viernes, mayo 06, 2011

El hombre slow

Trabajo en publicidad. Ahí he acabado tras currar de teleoperador, en cine, en tele y como profe. Es un curro como otro cualquiera, todo tendero necesita que se conozca su tienda y sus productos… pero hasta cierto punto. Cuando en la publicidad te cuelan “valores” y “filosofía” de marca me dan ganas de vomitar. Cuando una agencia recurre a “estilos de vida” y “pensamientos” manufacturados por vendedores de colchones me dan ganas de sacar la recortada y darme un paseo.

Acabo de vivir esta sensación con una campaña, que acaba de finalizar, de la Sra. Rushmore, agencia que vende a Zapatero igual que vende unas zapatillas. Y hacen bien porque para el caso es lo mismo. Lo último que se les ha ocurrido a los Rushmore es presentar a una pareja de treintañeros aburridísimos que se pasa, como Ono y Lennon, cuarenta días en la cama. La encamada se retransmitió en directo y tuvieron Facebook y Twitter. Ella se llamaba Camy y él Iván y decían que su movida era una reivindicación para “concienciar de la necesidad de volver a encontrarse a sí mismos” con el mensaje del “Movimiento Slow”, que se materializa en una “encamada reivindicativa”. Iván por, cierto, es “ecodiseñador” y estaba con Camy en que los invitados a su cama (por su colchón desfiló gente despreciable de todo tipo) vayan descalzos.
Esta “encamada” no dejó de ser una insulsez como la de Lennon y Yoacojono, pero fue más perversa, fue una acción lucrativa para publicitar la marca Flex. En la era de las ideas muertas o en los tiempos del fin de las ideologías, las revoluciones vienen patrocinadas por un colchonero. Tal cual.

El “Movimiento Slow”, claro está, era tranquilo, pacífico, relajado, somnoliento y aburrido. Nada de levantar pavimentos, arrojar adoquines, quemar cajeros o asaltar palacios. La revolución patrocinada por Flex debía ser como el hombre de hoy: slow. Inane, trivial, vano.
Por supuesto, estos dos “revolucionarios” tenían su cama y su casa en un pisazo con vistas alucinantes a la madrileña Plaza de España. Mientras al resto más nos vale ir a currar, ellos nos ofrecían la brillante alternativa de no hincarla, de tumbarse, navegar por la red, dormitar, comer humus, purés de verduras y mierda diurética. Y para que la revolución de los colchoneros fuese adecuada debía ser asexuada. Camy e Iván no follaron. Ni se tocaron. No son pareja.
Una campaña siniestra la de Carlos Alija, director creativo de Sra. Rushmore. Con cinco millones de parados, con un millón y medio de familias sin un miembro currando, con un 50% de jóvenes sin trabajo y teniendo que emigrar, el amigo nos ha propuesto “respetar más nuestros tiempos, nuestros ritmos y disfrutar de las cosas", como dijo uno de los encamados. Hay que ser muy retorcido o muy idiota, decidan ustedes, para hacer de esto un anuncio de colchones. Escrito el sábado 30 de abril y el jueves 5 de mayo de 2011.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

¿No follaron? ¿Un mes metidos ahí y no follaron? Pues esa es muy mala publicidad para el colchón. Nunca me compraría un colchón tan frío. Menuda porquería. Flex es basura.

Anónimo dijo...

muy bueno ivan
igor

Kike dijo...

Bien dicho, hostias.

Bien dicho.