lunes, enero 10, 2011

La habitación 511

Mario Monicelli, nonagenario director de cine, se tiró por la ventana de un quinto piso de un hospital. Diego Galán se preguntó indignado en El País: “¿No tenían paliativos para ayudarle? ¿Son esas las normas de este Gobierno italiano, dejar que los enfermos se suiciden brutalmente en vez de auxiliarles? Imaginarse a un anciano de 95 años, desesperado, trepando de mala manera a una ventana para arrojarse al vacío para cortar con ello definitivamente su sufrimiento, es estremecedor. ¿Cuántas películas hacen falta, cuantos escándalos hay que provocar para que de una vez por todas se nos permita morir en paz? ¿Cómo es posible que Monicelli y quién sabe cuántos otros hayan tenido que tirarse por las ventanas para morir dignamente?”.

Hace semanas la portada del semanal de ese mismo periódico mostró a un hombre maduro sobre la cama de un hotel. Bien vestido, de pelo fuerte y canoso, miraba con decaimiento hacia la ventana de su habitación. Se llamaba Carlos Santos y fue a ese hotel a poner fin a su vida. Ya está muerto, ya no existe. Horas antes, el escritor y periodista Juan José Millás habló con él y logró uno de los reportajes más desasosegantes y raros que he leído últimamente en la prensa española.

La historia de Carlos es una historia de soledad, de muerte en soledad. ¿Qué muerte no es en soledad? Se vio desauciado por culpa de una resonancia. En ella le encontraron “el bicho”, un hijo de la gran puta llamado quiste radicular que te deja paralítico y va directamente a tu cerebro. Su futuro era perder toda energía, vivir como un anciano, dolores intensos, parálisis y cagarse encima sin poder evitarlo, ya que “el bicho” provoca el descontrol absoluto de esfínteres.

Según Millás, que confiesa con honestidad que no tuvo huevos de acompañarlo hasta el final, Carlos le miraba con una mezcla de desafío y desamparo, dos palabras que repitió dos veces en aquel reportaje. Millás dejó escrito que “el día de su muerte Carlos subió en compañía de un voluntario y una voluntaria de DMD (asociación Derecho a Morir Dignamente) a su habitación grande y luminosa. ¿Qué os parece si me pongo el pijama? preguntó a los voluntarios. Antes de que le contestaran, se metió en el cuarto de baño, de donde salió al poco en pijama y con unas zapatillas (no se había quitado los calcetines). Dobló cuidadosamente la ropa de la que se acababa de desprender y la guardó en el armario. A continuación tomó el DNI y lo colocó en la mesa, sobre un pequeño conjunto de billetes bien doblados. Muy cerca, dejó la carta al juez y a la policía”.

“Luego sacó de su cartera el bote con las pastillas, que ya había pulverizado, y las introdujo en un vaso, echando a continuación una porción de un yogur de fresa que había comprado antes de subir. Revolvió bien con la cuchara hasta lograr una masa homogénea (lo que llevó su tiempo, por la cantidad) y el yogur de fresa se puso azul debido a la reacción química. Se tomó el "cóctel" a cucharadas asegurando a los voluntarios que no estaba tan malo comparado con el aceite de ricino de su infancia. Se quedó dormido sobre las 13.40, y media hora después, en medio del profundo sueño, dejó de respirar, sin estertores, sin sufrimiento, sin dolor, escapando así a un horizonte clínico espantoso. La prensa, como es habitual en estos casos, no dio cuenta del suceso”.

Gracias a Millás sé que existió Carlos. Y gracias a él sé que existe la asociación Derecho a Morir Dignamente. Y que en ella hay gente buena que ayuda a gente como Carlos a morir, a acompañarlo al hotel y a llamar a recepción cuando todo ha acabado. Una sociedad que mientras vivimos nos trata como a niños malcriados o nos dopa con trivialidades pero no nos deja irnos de este lugar con dignidad es una sociedad despreciable. Escrito el domingo 2 de enero de 2010.

9 comentarios:

Awake at last dijo...

Es estúpido que se lograra despenalizar el suicidio pero se persiga la eutanasia, es un contrasentido similar a la permisividad del consumo propio y la persecución del tráfico de drogas.


MUCHAS gracias por el post, no había leído el artículo. Y está bien saber lo de esa asociación, sí, pero ojalá nunca tengamos que acudir a ella...

Anónimo dijo...

Pedir a una sociedad a que nos ayude a palmarla qué significa? que un médico va a verse obligado por ley a chutarte un compuesto mortal? a quién se le puede exigir eso? Será esa una forma más humana y mas digna de irse al otro barrio, con un señor con bata que inyecta una dosis en la cama de un frío hospital? Yo preferiría que mis amigos me dieran un yogurcito de chocolate con sobredosis de peyote...Y si no están, pues que haya asociaciones como la que comentas me parece cojonudo. Pero, pedirselo a la administración? Bastante manipula mi vida en vida. Ya me muero yo, oiga.

Awake at last dijo...

La cuestión no es obligar al médico, sino permitirle supervisar una muerte lo menos dolorosa posible sin ir a la cárcel por ello, porque naturalmente es muy dudoso que el Estado se prestara a sufragar eso, y en realidad no tendría por qué.

IVAN REGUERA dijo...

Awake: Estoy contigo.
NAPALM: También contigo. Es un tema delicadísimo. Eso sí: me apunto lo del chocolate con peyote. Como te rajes te enteras.

Anónimo dijo...

Creo que el Estado debe aplicarse en hacer lo más confortable posible la vida de los que, aún pasándolas tan putas, decidan vivr todo el tiempo que les quede. Ahí es donde yo le exigiría todas las atenciones.

No me rajaré. Ya tengo prometido desenterrar a un colega y llevarle a una buitrera para que pueda continuar en el ciclo de la naturaleza. Así que esto del peyote, para mí pan comido.

Awake at last dijo...

"Creo que el Estado debe aplicarse en hacer lo más confortable posible la vida de los que decidan vivir todo el tiempo que les quede"

¿Y quién no?

Por cierto, si tu colega se va a morir a cualquier país del Himalaya no hace falta que lo desentierres, allí te hacen de buen grado lo de entregarte a los buitres (a no ser que te haga especial ilusión, urgh...)

napalm dijo...

"Creo que el Estado debe aplicarse en hacer lo más confortable posible la vida de los que, aún pasándolas tan putas, decidan vivr todo el tiempo que les quede. Ahí es donde yo le exigiría todas las atenciones".

Eso es lo que he dicho, textual.

Sergio Bleda dijo...

Según un informe del 2010 el suicidio es la primera causa de muerte no natural en España.
Se habla poco de ello, pero la gente se mata en este país.

Daniel Grau Gil-Díez dijo...

Uno de los mejores reportajes que he leído en los últimos tiempos.
Millás está brillante, con todas sus manías y sus miedos tan bien reflejados...

Un saludo.