viernes, octubre 22, 2010

ARDE PARÍS

Hace unos días estuve grabando en París con Israel y NAPALM, quien, con buen tino, nos recomendó volvernos un lunes, y no un martes, por la huelga salvaje que se avecinaba. Acertó. Nos libramos. He visto imágenes de jóvenes franceses quemando coches, arrasando escaparates, montando barricadas, gritando a los gendarmes y cagándose en la putísima madre de Sarko. Frente a nuestros sindicalistas trasnochados y apalancados, esos puretas que organizan huelgas a tres meses vista y con las vacaciones por medio, los sindicalistas y estudiantes franchutes sacan a la calle una frase demoledora y generacional: “No queremos vivir PEOR que nuestros padres”.

Y no paran. Para hoy han anunciado otra huelga y más broncas. No quieren parar hasta que los "ajustes", perpetrados después de que los supuestos representantes de los ciudadanos hayan salvado a los bancos de su codicia, se corrijan. No quieren consentir tener que jubilarse a los 62 (en España hemos aceptado que sea mucho más tarde), no quieren aceptar un atropello que los economistas llaman “inevitable”, esos que han difundido el cuento del “riesgo moral” para justificar lo injustificable, esos que dicen que estas son las “reglas de juego” y que no hay otras reglas, ni otro juego.

¿Y si es mentira? ¿Y si se rompe la baraja? ¿Qué pasará en Francia? Nadie lo sabe. ¿Podría ser un ejemplo para el resto de europeos? Imaginen. Yo, inocente, sueño un poco. Casualmente, uno de los entrevistados de nuestro documental, un sesentón, nos mostró orgulloso una película inédita rodada en pleno mayo del 68. Nosotros también podríamos haber grabado algo, teníamos dos cámaras y sonido. En el tren de vuelta, me imaginé quedándome para grabar aquello. Imaginé que era un niño de papá con pasta, no regresaba al curro y grababa como loco. Lástima.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ya lo decía Bogart: "Siempre nos quedará París". Y Pérez-Reverte: "A veces creo que esto no tiene solución. Que este país irresponsable, históricamente enfermo, está condenado a repetirse a sí mismo hasta la traca final. Y en cada ocasión recuerdo lo que, de niño, oía a mi abuelo paterno, que era lúcido, culto, republicano, y usaba sombrero, sobre todo para quitárselo ante las señoras: «Arturín, aprende francés, que es muy triste ir al exilio sin hablar idiomas»". Vive la France.
Otis

IVAN REGUERA dijo...

OTIS: Muy bueno. Una pena que yo sea tan perezoso para los idiomas.

Y digo yo que lo de los vinos habrá que retrasarlo por el "lío embarazoso" de Clot. ¡Y cuando toque que invite!