“Cosas papá, cosas. ¡Tú sólo me has dado cosas!”, gritaba Paul Newman a Burl Ives en La gata sobre el tejado de zinc, de Richard Brooks. Nosotros podríamos berrear lo mismo ante la gran máquina (enterremos la desfasada palabra sistema). “Cosas. Sólo me das cosas, hija de perra”.
Desde hace ya casi un año, he optado por cavernicolizarme, voy hacia atrás en la evolución humana. Mientras la peña anda ciega comprando la nueva pantalla de ectoPLASMA, el nuevo juego de la PLAY-Stastonto, el último IPeDo, el super necesario BLUEtufo, el rutilante eMepe 3 o el eMePe sus muertos, yo decidí quitar cosas, papá, cosas, de mi anónima existencia.
Cuando se me jodió la cadena de música, metí los discos en el cacharraco de DVD. Y tan amigos. Cuando Timofónica me estafó a golpe de teleoperador, adiós ADSL, tiro con un peneDRIVE de esos para guardar esto que leen y tan amigos. Ni e-mails, ni cojones. ¿Teléfono? Móvil de troglodita generación y tan amigos. Ah. Y sin contrato, off course.
Cuando me instalé en mi pequeño estudio en Capitán Haya, tenía una tele que servía de reproductor de CeDeses y DeuVeDeses, pero no tenía los canales sintonizados. Sólo se veía Telecinco, el resto con niebla o directamente ni se veía.
Una noche invité a NAPALM a cenar a mi cueva para que la conociera. NAPALM es, más o menos, un manitas en la cosa electrónica, así que se lo comenté. Él, tras sorber un poco más de Rioja y darle una calada a su Chester, me miró y respondió:
- Friend… ¿Estás completamente seguro?
- ¿De qué?
- ¿Quieres tener sintonizado el televisor?
Enseguida vi por dónde iba el muy cabrón. Lo pensé unos segundos y le dije que no, que se olvidase. Me levanté y fui a preparar los solomillos mientras en el cacharraco de DVD sonaba el viejo Cole Porter.
Desde ese día, pertenezco a esos extraños ermitaños intelectualoides acabados que no ven la televisión en casa pero, paradójicamente, trabajan en la tele. Sí, yo soy de esos que dice que NO VE LA TELE y lo dice DE VERDAD, ¡y encima curra para ella! La de Dios.
Los extraños ermitaños intelectualoides acabados no nos llevamos curro a casa. La cadena para la que trabajo tiene una web estupenda con muchos vídeos.
Y los extraños ermitaños intelectualoides acabados leemos más, y escribimos más y mejor, y pensamos y soñamos, y lloramos y nos descojonamos solos más y mejor. Y escuchamos a Sinatra, y fumamos un piti, y vemos, desde un octavo, golondrinas sobre el cartel del hotel Meliá Castilla, o pasar los aviones que despegan en Barajas. Y tan amigos.
Este verano, en casa mis padres, he podido dar un breve repaso a la programación televisiva. ¿Y? Lo de siempre. Cosas, cosas, cosas, cosas, papá. ¡Cosas!
Fotos: Mi tele “encendida”, escupiendo a Sinatra.
jueves, julio 24, 2008
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5 comentarios:
Jajajaja. En eso tú y yo nos parecemos. Bueno, yo no rechazo tan radicalmente la tecnología. Al contrario. Lo que procuro es usarla en su justa medida y no dejarme poseer por ella, porque ese es el problema: el error no está en el progreso tecnológico, si no en el MAL USO que generalmente se hace de él. Yo por ejemplo sigo con mi PC de 5 años de edad y mi móvil de tres (una eternidad en términos de evolución tecnológica), y para lo que los uso me bastan y me sobran.
Lo que sí es cierto es que las personas inteligentes procuramos separar laburo de vida privada. El trabajo te hace odiar lo que te gusta. Me pasa a mí con los ordenadores, mismamente. Yo los uso para divertirme jugando, cosa que no puedo hacer mientras trabajo evidentemente, pero en casa me niego a "cacharrear" y a hacer experimentos en plan Juegos de Guerra, que para eso ya tengo bastante con la mierda del curro...
Por cierto, el de antes era yo. Cosas de rondar por los foros de Speccy.org, oigan. :p
Leo: Ya decía yo que me sonabas...
¡Wow, tío, pero qué auténtico que eresssss!
ANONIMO: Yo es que soy un guay. En cambio tu comentario es de un currado, de una sutileza y profundidad... Ay.
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