lunes, abril 23, 2012

Ella también


Paseo de la Castellana. Cutre sinfonía de cláxones. Banderitas y bufandas blancas. Loró, loró, loró, soy apañol, apañol, loró, loró, loró. Vengo del barrio de NAPALM, obrero, mejor que el mío, momificado. Entramos en un garito porque NAPALM quiere ver el Mandril-Barza. A mí me la trae floja, pero acepto. NAPALM pasa desapercibido entre el personal con su look de chandalero mafioso. Yo, que parezco un conductor de autobús, también.

Gintonic y guailabelcola. El camarero y dueño del local tararea algo muy bajito. Tralaralaralaralara. Es un tipo extraño, de mentón marcado, mirada ratonil. Ellas son las que más llaman la atención del garito. Pocas imágenes son tan tristes como la de tías en un bar barato mirando sin ganas un televisor polvoriento que emite fútbol, deporte asexuado y aburrido, como aquellos hombres que las acompañaban hasta el bar y las abandonaban por Chumario Rosario. Gritos, sollozos. Uuuyyyyyy… No-me-jodas-hombre-que-eso-era-una-falta-como-la-copa-un-pino-anda-que-te-den-pol-culo-hijo-puta. Uno de los machos hace aspavientos. Los demás le responden con otros gestos. Se reconocen. Sólo les falta olerse el ojete.

El camarero no para. Tralaralaralaralara. O tiene un retraso o tiene los nervios hechos un cisco. Su mujer, bastante machacada y de pelo aceitoso, conoce su tic y le  avergüenza que me haya dado cuenta. Otro gintonic y otro guailabelcola, por favor. Tralaralaralaralara. Ella también se aburre mortalmente. Escrito el domingo 22 de abril de 2012.

1 comentario:

napalm dijo...

jajajajajajajaajajaj