martes, junio 14, 2011

2011 versus 1984

Hace sólo un mes los llamaban "NiNis". En ese insultante palabro reducían los medios a un montón de jóvenes españoles. Luego esos jóvenes se unieron por la red con otros no tan jóvenes, algunos hasta ancianos. Y se hicieron llamar “NoNos”. NO vamos a pasar una más. Y los que pensábamos que todo estaba perdido empezamos a vivir unos días muy grandes, días que me han hecho sentir orgulloso de ser español. Está siendo un gustazo ver el despertar ciudadano de gente brillante, rápida, informada y peleona, de gente imaginativa entre muchos, es cierto, bastante dogmáticos.

Y entonces la policía "actuó". Y dio candela de la buena a peligrosísima, a subversiva gente sentada en plazas y ayuntamientos. Con las manos levantadas o con sus pitos y cacerolas. ¿Qué se habrán creído estos ciudadanos cuando les hemos explicado hasta la extenuación lo que es ser ciudadano y lo que no lo es? Ellos son los “representantes del pueblo”, pero con el pueblo lejos, sin acercarse mucho a ellos y a sus canapés en las tomas de posesión de poltronas. En ese caso se llama a la pasma.

Pero entonces apareció también el LIVESTREAM, que es una sencilla cámara conectada a la red y que pueden seguir miles y miles de personas en directo, al segundo. En todo el planeta. Como escribió José Cervera, "otra vez las cámaras ubicuas fueron incómodos testigos de acciones de las autoridades. Muchos pequeños hermanos ganaban al Gran Hermano único". Y todo mientras las cámaras de vigilancia del ayuntamiento SE APAGABAN MISTERIOSAMENTE en muchas plazas. En Barcelona llegaron hasta a desalojar a las televisiones. No querían testigos. 2011 contra 1984. Porracracia, partitocracia, gerontocracia, plutocracia, dedocracia española.

En muchos medios de comunicación derechosos contaron la salvajada policial de Barcelona como si hubiera habido "una batalla campal" y "enfrentamientos". Y no los hubo. Mintieron. Muchos ocultaron las cargas indiscriminadas de policías contra manifestantes indefensos que mantenían una actitud totalmente pacífica. Las imágenes de Valencia fueron otro ejemplo. Y por primera vez, y gracias al 2011 contra 1984, todo el mundo pudo (y puede) ver las imágenes de las agresiones, las fotos de la ignominia.

Por primera vez no pudieron manipular a todo el mundo y supimos la verdad. Gracias a pequeñas cámaras y a internet. La tecnología, antes controladísima por el poder, es ahora el arma clave de la revuelta. Y a la imagen incuestionable se le sumó la literatura breve: “No es violencia gratuita, la estamos pagando con nuestros impuestos”. “¿Por qué no desalojan sus listas de imputados con la misma brutalidad?”.

Tras la agresividad policial mostrada en Barcelona, Valencia, Madrid y otras ciudades, no ha habido responsables, no ha habido ceses o dimisiones, por haber no hay habido ni un mínimo “perdonen, se nos fue de las manos”. Cero, nada. Todo lo contrario: silencio, chulería, prepotencia. Un escenario repugnante. Alarmante aunque nuestra democracia sea joven y hasta hace pocos lustros se haya usado a las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado para enterrar a gente en cal viva.

Como escribió Juan Antonio Leiro, ¿se puede hablar de democracia si, según la encuesta del CIS, los ciudadanos no creen en sus supuestos representantes? Para creer en la democracia tendríamos que creer también en el sistema político y no es así. ¿Somos antisistema? Yo “anti” este sistema sí. “Porque es el sistema el que es antiyo”. Más literatura breve. Y no sólo los políticos, cuyo silencio ante el 15-M es VERGONZOSO. Los medios y mucha gente está viendo como normal y democrático lo que no lo es. Y, desgraciadamente, eso va a crear dos maneras de ver el mundo. Antagónicas.

Para Irene Lozano “otro error habitual consiste en subrayar el carácter ilegal de las concentraciones. Es el argumento de quienes van a restaurantes que disponen de aparcacoches en nómina, es decir, que tienen normalizada la ocupación ilegal de la doble fila para que ellos no se tomen molestias. En la calle Mayor, mucho antes de que los policías se vistieran de siniestros antidisturbios, se me acercó un hombre y me dijo, señalando al cordón policial: “Te habrás fijado que ni uno de ellos lleva la placa de identificación, ¿no? Para que lo digas en las tertulias cuando hablan de la legalidad”. Dicho queda: los policías también eran ilegales. Espero que, entre regüeldo y regüeldo, los del restaurante tengan un recuerdo para el imperio de la ley. (…) El público irrumpe alegre en los escenarios donde se juega a representar al pueblo y dice que este espectáculo ya no es verosímil. Señores políticos, nadie cree ya su ritual. ¿Qué van a hacer? Amén. Escrito el sábado 11 de junio de 2011.

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