lunes, marzo 07, 2011

De fiscalías y asociaciones

La Fiscalía de Barcelona ha presentado una denuncia contra el director del Festival de Cine de Sitges, Ángel Sala, por exhibir (una sola vez, en un pase para adultos y de madrugada) A serbian film. La fiscalía acusa a Sala de un delito de exhibición de pornografía infantil porque en la peli, DE FICCIÓN, muestran la violación de un bebé recién nacido (un muñeco). Adivinen quién está detrás de la denuncia. Sí, una asociación “de defensa del menor” que ya consiguió prohibir proyectar la película en la Semana de Cine Fantástico y de Terror de San Sebastián.

Lo he escrito y lo repito: seguimos viviendo bajo el control de los ofendidos (las asociaciones), que han sustituido en el poder a esos grupos religiosos que bastante daño hicieron a la ficción durante décadas. En España y en otros países cada poco tiempo alguna asociación se queja ante la “ofensa” de un film porque contiene sexo o violencia. Ante estos ataques nos enfrentamos a algo gravísimo: los cineastas se lo piensan antes de arriesgarse a ofender a sexos, razas, religiones o ideologías. Por eso las películas cada vez son más amables, dóciles y mansas.

Seguimos lanzando cortinas de humo contra la ficción (de buen o pésimo gusto, ese es otro debate) pero nada hacemos contra lo que a muchos nos ofende y vemos de juzgado de guardia: el teletimo, la telebasura, la política basura, el trabajo basura, el consumo basura, la estafa legalizada o la imparable propagación de valores repugnantes. Eso que las fiscalías y las asociaciones no tocan por razones que desconozco pero sospecho. Seguimos perdiendo el tiempo con la pobre ficción cuando no tenemos ni puta idea de comprender, confrontar o corregir la realidad.

Y el que pagará todo esto es el cine, los cineastas, los espectadores y la libertad. Pauline Kael hizo en los setenta un diagnóstico sobre el cine que todavía sigue vivo: “Estamos presenciando la llegada de un nuevo puritanismo cultural, la gente quiere cosas inofensivas, encantadoras o se conforma con la sobriedad impostada.”

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