miércoles, enero 16, 2008

El pacto de Santoña

Además de un pueblo donde yo veraneo desde crío, privilegiado por una bahía única en toda Europa, Santoña es parte de la historia de España y parte de la historia oculta, por vergüenza, del nacionalismo vasco. Sabido es que en el libro de instrucciones del buen nacionalista destaca el negar la historia y después transformarla, inventársela.

‘El pacto de Santoña’, libro absolutamente recomendable y escrito por Xuan Cánadano, descubre oscuras páginas de los secuaces del PNV que a mí, en mis tiempos de ikastola (escuela vasca) me fueron vilmente ocultados y manipulados. Hasta que llegó a mis manos ‘El pacto de Santoña’ tenía la convicción de que los valerosos gudaris (soldados vascos) fueron engañados por Franco en las costas cántabras.

No fue así del todo, porque en verdad fue el engaño a unos engañadores, el PNV, partido católico y de derechas, como los franquistas, que al inicio de la guerra se planteó la posibilidad de colaborar con los militares sublevados incluso consumándose una dictadura militar.

La figura fundamental de ‘El pacto de Santoña’ es el padre Onaindía, desplazado “del papel que le corresponde en la historia reciente del País Vasco, donde el poder político y la cultura oficial mantienen su figura en un ignominioso silencio”. Onaindía, excelente párroco, creó escuelas, ayudó a los obreros y fue fundador del sindicato nacionalista ELA-STV, donde conoció al lehendakari José Antonio Aguirre, uno de sus chicos de Acción Católica.

Onaindía era “valiente, honrado, luchador, pacifista, audaz, culto y refinado”, pero con una pequeña pega para los amos del PNV: formó parte de la rendición de su ejército. Onaindía fue un hombre clave en las conversaciones con los fascistas italianos para consumar la rendición de los vascos y la consiguiente traición a su bando, el republicano, "demasiado español” para los gudaris.

Onaindía, ya viejo, publicó en 1983 un libro sobre el Pacto de Santoña, edición impedida durante 46 años. El libro no tuvo ninguna repercusión mediática y se convirtió en un libro maldito, como lo es, en cierta medida, ‘El pacto de Santoña’ hoy.

El libro de Xuan Cánadano es un libro valiente porque expresa a las claras lo poco de fiar que fueron (y son, matizo yo) los nacionalistas vascos (y catalanes, matizo también). Por aquel entonces, aquellos dirigentes que tendrían que haber dado ejemplo al pueblo cuando llegaban los franquistas a Bilbao, huyeron como ratas en barcos destinados a mujeres y niños.

‘El pacto de Santoña’, además, es un completo estudio sobre las razones de la victoria de Franco y la capitulación republicana. Las conclusiones son sencillas: Franco contaba con la aviación, con el apoyo de fascistas alemanes e italianos, con el Vaticano y con un ejército unido y disciplinado. Mientras, la República contaba con aliados tan frágiles y antagónicos como los socialistas, los anarquistas, los comunistas, los nacionalistas vascos o catalanes y los valerosos asturianos, un cóctel intragable de gente que se odiaba. Una bomba de relojería.

LEE LA SEGUNDA PARTE DE ESTE ARÍTULO AQUÍ.

8 comentarios:

Marta G.Brea dijo...

Tal como lo pintas... interesantísimo libro! Espero la continuación... Y otro que me apunto ;-)

Anónimo dijo...

Y cuando el golpe de Tejero, los putos y supuestos Gudaris corrían Pirineos arriba que perdían el culo, abandonando a “su” pueblo. En el fondo no hay política pactista ninguna. Se llama, lisa y llanamente, cagalera.

Leo dijo...

Siempre he dicho que el nacionalismo es un negocio, no una ideología ni un sentimiento. Al menos para quienes dan la cara por "su" pueblo desde la poltrona de un partido nazi, perdón, nazi o nalista. Ondeando la bandera del nazi o nalismo, usándola para manejar masas de borregos, hay gente que vive muy bien sin dar ni chapa. Y cuando ya no se viva tan bién de eso, pues se cambiarán de chaqueta y punto, y si hay que dejar en la estacada a quienes se han creído el bulo, pues se les deja. Los viejos colegas de A Palo Seko ya ilustraron eso de manera genial en una de sus canciones, "dedicada" al finado Francisco Fernández Ordoñez, en cuyo estribillo cantaban:

"Primero fascista, luego centrista, ahora socialista. ¿Quién me lo puede explicar?".

Pues eso ;-).

Awake at last dijo...

Cuando mi abuelo hablaba de la guerra, siempre recordaba la frase que Julián Besteiro dirigió a Largo Caballero cuando éste pedía que la gente saliera a las calles a luchar con lo que tuvieran:

"Camarada Largo Caballero, kilómetros de caqui forman un ejército".

O sea, que sí, que lo raro es que el frente republicano no cayera antes, recuerda la pelea por iniciar la marcha en la plaza de Cataluña, etc.

Mks.

Otis Driftwood dijo...

Mi teoría es que el nacionalismo es fruto de la falta de sexo. A un tipo bien follao no se le ocurre salir de su casa a quemar contenedores por la represión de Euskal Herria. En cuanto a ellas, no hay más que ver una foto de las líderes del Partido Comunista de las Tierras Vascas...

Pascal decía (parece que en este blog molan las citas) que la clave de todas las desgracias del ser humano radica en su incapacidad para quedarse tranquilo en su casa. El caso es que viene a ser lo mismo: un tipo capacitado para disfrutar de la lectura, la música, el cine, los viajes y esos otros grandes y pequeños placeres que hacen que merezca la pena vivir no los aparca para luchar por la normalización lingüística del bable.

También estoy con los comentarios anteriores sobre la base esencialmente económica del nacionalismo, lo que hace que me produzca especial perplejidad el nacionalismo de izquierdas.

P.D.1: Yo también he leído sobre la huida del entonces lehendakari Garaicoechea a Francia durante el 23-F mientras Pujol (¿alguien se imagina a este hombre follando, por cierto?) le echaba un par y se mantenía en su puesto, tranquilizado por una llamada del Rey.

P.D.2: Bien pensado, a mí en el fondo la unidad de España me la pela, porque personalmente -aunque entiendo que tendría efectos negativos en la economía- me da igual que el mapa de España tenga forma de piel de toro o de queso gruyere. Ocurre que el triunfo del nacionalismo me parecería el de la iracionalidad pseudomítica sobre el sentido común.

Anónimo dijo...

El magnífico comentario de Otis, me provoca varias reflexiones. Es cierto lo de la imagen de las abertzales, que, aparte de feas y con pinta de guarras, deben ir todas a la Peluquería Borroka, donde las cortan el pelo con el hacha del emblema de ETA. ¡Si van todas “peinadas” igual”, qué adefesios!
Y ya no sólo serían los efectos económicos negativos lo que supondría el desgajamiento de España –sobre todo para ellos, conste-, ni los mitos más que ideas en los que se sustenta el nacionalismo, sino que no debemos dejar al pie de los caballos fascistas -o radicales de izquierdas, es lo mismo- a tantos conciudadanos. ¡A por ellos, que son pocos y cobardes!

IVAN REGUERA dijo...

Wallander: OTIS escribe con una coña alucinante, pero se niega a tener blog el muy capullín.

Y tiene razón, pero aunque la patria también me la sude, creo que es una cuestión de lucha contra el fascismo, como bien dices.

Y aquí no hay medias tintas. Nos jugamos que en ciertas zonas de MÍ PAÍS se despliegue el odio y la limpieza étnica, económica o cultural.

Y la estética, porque hay que ver a las nekanes...

¡¡Casi nada!!

Anónimo dijo...

Mi abuela es de Santoña (de familia conservera) y me ha contado historias de la guerra civil allí, de un alcalde que tuvo que salir a defender a los que querían matar "los rojos", de su padre que tuvo que montarse en un pesquero para Francia...etc...

En fin, la pobre terminó en el sitio más lejano posible, casándose con un soldado de La Línea con 20 años. Y es curioso, pero en 60 años, no se le pegó nada nada de andaluza. De Santoña hasta la médula.