lunes, enero 17, 2011

La comedia humana

No conocía a William Saroyan hasta que compré y leí ‘La comedia humana’, una historia que en manos de otro novelista podría haber sido de un empalagoso de morirse pero que con Saroyan se convierte en un relato sencillo, emotivo y humano, sobre todo muy humano.

Saroyan se acera a la frontera que separa lo compasivo de lo cursi y logra no traspasarla. No soy lector de retratos de infancia tipo ‘Matar a un ruiseñor’, tan prósperos entre los autores norteamericanos, pero el caso de ‘La comedia humana’ es distinto. La novela, escrita con una sencillez nada fácil de lograr, te atrapa desde el primer capítulo y sobre todo por el eje de su historia: la vida de un chaval que trabaja en telégrafos (Saroyan lo hizo) entregando telegramas del frente, aquellos que empezaban con el fatídico “Sentimos informarle que su hijo…”.

Saroyan era un tipo curioso. Aunque maneja imágenes fabulosas (esta novela podría ser una película inmensa en manos de un guionista competente) se tira a veces al vacío de los monólogos y sale bien parado. Uno de sus personajes, una profesora, dice: “No me importa lo que mis criaturas parezcan en la superficie. No me engañan ni los modales elegantes ni los malos modos. Me interesa lo que hay debajo de los modales de cada clase. No me importa si una de mis criaturas es rica o pobre, brillante o lenta, genial u obtusa, con tal de que tenga humanidad, de que tenga corazón, de que ame la verdad y el honor, de que respete tanto a sus superiores como a sus inferiores. Y si las criaturas de mi clase son humanas no quiero que sean humanas del mismo modo. Con tal de que no sean corruptas no me importan sus diferencias. Quiero que cada una de mis criaturas sea ella misma”.

Es extraño que una novela, casi naif en algunos pasajes, luche de manera tan tenaz y desnuda por hacer hincapié en valores que hoy resultan raros de escuchar, por los que nos tacharían de presuntuosos: honor, humanidad, verdad y corazón. No me extraña que Saroyan titulase dos de sus obras teatrales ‘La hermosa gente’ o ‘La gente que emana luz’.

Los personajes alrededor del crío protagonista (el telegrafista borrachín, su madre, su hermano, sus amigos, sus profesores y los familiares a los que entrega sus fatales telegramas) están muy bien dibujados y quedan, permanecen, tienen poso. Me alegra haber conocido a Saroyan. Escrito el domingo 16 de enero de 2011.

3 comentarios:

Explorador dijo...

Hermosa entrada. ue la novela esté publicada por Acantilado significa que probablemente es muy buena (es un prejuicio que tengo, pero suele cumplirse), así que gracias por hablar de ella, intentaré conocerlo y que me alegre haberlo hecho.

Saludos :)

Awake at last dijo...

15 euros en Casa del Libro, ¡allá voooy!

(G-R-A-C-I-A-S)

Daniel Grau Gil-Díez dijo...

Me la terminé hace un par de semanas...
Me cautivó. Amena, tierna (no cursi), detallista, fácil de leer y de las que te pegan en la patata sin darse importancia.

En mi caso fue un regalo, o sea que aún mejor.

Muchas veces estoy en desacuerdo contigo...Esta, desde luego, no.

Un saludo.