Los niños de hoy poseen y codician miles de soportes digitales donde lo guardan todo: canciones, juegos, películas, series, sonidos, fotos y vídeos propios, programas para comunicarse con otros… hoy el papel pinta cada vez menos, igual que el plástico. Tienen mala fama, no son sostenibles.
Mi infancia, como la de unos cuantos que seguirán este blog, olía a pegamento de colección de cromos, a merienda saturada en grasas, a la saliva para pegar la calcomanía, a Plastilina, a Blandiblú, a la pólvora de los pistones de las pistolas que imitaban a las de tus ídolos de la tele, al repugnante regaliz de palo, al Drácula de Frigo, a Flash, a Tigretón…
Si a alguien le suena esto y quiere pegarse un chute nostálgico de primer orden, lo que se dice droga dura y nada adulterada, háganse con los dos volúmenes (a falta de un tercero por llegar) de ‘Papel y plástico’, de Astiberri Ediciones. Los libros, maravillosamente maquetados y diseñados, los firma Óscar Lombana, uno de esos treintañeros que han compartido infinidad de historias privadas con los Click de Famobil, Mazinger Z, los Madelman, los Montaplex, los Airgam Boys, el Auto-cross, el Ibertrén...
‘Papel y plástico’ se gestó en 2006. Lombana se puso a apuntar todas las cosas que le transportaban a su infancia. A la mía. Una vez apuntado, se dispuso a buscar todo aquello. Una tarea titánica. Le ayudaron, entre otros, la Librería Totem de Bilbao y el Museo de los Juguetes de Sant Feliu de Guíxols. Lombana ha dicho que espera que el proyecto sirva “para transmitir la gratitud de nuestra generación a todos aquellos autores, muchas veces anónimos, que formaron parte de nuestra vida.” GRACIAS.
En el prólogo del segundo tomo de ‘Papel y plástico’, escribe Nacho Vigalondo: “Los más jóvenes ya no tendrán la oportunidad de reencontrarse, porque la pérdida se vuelve imposible. La sintonía de Pocoyó nunca desaparecerá de Youtube. Los tebeos están escaneados. Los juguetes, catalogados de forma infalible. Los videojuegos se pueden descargar una y otra vez. Las nuevas generaciones no tendrán su ‘Papel y plástico’. Somos nosotros, treintañeros que vimos Blade Runner en Sábado Cine, los últimos en poder ejecutar el ritual de redescubrimiento, para nuestro disfrute o vergüenza”.
martes, enero 26, 2010
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