viernes, octubre 17, 2008

La estrategia de Sammy

Fui un pésimo estudiante. Tuve que esperar un año para entrar en la facultad de periodismo porque en la selectividad no me daba la media. Entré por fin en la carrera donde te enseñan a ejercer el “cuarto poder” y la abandoné por puro hastío.

Mi imagen del periodismo en la actualidad es aun peor que la de entonces, porque en aquellos años el sensacionalismo no era una epidemia mundial. Cuando algunas mañanas desayuno con los titulares y los artículos de los diarios digitales, me entran ganas de potar.

Es asqueroso que los llamados “diarios independientes” practiquen tácticas mercantiles para vender más, o lo que en la red se llama “tener más visitas”, que lo entiendo para una casa de putas, pero no para un medio de comunicación que así se quiera llamar. Y esos titulares, y esos comentarios que deja la gente, madre mía…

Ayer, leyendo un gran libro de del que ya les hablaré, Budd Schulberg mostraba una genial parábola sobre el sensacionalismo, las ventas y las “visitas”. En esta parábola, escrita en 1941, nos habla de un trepa de los años treinta que se llama Sammy y vende periódicos. Dice así:

Sammy llegó a casa con un dólar y setenta centavos. Su familia acudió a él volando.

- Sammy, ¿has vendido todos los periódicos? –dijo papá.
- Sí -dijo Sammy-. Hay un tipo en la esquina de enfrente al que le va muy bien porque grita “PUEDE QUE ENTREMOS EN GUERRA”. Yo le pregunto a un compañero si en el periódico viene algo sobre eso. Me dice que no, así que se me ocurre que yo también puedo jugarle a él una mala pasada. Y empiezo a gritar “ESTAMOS EN LA GUERRA”. Dios, deberíais haber visto cómo me los quitaban de las manos.

Escrito la noche del 14 de octubre de 2008.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

No estaremos en guerra, pero para el juez Garzón, como si tal...

Leo dijo...

Bueno, si te sirve de consuelo (que supongo que no) yo tampoco fui un estudiante modelo: sospechaba que nada de lo que iba a aprender en la alienante escuela me iba a servir para una puta mierda y, tal como sospechaba, los años me han dado la razón. Es más: tal como sostienen algunos, la escuela no educa, si no que destruye el cerebro a poco que uno se descuide; y la prueba es que los padres de las hermanas Polgar (ajedrecistas de talento y no precisamente tontas) NO las llevaron al colegio ;-)

También nos valdría como ejemplo lo que dice Matt Stone en Bowling for Columbine. Resumiendo: fracasar en la escuela no implica necesariamente fracasar en la vida, y es posible que a causa de lo primero resulte precisamente lo contrario. "Los tarados del colegio son los que acaban haciendo grandes cosas, mientras que los tíos guays son los que terminan viviendo en Littleton como agentes de seguros" ;-). Y coño, Iván y yo mismo semos ejemplos válidos para ilustrar eso.

Respecto a lo del sensacionalismo y tal paso de opinar, que me entran sarpullidos. Y qué quieren que les diga: mi web sobre el Spectrum, El Spectrum Hoy, lleva contabilizadas 60.000 visitas en siete años, y yo prefiero 60.000 buenas visitas que 600.000 de retrasados mentales como las que recibe, por ejemplo, Periodista Digital. Y si no me creen échenle un ojo a los comentarios de la "gente" en cualquier noticia... :p

IVAN REGUERA dijo...

Ay, Periodista Digital, de los hermanos Dalton, cómo es...

Ese es un diario que ya no leo. Puro sensacionalismo barato. Amarillismo chusco. Un buen ejemplo de la aplicación de la estrategia de Sammy.

Anónimo dijo...

Parece que alguien debería tomar el periscopio y observar algún hecho o institución relevante en el que sea observable alguna mejoría. El cine, el periodismo y los partidos políticos están en franca decadencia. Bien, otras cuatro observaciones.

1) el clasismo decae
2) la libertad personal frente a los corsés católicos también ha crecido.
3) el conocimiento científico crece.
4)las posibilidades de adquirir la información que uno prefiere a través de este mismo medio son asombrosas.

En fin, para que no estemos todo el santo día quejándonos.

IVAN REGUERA dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
IVAN REGUERA dijo...

Francisco: Me pasma tu optimismo. Te envidio.

Creo que Luis Buñuel dijo algo antes de morir que es interesante recordar:

“Las trompetas del Apocalipsis suenan a nuestras puertas. Este nuevo Apocalipsis, como el antiguo, corre al galope de cuatro jinetes: la superpoblación, la ciencia, la tecnología y la información, presentada de ordinario como una conquista, como un beneficio, a veces incluso como un derecho”.

Anónimo dijo...

Comparados con la muerte, la guerra, el hambre (sin el cuarto, del que no me acuerdo) parecen poca cosa.

Los músicos viejos suelen dejar unas últimas obras admirables (Falstaff, la Misa Solemnis)pero las últimas novelas de los grandes son, por lo común, malejas. Creo que es por la siguiente razón. Los ancianos son el colmo del individuo: suman el carácter a la experiencia y ya no hay quien les entienda (casi tan poco como a quienes pretenden que son parecidos a embriones).

La música se entiende sin sentido. No así una novela o una premonición.