La tecnología, dicen, está hecha para hacernos la vida más fácil. Mentira. La última moda en Madrid desde hace un tiempo son los retretes con contraseña. Ya van unas cuantas veces en las que me he visto envuelto en la aterradora y embarazosa situación de entrar en un bar sabiendo que ya llegas a la taza cuando descubres que la puerta del baño está cerrada y hay una especie de calculadora que te pide una larga combinación.
La última sucedió en el bar Santander (Alonso Martínez). Venía con Frid de una comisaría en la que nos renovamos los pasaportes. Allí empezaron mis retortijones. Con toda la naturalidad del mundo, me hice paso entre la multitud que abarrotaba el lugar y pregunté a un policía por dónde se iba al servicio.
- No, aquí no hay servicios.
- ¿Cómo que “no hay servicios”?
- Cuestión de seguridad. Pero tiene dos bares aquí al lado.
- Ah… Muchas gracias.
400 personas esperando para sus nuevos pasaportes o DNIs y no había un jodido retrete “por seguridad”. Viva España.
Inquieto y nervioso, acabada la gestión de nuestros nuevos pasaportes, Frid y yo salimos escopetados hacia el veterano bar Santander. Aliviado por llegar, bajé las escaleras hacia los servicios. Y allí estaba. La infernal maquinita de la puta contraseña. Desesperado, pensando que me iba por las patas abajo, subí las escaleras y berree a uno de los camaretas.
- ¡¡La contraseña!!
- 3009-A
- ¿Pero hace falta llave? Hay una cerradura...
- No hombre, no, va con contraseña.
Vuelta para abajo. Marco. No se abre. Subo otra vez, ahora hay otro camarera.
- ¡¡La contraseña no va!!
- 3009-A
- ¡¡No va!!
- Pues es esa.
- ¡¡¡Pues no va!!!
Aparece otro camareta con un mando a distancia. Lo aprieta.
- Mire a ver ahora.
Bajo despavorido. Marco. Ahora sí. Lo logro. Me relajo. Me subo los pantalones. Me aprieto el cinturón. De repente, un ruido ensordecedor me asusta. Es la bomba. Automática, digital y con sensor láser que palpa tu culo en pompa.
Amigos, ya no se respetan ni los retretes. Pronto desaparecerán los lavabos con puertas pintadas con frases del tipo “busco polla gorda” o “república o muerte” y serán sustituidos por cagaderos High Tech en donde también jiñar va a ser inhumano y complicado.
Al menos acabamos divirtiéndonos. Frid y yo decidimos quedarnos un buen ratito en el Santander, cerca de la escalera que da a los baños, para ver pasar a los pobres madrileños que no sabían lo que les esperaba.
- ¡¡La contraseña!!
- ¡¡3009-A!!
miércoles, octubre 24, 2007
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7 comentarios:
Jajajajaja. Vaya anécdota!. A mí me pasa algo así y, como me pille de mala milk, soy perfectamente capaz de dejar el "regalito" en la puerta. Con un par.
Está claro que estas cosas se hacen adrede, para que no vayas al baño sin consumir. Lo peor es que ya no se conforman con ponerle un ladrillo a la llave... Efectivamente, amigos: el mundo de Deckard está a la vuelta de la esquina.
¿Y no hicisteis fotos? Qué raro...
XD
Mks.
infernal...si, las ciudades cada día son lugares más infernales.
¿y las bibliotecas?...vas con todos tus pertrechos para trabajar, y de repente, lo tienes que dejar todo en una taquilla obligatoriamente...
O vas a un cafetería a tomarte un café y leer, y los muy cabrones te bajan la luz, para que te largues...se trata de consumir.
Y que dices de esas colas kilometricas que hay en las comisarias para hacerse el pasaporte o el DNI electrónico. Porque no se cuanto tiempo tuvisteis que esperar, vosotros.
Yo paso por Alonso Martinez dos veces por semana o mas , y ahi veo a toda esa gente haciendo cola con cara de mala hostia. Y dispuestos a matar si se cuela algun sinverguenza o algun despistado. Viva el progreso.
Y eso, no entiendo como no hay servicios en alunos sitios. Joder! Me cago en...
Increible, pa matar al inventor y al dueño del garito.
Habrá que probar a mear en la cerradura, a ver si el ácido úrico reacciona con el metal y ni contraseñas ni hostias.
Jejejejeje. La cola en nuestro caso no fue muy larga porque para el pasaporte no había tanta gente, gabacho, pero vamos, la hora y media no nos la quitó nadie. El otra cola, la del dni era kilométrica, de hecho, era tan impresionante que a las 8:30 de la mañana ya había una cámara de televisión por ahí, haciendo preguntas a los sufridos ciudadanos.
Awake, malvada, no hicimos fotos, básicamente, porque los ataques de risa floja con lagrimones como puños no suelen ayudar mucho a eso de sacar las fotos enfocadas y sin temblequeo.
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