Autor de los guiones de Veredicto final, Los intocables o Cortina de humo, David Mamet es una rareza, porque ser guionista y famoso es una cosa rarísima. En la caída del imperio, en la decadencia final de Hollywood, en los últimos intentos de cine adulto, Mamet fue un guionista cotizado y envidiado. Aunque lo de trabajar en equipo no se le dio bien: “Nunca se me ha dado bien trabajar como empleado, y me resultó difícil adaptarme a un situación en la que ‘porque lo digo yo’ era una explicación insuficiente”.
Mamet, uno de los dramaturgos norteamericanos más influyentes y respetados, tiene dos libritos llamados ‘Writing in Restaurants’ y ‘Some Freaks’, que en España juntó en un mismo volumen Ediciones Versal. En su prólogo Marcos Ordóñez escribe: “De haber nacido treinta años antes, estaría sin duda compartiendo mesa y timba con Ben Hecht y McArthur, y sembrando las paredes del despacho con máximas como ‘Si quiere enviar un mensaje, diríjase a la Western Union, ‘Acción es ritmo’ o ‘El undécimo, no aburrir’”.
Hoy sus libros se leen como un buen blog, con variedad de temas, textos sueltos, estampas, reflexiones, meditaciones, impresiones, primeras aproximaciones a algo complejo… Se disfrutan igual que un blog, que puede ser como escribir en restaurantes.
A finales de los ochenta, cuando pocos se atrevían a hablar de la muerte del cine como lo conocimos, Mamet escribió: “Ahí tenemos la tendencia más bien fascista del cine en el último decenio: P: ¿Qué te ha parecido la película? R: Unos efectos fantásticos. Sí, bueno, ¿y qué? Hitler tenía unos efectos fantásticos. La pregunta que ya no formulamos es: ¿A qué SERVÍAN esos efectos brillantes o fantásticos? Los ‘efectos fantásticos’ han sido la muerte del cine estadounidense. (…) La frase ‘echémosle dinero al asunto’ ha sido la ruina de la televisión, el cine y el teatro profesional. Es el Triunfo de lo General, la celebración del Nada que Decir”.
Añora Mamet los tiempos que no eran, como los nuestros, blandos, fofos, sosos, coñazo, cobardes, seguros. Los libros, las películas, las obras, las series y las personas eran mejores. Hoy, en cambio, hay un “catecismo para nuestra salud mental: aquí nada pasa, nada muy malo ni muy bueno puede sucedernos, estamos a salvo”.
Dos libritos dignos, a veces muy brillantes, llenos de buenas reflexiones sobre la actuación, el cine, la crítica o la industria, y casi todo sin largas parrafadas. Lo bueno, si breve…
Escrito el domingo 25 de octubre de 2009.
martes, octubre 27, 2009
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1 comentario:
Yo tengo una edición de "Una profesión de putas" que incluye "Escrito en restaurantes" y una última parte que es el extracto de un taller para directores de cine en que aprenden a narrar de una forma concisa, intentando controlar elipsis y tiempos y apreciando lo que es la acción del drama en su verdadera dimensión
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