos somos, oiga) pedimos un taxi a la altura de Tribunal. Vemos uno con el cartelito de “libre”. Nos para un tipo de unos 50 años, canoso, de cara larga y seria.

Taxista: ¿A dónde?
Apa: A ver… Vamos a Tetuán y a Pio XII. ¿Qué viene bien primero?
T: Tetuán.
Yo: Venga, pues Tetuán.

El tipo baja la bandera y se dirige a mi barrio. De fondo, en la radio, escuchamos a una locutora que está describiendo el mundo de la adopción de niños del tercer mundo. Su voz es tan sumamente empalagosa y falsa (con un tonillo beato insufrible) que empezamos a descojonarnos de ella. Yo, muerto de risa pero algo preocupado por poder ofender al conductor, miro al susodicho de vez en cuando por el espejo del taxi. Nada, impasible. Apa, en cambio, se apoltrona y lo flipa con lo que escucha.

Locutora: El milagro de la adopción, la mirada de un niño, con ojos que buscan amor verdadero, una llama de cariño…
A: ¿De donde habrá salido esta tiparraca?
Yo: A saber…

De repente, a los cinco minutos, el taxista silencioso suelta:

Taxista: Si es que es para matarla... ¡Es absolutamente insufrible la jodida!

Los dos, sorprendidos, nos partimos de risa otra vez.

A: Y que lo diga, jefe.
Yo: Es de lo peor que he oído en la vida. Es como del Opus…
T: ¡Es que además es tonta, una ignorante profunda!

Llegamos a Tetuán, me despido y me bajo. Al llegar a casa, casi entrando en la cama, me llama Apa. Al principio me asusto.

Yo: ¿Qué pasa?
A: Tronco… No sabes lo que ha pasado…
Yo (todavía asustado): ¿¿Qué??
A: Que el tío ha seguido despotricando y ha acabado parando el taxi.
Yo: ¿Qué me dices?
A: Lo que oyes. Ha aparcado, ha parado el taxímetro, se ha dado la vuelta y me ha dado la mano diciendo: “¡Llevo días escuchando a esta hija de puta y la gente a la que llevo no me decía nada, les parecía normal! Vosotros sois dos tipos que merece la pena llevar. He utilizado el programa para probar a la gente, pero a todos les parecía uno más, algo escuchable… Gracias, de verdad”.
Yo: Ay mi madre.

El hombre se sentía libre de decir en voz alta lo que se había reprimido durante días y días en su extraña y particular prueba sociológica.

A: Estamos acabados, Iván. El mundo está fatal.

Las carcajadas duraron casi dos minutos de reloj. Cuando colgamos, pensé en este heredero del nihilista Travis de Taxi Driver y me dije una vez más que coger taxis en Madrid a ciertas horas es una experiencia trascendental. Sólo por que ocurra, merece la pena salir.

Tengo que informarte...

Nuevo mail de rechazo:
Estimado Iván, el departamento de edición de nuestra editorial ha estado considerando la posibilidad de editar el proyecto que me enviaste sobre Carlos Pumares y tengo que informarte de que finalmente no se va a realizar. Te quiero agradecer la confianza en nosotros y desearte suerte. GRACIAS. (M-R Ediciones)

jueves, agosto 25, 2005

Las cenizas de Ángela

Ayer disfruté sorprendido de Las cenizas de Ángela, en La Dos. La película, no muy bien acogida por público y crítica, se me pasó en su tiempo (1999) y eso que no me pierdo nada de Alan Parker, director capaz de maravillarme a veces (Fama, Los Commitments, El muro o Arde Mississippi) y horrorizarme otras (Evita).

Las cenizas de Ángela es un brutal retrato realista de la hambruna irlandesa de principios de siglo basada en la muy conocida novela de Frank McCourt. El guión adaptado de Parker y Laura Jones es un retrato lleno de dolor, crueldad pero también de vitalidad y esperanza que tiene mucho en común con otros territorios de perdedores que Parker tan bien sabe llevar a su cine.

Hambre (de verdad, no la metafórica), un padre mentiroso y cobarde, una madre valiente pero perdida, niños hombre, una iglesia corrupta, profunda religiosidad, desequilibrio social y de clase...

Los trabajos de Emily Watson, Robert Carlyle, Joe Breen, Ciaran Owens y Michael Legge (estos tres últimos con un mismo personaje) son admirables, conmovedores, sensacionales. La producción del inmenso productor Scott Rudin (El show de Truman o Las horas) es brillante, la música de John Willimas -nominasdo al Oscar por este film, ¿hace falta presentarlo?- perfecta y la canción Three Babies, de Sinéad O´Connor, preciosa.

Una gozada que recuperaré cuando pueda en DVD y que os recomiendo a todos.

martes, agosto 23, 2005

Conan... el español.



Ay qué risa, tía Felisa. La picaresca nacional no descansa ni en verano. Resulta que esta mañana me despejo con una noticia que me deja turulato: “El cine español ha logrado una cuota de mercado del 14,60% (frete a un 63% del cine norteamericano) en el primer semestre de 2005, según datos facilitados por el Instituto de Cinematografía y Artes Audiovisuales (ICAA), dependiente del Ministerio de Cultura”. ¿El 14?, me pregunto, ¿con lo pírrico que va el año en taquilla y estrenos patrios?

Sigo leyendo: “El número de filmes españoles exhibidos en los seis primeros meses de este año fueron 213, frente a las 851 películas extranjeras que se proyectaron”. ¿Cómo es posible, si casi nunca hemos llegado a los 200 títulos anuales? O eso me enseñaron a mí en la Escuela de Cine…

Cuando llego al porqué me empieza a entrar una risa floja que se transforma en carcajada: “La lista de las películas españolas con mayor recaudación la encabeza "El reino de los cielos", de Ridley Scott, que contó con parte de producción española”.

Y siguen, los muy cachondos: “En tercer lugar, con casi tres millones y medio, se sitúa "Sáhara", filme protagonizado por Penélope Cruz y Matthew McConaughey, que también contó con parte de producción española”.

¡Qué gran noticia! Indiana Jones, Doctor Zhivago o Conan el bárbaro, rodadas "con parte de producción española", son de aquí. ¿Para cuándo el Premio Nacional de Cinematografía para John Milius? Hay que tener mucha caradura para escribir esto y mandárselo a las agencias para que los difundan como una noticia que se resume falsamente con un esperanzador España 14, USA 63.

lunes, agosto 22, 2005

CUIDADO CON LA LUNA

Deuvedeclub del barrio. Nueve de la noche. No tardo un minuto en ir a la estantería de pelis viejas y pillo Un hombre lobo americano en Londres. El monstruo que más me ha acojonado siempre, desde crío, ha sido el hombre lobo. Ni vampiros, ni momias, ni gaitas.

Cuando le doy a Toñi, la encargada, la carátula me dice: “Qué buena, no ha habido mejor trasformación de hombre lobo”. Y yo, claro, le doy toda la razón porque es una verdad como un templo. Rick Baker, el genio del maquillaje (Oscar por esa peli) hizo algo increíble y dejó en pañales no sólo a los efectos fotográficos mediante encadenados del clásico de Universal, también a las posteriores virguerías poco creíbles con efectos digitales (ver Un hombre lobo americano en París). A Baker también le debemos sus increíbles trabajos en El planeta de los simios (la de Burton), The Ring, Men in Black I y II, Lobo, Greystoke, Thriller (el video de Michael Jackson), Star Wars (secuencia de la cantina) y el King Kong de los setenta. Seis Oscar de la Academia. ¡Casi nada!

Volví a disfrutar en casa de este extraño clásico de John Landis. La película es muy valiente porque está entre la astracanada de Desmadre a la americana y el terror más brutal y sangriento. En un film de terror rodado por un comediante, y eso le da al film una aureola de rareza maravillosa.

Para el recuerdo: la descomposición de Griffin Dunne, la primera transformación, el ataque del hombre lobo en el metro de Londres y la carnicería en Piccadilly Circus. Y, claro, el mítico tema Blue Moon, que tanto ponía Pumares en su programa.
Una pena que John Landis no volviera a recuperar el pulso demostrado en esta peli como en las geniales Desmadre a la americana, Blues Brothers o Entre pillos anda el juego.

domingo, agosto 21, 2005

LUZ

Acabo de mandarle a Luis la enésima versión del guión en el que estamos trabajando juntos hace ya unos años. Luis es director de cine (con largometraje estrenado, no se vayan a creer) y ahora trabaja en Barcelona, en publicidad.

Nos conocimos en el Festival de cine de Las Palmas, él llevaba una peli y yo un libro. Hicimos migas enseguida. Allí conocimos a la fauna predecible en este tipo de eventos sociales: periodistas gorrones, chupópteros de la subvención, muchos realizadores mediocres e ignorantes mezclados con tipos de la talla de Paul Schrader, alcohólicos, farloperos y conocidos actores de televisión. Gracias a la mediación de uno de los que controlaban el cotarro, amigo común, nos relacionamos con jóvenes promesas de la pantalla. Escuchándoles, observándoles… pensamos y surgió una primera idea. ¿Quién podría, hoy, dar una lección de vida a este tipo de triunfadores?

Barajamos todo tipo de tratamientos, muchos horrendos o increíbles, pero al final nos decantamos por una isla, un ensayo teatral, unos electricistas, un viejo pintor y su chica, un niño salvaje, un extraño marchante de arte…
El peso de las hormigas, nombre algo pomposo, pedante si se quiere, pasó a llamarse LUZ, su título final.

Ahora, tras la nueva paliza de retocar, repasar, tachar, meditar, tras nuevas secuencias y diálogos (en donde, creo, siempre me he desenvuelto mejor) NO TENGO NI IDEA de lo que le puede parecer LUZ al resto de los mortales. ¿Una pedantería? ¿Una joya? ¿Una mierda absoluta? ¿Una peli entretenida, pasable a secas? ¿Una rareza improducible? Esto último casi seguro, pero tengo muchas esperanzas en que Luis, con ayuda, pueda levantar el proyecto, que es bonito y al menos distinto de lo que se rueda en este país.

Por lo menos sé que estoy aprendiendo. Estamos aprendido juntos. Luis me ha enseñado a pulir, a no conformarme, a hacer mil preguntas, a no ser discursivo, a pensar en imágenes, a sobrevolar el texto para verlo desde arriba, en pequeño. A ser más sincero y menos tópico. Crucemos los dedos.

Nota: Si alguien que lea esto está interesado en producir o coproducir LUZ, ya sabe dónde encontrarme.

viernes, agosto 19, 2005

PORNO ARTÍSTICO



Ayer sufrí en DVD una película que me perdí en las salas y que había causado cierta polémica en los festivales a los que acudió. Nine Songs contenía, decían, escenas explícitas de sexo entre la pareja protagonista y alguna lumbrera de la crítica la definió como el primer “porno dogma” de la historia.

Lo primero que hay que aclarar a alguien que cometa el error de alquilarla es que se trata de una de las películas más horrendas que se han rodado en lo que va de década. No tiene historia ni personajes, está torpemente rodada y sus interpretaciones (sólo intuidas entre casquete y casquete) carecen de alma. La “aportación” de este nuevo bodrio de Michael Winterbottom (y van…) es que el actor Kieran O’brién y la actriz Margo Stiller practican el sexo frente a la cámara de su director, es decir: follan una y otra vez, él le lame suavemente el coño a ella y ella le chupa con empuje la polla a él.

El dilema moral y creativo que plantea Nine Songs es la necesidad o no de que en una película de contenido sexual se obligue (o proponga) follar a los actores. Por una parte, se supone que rodar polvos verdaderos aporta mayor realismo al film y a la interpretación, pero por otra se corre el peligro de llegar a lo que llega el porno en general: a lo meramente genital.

El sexo en films no pornográficos no es nada nuevo en la historia del cine. Ahí está la leyenda de que Jack Nicholson y Jessica Lange se lo hicieron de verdad en El cartero siempre llama dos veces y que Kubrick, obsesionado por revitalizar y engrandecer los géneros cinematográficos, se planteó hacer Blue Movie, la primera película “pornográfica artística”, una obra maestra donde veríamos a los intérpretes jodiendo… quizá con Strauss de fondo.

Hay una anécdota curiosa del rodaje de Marathon Man. En una de las secuencias, Lawrence Olivier tortura a un sudoroso y destrozado Dustin Hoffman. Resulta que para preparar su personaje, Hoffman corrió por algunas manzanas de la ciudad de Nueva York para llegar totalmente roto al set de rodaje. Cuando Olivier lo observó, se acercó a él y le dijo: “Joven, ¿no podría limitarse a actuar?”. Lo mismo le diría yo a un director que quiere ver follar a sus actores o a un actor que quiere follar para ser mejor intérprete.

miércoles, agosto 17, 2005

Quita, quita...










Como todos los años antes de un viaje, nos planteamos sencillamente “ir para Asturias”, lo que significa no tener ni pajolera idea de dónde nos detendríamos. Sólo había una idea clara (la prueba está en las fotos): queríamos ver la estatua dedicada a Woddy Allen en Oviedo. Utensilios: Cintas de casete (JR no tiene CD en el coche y Apa suele hacer la selección), una nevera de plástico con hielo, birras y dos inconmensurables botellas de Rioja del 82, bañadores, toallas, algo de ropa y cámaras de fotos. Poco más.

Empezamos en Cantabria, en San Vicente de la Barquera, pueblo donde Bustamante (me juego algo a que tenían un póster del triunfito hasta en la comisaría de policía) es más importante que cualquiera de sus santos y mitos locales. Un puente precioso, un puerto bien grande y un castillo y una iglesia que JR estudiaba con deleite y Apa y yo más bien con rutinaria pose turista recorre piedras.

Ya en Asturias, comimos en Llanes, precioso pueblo con buena comida y mucho pijoveraneante. En el camino a Oviedo, paramos en la pequeña playa de Barro y nos dimos un baño relajante mientras nos cagábamos en el metro de Madrid en hora punta. Llegamos a Oviedo para dormir en una pensión de mala muerte pero con una encargada muy simpática. Esa noche salimos de copas, nos emborrachamos y yo me metí a saco con un italiano (“macarroooogggniiiii, “dorddddeliniiiii””). También me ofrecieron coca en plena calle, pero dije que no. Antes de pillar eso (a saber) me meto tiza por la napia.











Al día siguiente disfrutamos de la bellísima y armoniosa ciudad de Oviedo, nos hicimos las fotos con Woody, comimos mediocremente en un sitio de menú a 7 euros y marchamos hacia Cudillero, un pueblo fotogénico que fue seleccionado este verano por El Mundo como uno de los 50 pueblos más bonitos de España. No dormimos allí (aunque quizá deberíamos haberlo hecho) y acabamos en Tapia, donde nos cobraron por dos habitaciones claramente de más en un cuchitril de una estrella. Al menos Apa y yo disfrutamos de uno de los Riojas en su habitación hasta que empezó a roncar y me largué escopetado.

También vimos Rivadeo, Figueras, Castropol y Ribadesella y de regreso volvimos a Llanes para la “última cena”.
Como todos los años, hemos llevado a la práctica nuestra máxima del turista cómodo: Que haya siempre camas, buena comida, vino y marcha nocturna si la hay. Que a nosotros eso del camping o el saco de dormir se nos iba a dar como el culo. Quita, quita…

martes, agosto 16, 2005

SPIELBERG NO AUTORIZADO (I)



En esta primera mitad de mis vacaciones he leído una biografía que nunca pensé que devoraría con pasión y sorpresa casi continua. Me refiero a la de Steven Spielberg, director, productor, magnate y filántropo. Lo primero que llama la atención de su no autorizada biografía, escrita en 1996 por John Baxter -del que también leí su brillante ensayo sobre Kubrick-, es que más que de cine se habla de pasta gansa: sueldazos, porcentajes de taquilla, puntos de beneficios en los contratos, ingresos de taquilla, acciones, presupuestos que se desorbitan, merchandising, campañas publicitarias... ¡Hablamos del Rey Midas de Hollywood, no de Godard!

Era conveniente, me dije, quitarse los prejuicios (“¿Qué hay de interesante en ese tipo?”, me recriminó más de uno durante las vacaciones) antes de ponerse a leer sobre la vida de uno de los pilares de lo que hoy conocemos como cine -malo, regular, bueno o genial- de entretenimiento.

Spielberg, como el resto de los llamados “Movie Prats” (mocosos del cine) fue una calamidad en el colegio. Baxter recuerda que “un estudio que se publicó en los años noventa, que analizaba a las doce personalidades más influyentes de los medios de comunicación, descubrió que más de la mitad nunca terminó sus estudios, y tres de ellos, incluyendo a Ted Turner, eran disléxicos".

Lo suyo no fueron los libros sino las pelis de serie B, los seriales televisivos y las viñetas. En aquella época, cada uno de ellos escogió un referente que más tarde apreciaríamos claramente en pantalla. De Palma a Hitchcock, Scorsese a Fuller y Nicholas Ray y Spielberg a Ford y a Capra. Los primeros amigos cinematográficos del joven y ambicioso Steven fueron los elegidos estudiantes de cine en la UCLA o la USC, entre ellos Randal Kleiser (Greace y El lago azul), Walter Murch (montador de Apocalypse Now), John Carpenter (La noche de Halloween y La cosa), Basil Poledouris (compositor de Conan el bárbaro y Robocop) y David S. Ward (guionista de El golpe).

Lo primero que destaca Baxter en negativo son sus aires de trepa: Por las noches veía el preestreno que se pasaba en la sala de proyección de Universal. Al día siguiente, llamaba a los actores, a los directores y a los productores para felicitarles. William Link lo recuerda en el libro como “un gran diplomático”. “Ya entonces todos sabíamos que un día acabaríamos trabajando para él”.

El que luego sería conocido en el oficio como un despiadado negociador que escatimaba a los actores hasta el último dólar y como un adicto al trabajo sin una destacable o más bien oculta vida privada, empezó a ser considerado el mejor artífice para cambiar la faz de Hollywood y convertirlo en lo que es hoy: películas acontecimiento, marketing agresivo, estreno en centenares de salas a la vez, grandes sumas el primer fin de semana, productos derivados… Y ahí estaba Spielberg (y Zanuck, entre otros astutos productores y empresarios) para aprovecharlo. No sin poca coña, Tom Hanks, en alusión al público presente en la entrega del premio del American Film Institute, dijo: “De nuevo Spielberg está rodeado de tiburones y dinosaurios”.

La crítica de cine murió con Spielberg y compañía. Baxter, que define lo spilbergiano como “cine de consenso” (sin ofender a nadie, siempre en la línea de lo correcto), lo explica: “Los films de Spielberg fueron un instrumento para transformar el cine de argumento y personajes en uno de sensaciones. Se hicieron obsoletas las opiniones, para cuando la crítica impresa sobre el film salía publicada, su juicio era irrelevante. Igual que hoy en día.

Aun con todo, hacia la mitad de mi lectura, en un día tonto y nublado, me fui al cine con la familia, a una de Bruckheimer. De vuelta, en la parte de atrás del coche, mi hermano y yo empezamos a recordar con sincera añoranza grandes películas vistas con la familia en una sala oscura de Bilbao. Lo que más me llamo la atención es que casi todos los films citados (E.T., Gremlins, Indiana Jones, Los Goonies, El chip Prodigioso, Poltergeist…) estaban relacionadas con Spielberg. Y eso, con perdón para los maduros puristas y se diga lo que se diga en biografías sin permiso, es un envidiable legado.