Uno de los mayores logros personales y profesionales de Woody Allen fue mostrar una absoluta indiferencia hacia el éxito y, “desgraciadamente, hacia la vida en general”. Al rechazar la fama y sus premios, logró un milagro en Hollywood: trabajar sin interferencias creativas, aunque sí con algunas trabas económicas. El sacrificio mereció la pena.
En una ocasión, un ejecutivo se plantó delante de él explicándole “lo que funcionaría” en una de sus obras. Su respuesta fue: “A lo largo de mi vida he ganado más de un millón de dólares sin necesidad de escuchar a hombres vestidos con traje azul”. En otra ocasión, un tipo interesado en financiar uno de sus proyectos le pidió una sinopsis de cinco páginas. Respuesta: “Yo no escribo sinopsis de cinco páginas ni para mí”.
Desde que dejó aquellos tronchantes films setenteros para pasarse al cine más “serio”, Woody fue atacado por aquellos que no entendían que perdiese el tiempo con ese tipo de cine. En estos casos, Woody siempre respondía “Supongo que estás en lo cierto” para, posteriormente, seguir haciendo lo que se le ponía en el clarinete. Y lo gracioso es que volvió a esas comedias ligeras y entonces la gente le preguntó: “¿Por qué te ha dado por hacer comedias ligeras?”
En fin, como dice él, “hay que hace lo que a uno le pide el cuerpo, y si a la gente le gusta, tienes suerte”. Y cuando no tienes suerte te odian, pero no pasa nada. “Si tu trabajo no tiene éxito o no gusta, te van a odiar y no tienes ningún derecho a esperar que no lo hagan. La gente tiene todo el derecho del mundo a odiarte”.
En un discreto estreno de Otra mujer, en 1987, Woody se sienta con la gente en el patio de butacas, entre ellos setenta y cinco técnicos del film. Woody los señala y dice: “Hay más gente aquí de la que verá la película”. Es una anécdota real. Hay pocos artistas como él, pocos que se estrujen tanto la cabeza para saber si su historia gustará y que, paradójicamente, piense menos en el público.En una ocasión, un ejecutivo se plantó delante de él explicándole “lo que funcionaría” en una de sus obras. Su respuesta fue: “A lo largo de mi vida he ganado más de un millón de dólares sin necesidad de escuchar a hombres vestidos con traje azul”. En otra ocasión, un tipo interesado en financiar uno de sus proyectos le pidió una sinopsis de cinco páginas. Respuesta: “Yo no escribo sinopsis de cinco páginas ni para mí”.
Desde que dejó aquellos tronchantes films setenteros para pasarse al cine más “serio”, Woody fue atacado por aquellos que no entendían que perdiese el tiempo con ese tipo de cine. En estos casos, Woody siempre respondía “Supongo que estás en lo cierto” para, posteriormente, seguir haciendo lo que se le ponía en el clarinete. Y lo gracioso es que volvió a esas comedias ligeras y entonces la gente le preguntó: “¿Por qué te ha dado por hacer comedias ligeras?”
En fin, como dice él, “hay que hace lo que a uno le pide el cuerpo, y si a la gente le gusta, tienes suerte”. Y cuando no tienes suerte te odian, pero no pasa nada. “Si tu trabajo no tiene éxito o no gusta, te van a odiar y no tienes ningún derecho a esperar que no lo hagan. La gente tiene todo el derecho del mundo a odiarte”.
“Richard Schickel escribió en una ocasión un ensayo muy bueno sobre mí en el que decía que mi público me abandonó. Pensé que eso era lo único en que se había equivocado, pues fui yo el que los abandoné a ellos, y no ellos a mí. Resulta irónico que haga películas con fines de evasión, pero no es el público quien se evade, sino yo. A veces cuando me miro en el espejo y me veo reflejado en él me digo: ‘Eres Allan Konigsberg, de Brooklyn. ¿No deberías estar comiendo en el sótano?’” (Ríe)
Tenemos derecho a odiar al Woody actual, pero hay que reconocer que ha trabajado como un jabato y que ha sabido aprovechar su suerte. Como él mismo reconoce, los juegos de magia que estudió al dedillo en su infancia le han funcionado, porque en una casa de putas como Hollywood ha dado el pego durante décadas, sus trucos han colado y ha seguido haciendo lo que le ha dado la real gana. ¡Abracadabra!
CONVERSACIONES CON WOODY ALLEN (I)
Escrito la noche del miércoles 6 de mayo de 2009.
3 comentarios:
Quienes todavía le queremos, quienes pensamos al salir del cine que El Viaje (o El Sueño, no me acuerdo) de Cassandra es una obra maestra,quienes reimos la coña del master de identidad catalana te saludamos enardecidos, Iván.
Y nos sentimos muy orgullosos (aunque esté feo decirlo) de llevar veinte años a la espalda de adoración por un tipo como este.
Yo me quedo con esta frase: “hay que hacer lo que a uno le pide el cuerpo, y si a la gente le gusta, tienes suerte”. Son cosas como estas las que hacen grande a Woody, aun en su decadencia.
Efectivamente, ocurre muchas veces que para acabar gustándole a la gente hay que procurar pasar de ella lo más posible, haciendo directamente lo que te salga de los cojones, siendo tú mismo y punto. Es como ligar: cuanto menos caso se hace a la persona que te mola, por lo general más atención suele prestarte...
FRANCISCO: Yo soy un fan despechado, pero no llego al nivel de Chapman. Al Woody lo que es del Woody.
LEO: Nunca había pensado en esa relación con el ligue, pero la tiene...
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