
La entrevista fue muy relajada y en ella encontramos lo que buscábamos: la información que habíamos encontrado en su entretenidísimo libro sobre el festival, una buena dosis de experiencias humanas y lo que se cocía entre bastidores en San Sebastián o lo que vivió en sus visitas a Los Ángeles. En definitiva: recuerdos sobre cineastas ya desaparecidos y viejas glorias casi olvidadas.
Lo mejor, en estos tiempos prohibicionistas que vivimos, fue verle encenderse su cigarrillo nada más empezar el interrogatorio. “¿Podemos?”, le pregunté. “Hombre por supuesto, no me jodas”, respondió. Así se caldea una entrevista, con los vicios y las malas uvas compartidas. “Cómo está los de darle al pitillo, qué asco”.

Lo mejor de Galán, que nos ofreció material gráfico inédito (un tesoro para nosotros), fue su llaneza a la hora de irse de vinos con nosotros tras la grabación. Hasta ahora, en las entrevistas nos habíamos encontrado con una barrera frente al los entrevistados. Unos más amables y entregados que otros, nos concedían sus tiempos y ya, y para casa. Galán no. Se apuntó -o nos apuntó, mejor dicho- a los vinos por su barrio. Y disfrutamos de la conversación, y conocimos historias sobre Bette Davis, Fernando Fernán Gómez, Oliver Stone, Robert DeNiro, Mickey Rooney o Vázquez Montalbán.
Diego Galán es un raro espécimen que te escucha como tú le escuchas a él. Aunque él lleve la ventaja en experiencia, aunque se haya codeado con la crema de la crema de Hollywood y el cine de autor mundial, te escucha con el mismo interés que tú le escuchas a él. Y eso, créanme, es rarísimo. Casi un milagro. Y me temo que en este proyecto no lo vamos a volver a encontrar. Escrito el domingo 16 de enero de 2011.
3 comentarios:
Buen barrio para tomar unos vinos.
:-D, alguien debería hacer un corto sobre vosotros dos...
Awake: Una serie. Seis temporadas.
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