jueves, diciembre 11, 2008

Yes We Can (fin de la crónica neoyorquina)

Luis tenía un apartamento, en el 85 de Adams Street, que enseñaba orgulloso a las visitas. Era un piso veinte, con portero uniformado, gimnasio, luminoso, con unas vistas espectaculares de Manhattan y Brooklyn (ver fotos) y decorado con gusto exquisito. Entre la decoración, destacaba un busto en el que colgaban innumerables medallas deportivas. Bronces, platas y oros. No vi casi libros. Su mujer, Laurence, vascofrancesa, hizo de perfecta anfitriona, sirviéndonos café, tostadas y un surtido de quesos y fresas.

Todo fue de perlas al principio. Mi hermano y yo nos sentimos comodísimos con la acogedora pareja. Y digo al principio porque Luis, de físico gaucho pero de mentalidad y alma yanqui, decidió darnos una clase de lo que, al parecer, significa ser norteamericano.

Cómodos, como digo, Natxo y yo nos soltamos y le confesamos que la ciudad era magnífica, pero la mentalidad y el ritmo de vida del neoyorquino se nos antojaba, a primera vista, demasiado estresante y ambiciosa para dos españolitos sin demasiadas querencias materiales. Había cosas yanquis que no nos molaban nada, como eso de la sanidad privada por huevos, los telepredicadores, el ritmo frenético donde no veías descansar de verdad a nadie, los empleados sin contrato que dependen de su esfuerzo en lograr grandes propinas, los altos precios…

Luis, sentado cómodamente en un caro sofá, con voz casi inaudible y ritmo lánguido, nos explicó que Nueva York estaba diseñada para captar, acoger a gente de un talento… especial. Si tenías un talento, nos dijo, la cuidad te atendería. Y puso un ejemplo, mientras su mujer lo escuchaba sentada en un taburete de su cocina americana. Seguramente, era una matraca que ya había oído en otras ocasiones.

“Si tú eres un buen peluquero de señoras, puedes montar, por ejemplo, tu cadena de peluquerías en Manhattan”. Luis no nos descubrió que te podrías montar tu peluquería, no, dijo “tu cadena de peluquerías”. Mi hermano y yo nos miramos. Los dos le respondimos con un “Está claro” y “Total”, mientras pensábamos para nuestros mediterráneos adentros que de qué cojones estaba hablando el menda.

Tras un flemático sorbo de café, Luis prosiguió. “Aquí el ritmo es otro. No nos podemos permitir el lujo de pararnos a tomar un vino o un café porque hay mucho que hacer para pagar esta casa y mi casa en España. Pero este es el país ideal para ganar dinero. A diferencia de Europa, en Estados Unidos crear una corporación es tan fácil como hacer un trámite de 15 minutos en internet y luego ir al banco. En una hora tienes registrada legalmente una corporación”.

Mientras disfrutábamos del queso que nos había servido Laurence, no dábamos crédito. Corporaciones decía… ¿Y por qué los norteamericanos se definen llamándonos a los demás holgazanes de mierda? ¿Nos estaba diciendo que todos los miles de sirvientes negros y latinos que están puteados en la city no tienen un “talento”?

Natxo, zorro, pasó a hablar de la importancia que se le da a la familia en España, algo que se percibe muy discretamente en el ambiente yanqui. Luis nos respondió con otro ejemplo: “Mis hijas son nadadoras y compiten por todo el mundo”. De ahí las medallas del busto. Cuando le preguntamos por ellas, Luis respondió que una, con 21, ya tenía su piso y se ganaba la vida y que otra tenía 13 y estaba a dos horas de la ciudad en un colegio de lujo donde “habían estudiado los Kennedy”. U-A-U.

“Está claro” y “Total” es lo único que nos salió por la boca, aunque lo que pensábamos era otra cosa. En resumen: Friend, ganas en un día lo que yo en un mes y no te permites el lujo de tener a tu hija de 13 años en casuca porque la has metido en un internado. Wonderfull. Nos queríamos ir, y a pesar de discrepar le agradecimos su atención, pero no hizo falta un gesto maleducado. Luis, agente inmobiliario, había quedado para una cita. Estábamos a sábado.

Horas después, en la Zona Cero, un negro se nos acercó para vendernos postales. En ellas se veía a uno de los dos aviones estallando contra una de las dos torres. Una postal turística llameante. Se lo juro por Armani. Poco más tarde, descubrimos un escaparate de ropa de lujo. En él se podía leer: “Yes We Can” (ver foto). De todo, absolutamente de todo hacen dinero los yanquis. No hay evento o lugar que no tenga “la tienda de” ese evento o lugar. Todo lo mezclan con el money.

Y el nuevo producto rey se llama Obama. Lo vimos en la tele, en camisetas, en libros, en postales navideñas, en chapas, en pegatas, en tazas… El presi descafeinado ha logrado categoría icónica de Che Guevara. “Yes we can”… ¿QUÉ?

Pero no acabemos con un final amargo, amigos. Nueva York es la de Dios, hay que visitarla, disfrutarla. Y como bien me recordó NAPALM, mis queridos músicos de The Band confesaron que la primera impresión que tuvieron de la cuidad fue de rechazo… hasta que la conocieron mejor. Ya habrá momento para ello. Otro año. Otra década. Otra vida.

Escrito la noche del 10 de diciembre de 2008.

12 comentarios:

lys dijo...

Deja un sabor agridulce al que uno no se resigna, por eso en vez de decir Goodbye se dice I`ll see you... some other time.


Los "nuevos" americanos se sienten y tienen que demostrar, que son más americanos que nadie.

Un saludo

IVAN REGUERA dijo...

Lys: Sí, sólo hay que ver esa cama con la banderita...

Anónimo dijo...

Buena crónica en conjunto; debo confesar que estuve a punto de ir, pero no fui (a N.York, no obstante, creo que los motivos por los que guardo cierta pereza están descritos en tus dos posts con lujo de detalles. ¡Qué despersonalización! cuéntanos si te sucedió algo en la aduana o si te prohibieron fumar más de la cuenta, y te darás cuenta que por más Obamas que haya, el pueblo americano es pelín reaccionario

IVAN REGUERA dijo...

Dani: Le compramos un bastón a mi Aita. Un bastón con punta de hierro. Imagínate la movida en el aeropuerto, descalzos, con el pasaporte en la boca, sin cinturón, con un negrata que decía que con eso se podía secuestrar un avión... ¡¡TODOS AL SUELO, LLEVO UNA MAKILA LETAL!!

En fin.

Weidner dijo...

Pues no envidio en nada a Luis, salvo en una cosa: lo sencillo que es en USA el procedimiento administrativo de crear una empresa. Aquí, quien se meta en tal aventura se pierde en burocracias.

Bueno, tanto trabajo no les permite reflexionar a los neoyorquinos sobre lo que tienen muy cerca y donde van a ir a parar si no tienen éxito que es aquí:

http://www.hartisland.org/

Salu2

Awake at last dijo...

Igual si le tocáis un poco más las narices os pega dos tiros, ;-P

Mks.

Anónimo dijo...

Si no se tiene a nadie a quien restregarle lo que has logrado en la vida, lo fantástico que es tu piso y tus muebles, no se es nadie.

Aquí y allí es lo mismo. Aunque ir por la calle buscando gente para ello, resulta algo compulsivo.

IVAN REGUERA dijo...

Weidner: Escalofriante documento.

Awake: Imagínate, acabar como John Lenon... ¡Un mito!

Manuel G: Creo que lo que hizo con nosotros ya lo había hecho antes. La mujer no se sorprendió al vernos en su casa.

Leo dijo...

En fin, "no hay peor inquisidor que el judío converso", dicen ;-).

A mí me cabrean estos defensores a ultranza del "American Guay of Life" ese que, oh casualidad, suelen ser todos "nuevos ricos" (en el más amplio y peyorativo de los sentidos) o gente con pelas en general. Me recuerda un poco a la secuencia de Roger y Yo (de Michael Moore), en la que un grupo de ricachones acusaba a los despedidos de Flint de no querer currar... mientras ellos le daban un poquito al golf. Demencial, vamos.

Yo no sé cómo hubiese reaccionado ante la misma situación en la que estuvisteis vosotros con aquel pendejo, pero si me hubiese leantado ese día con el pie derecho, que es mi pie malo porque yo soy zurdo, a buen seguro le habría contestado que lo que me contaba podía ser cierto hace sesenta o setenta años. Hoy día los USA están dominados por.... corporaciones, y como ya aventuró Coppola en Tucker, a través del personaje del propio Tucker, la tierra de las oportunidades ya no es tal desde hace mucho tiempo. El que no sepa a qué me refiero, que se ponga el discurso final de Jeff Bridges en la peli y ya me dirá si es cierto o no.. ;-).

IVAN REGUERA dijo...

Leo: Me acabas de alegrar la mañana recordando esa gran (y olvidada) peli de Coppola. Su peli más autobiográfica hasta la fecha, por cierto.

Leo dijo...

IVAN: Nada, pa eso estamos. Ánimo que ya es Viernes...

Anónimo dijo...

Es triste. Tener todos los bienes que deseas, y sin embargo vivir con una ansiedad que te obliga a tener que ir buscando a gente por la calle para mendigar la admiración ajena.

Nueva York debe ser terrible.

Enhorabuena, a lo mejor, has retratado, con esta anécdota, la cara más verdadera del capitalismo, o sin más, del ser humano.