miércoles, febrero 23, 2011

El signo de los tiempos

Cuando los de mi generación queríamos ver cine en la tele podíamos verlo. Y no me refiero a estrenos efímeros, me refiero a CINE. Cuando éramos peques sólo había dos canales pero en esos canales podíamos disfrutar de ciclos de grandes directores, de lo mejor en cada género. La tele, aunque manipulada políticamente, era un servicio cultural y público. Hoy nos venden pluralidad, nos camelan con que tenemos cuarenta canales en la TDT y en realidad sólo tenemos putas, proxenetas, chonis, horteras, porteras, cotillas, domadores de perros, telepredicadores, telecrispadores, gente encerrada en casas o en granjas, adivinas, vendedores de batidoras, estafadores telefónicos… Casi cuarenta canales, y los que vendrán, dedicados a la bazofia día y noche.

Nuestra generación tuvo suerte: los que entonces programaban eran cultos, tenían cierta libertad y sabían de cine. Hoy los que mandan o son unos cínicos de mierda o unos catetos que sólo saben hacer tele para catetos. Y si internet no lo remedia, estos que mandan y sus teles nos procurarán un país de catetos porque las nuevas generaciones no descubrirán, entre otras muchas cosas, las buenas películas.

Si a esto le unimos la perversión de nuestros gobernantes y su interés por un pueblo inculto y desinformado, vamos directos al precipicio. Porque un día un chaval seguirá teniendo que saber quién es Verdi o Machado en la escuela pero no podrá saber, ni en el colegio ni en la tele, quién es Luis Buñuel o John Ford. Y quedarán olvidados, borrados. Y decir, como he escuchado, que eso es “el signo de los tiempos” es una falacia. Porque a nadie en su sano juicio se le ocurriría decir que la obra de Goya o de Shakespeare debe desaparecer o ser ignorada porque es “el signo de los tiempos”.

Es dramático que para las instituciones, esas que se ceban a canapés en los Goya o dan medallitas a nuestros cineastas veteranos, el cine sea un arte de segunda. Es dramático que el arte más popular y masivo, el arte del siglo XX por excelencia, esté siendo enterrado por los “gestores culturales” de turno. Un pueblo que no respeta, cuida y difunde el buen cine es un pueblo bárbaro. Un país que obliga a memorizar el año de nacimiento de Cervantes pero no hace accesible -en la tele, en la calle o en el colegio- la obra de Luis García Berlanga, Igmar Bergman o Billy Wilder es un país indigente y vendido. Y cuidado con no darse cuanta de esto a tiempo. Escrito el domingo 20 de enero de 2011.

8 comentarios:

NAPALM dijo...

Buen artículo. Remato. El fisbur o el twister no van a resolver ningún tipo de problema cultural o social. Para quedar para una manifa o un botellón vale, NADA MAS.

Anónimo dijo...

http://www.youtube.com/watch?v=IFnDvMNHeos

Ese es un enlace genial de Bukowski explicando la peor borrachera de su vida. Está en un parque donde hay un hotel, y explica como a la mañana siguiente de haber bebido vino baratísimo se asomó a la ventana y se encontró a un tio ahorcado. POR CIERTO BUKOWSKI SALE FUMANDO Y BENIENDO UNA CERVEZA EN UN PARQUE PUBLICO. LA PAJIN LO HUBIERA CRUJIDO POR TODOS LOS LADOS.

Anónimo dijo...

NAPALM: Cuando hablo de Internet no me refiero al fisbur o al twister sino a blogs como los nuetros y a otros lugares donde se respera y se recuerda el buen cine. Los hay, pero hay que llegar a ellos. Y como ya imaginas, ideas tuyas y de Mr. Galán han servido de base al texto. Thanks.

Anónimo: Gracias. A Bukowski la Pajín le hubiese empapelado vivo. Grande.

IVAN REGUERA

Frid dijo...

Grande, Iván, muy grande tu artículo y, tristemente, muy cierto también.

Hace unos años coincidí gracias a la Academia de Televisión con uno de esos señores cultos y con libertad de los que hablas, que fue programador de TVE en la gloriosa época de los ciclos cinematográficos de "la estrella es..."... etc.

Pasamos unas tres horas hablando de cine, recordando las pelis que programaban en sus tiempos en la uno y en la dos. El tipo flipó porque, según él, yo sabía muchísimo de cine y pasé gran parte de esas tres horas repitiéndole que, si sabía tanto de cine era en gran parte culpa suya, porque el 90% de esos clásicos que conozco los vi en TVE.

Una pena, la verdad.

Anónimo dijo...

Frid: GRACIAS. La anécdota me encanta.

IVAN REGUERA

napalm dijo...

Ah, la foto genial, de hecho fotograma de la entradilla del cine club de la 2!!! Y aquella musiquilla...laralalá..laralalá...

M dijo...

Muy de acuerdo. Lamentablemente las televisiones privadas pueden hacer lo que les parezca oportuno y por tanto ponen mierda, que es lo que demanda el personal.
Mientras tanto la televisión pública emplea sus recursos en una serie incombustible como cuéntame para mantener unos record de audiencia que no sirven para nada ya que no tienen publicidad que los demande.
En fin.

Sergi San Julián dijo...

Pues yo ya estoy hasta el rabo del mantra de "las privadas pueden hacer lo que quieran".
No, no pueden hacer lo que quieran: no pueden contraprogramar, no pueden emitir según qué en según qué horarios, no pueden insultar, calumniar, etc.
El margen que tienen para emitir sus contenidos es el que la sociedad (nosotros, las leyes, los jueces) les permita. Y ni su puto mercado ni nuestra supuesta libertad de elección debería hacernos olvidar que usan espacios públicos (antes electromagnéticos, y ahora... vete a saber) para poder vomitar su mierda.
Y tenemos mecanismos para frenar su desvergüenza: otra cosa es que no los usemos.