Ella: ¿No has aprendido nada de esta huelga? ¿Por qué te asusta tenerme a tu lado? ¿Sólo tienes dignidad quitándome la mía?
Él: ¿Hablas de dignidad después de comportarte así?
Ella: Sí, hablo de dignidad. Los jefes anglos te desprecian y por eso los odias. “Quédate donde estás, sucio mexicano”, eso dicen. ¿Por qué me mandas que me quede donde estoy? ¿Te sientes mejor teniendo a alguien por debajo?
Él: ¡Calla, dices tonterías!
Ella: ¿A quién pisotearé yo para sentirme mejor? ¿Y de qué me serviría? Yo no quiero a nadie debajo de mí, ya estoy bastante abajo. Quiero subir y que todo suba conmigo.
Él: ¡Cállate ya!
Ella: Si no lo entiendes eres tonto. ¡No puedes ganar esta huelga sin mí! ¡No puedes ganar nada sin mí!
(Él levanta la mano, parece que la va a pegar)
Ella: Las viejas costumbres. No vuelvas a hacerlo nunca. Nunca. Me voy a la cama. Duerme donde quieras excepto conmigo.
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