lunes, octubre 27, 2008

Pare el autobús

El viernes 19 de septiembre, la Policía Local de Madrid detuvo a un conductor de la línea Madrid-Soria-Pamplona borracho y con pastillas y cocaína entre sus objetos personales. Llevaba a 50 pasajeros. No debe ser nuevo: un amigo, que trabaja de recepcionista en un hotel madrileño, me ha dicho que tiene trato con chóferes que le han confesado que conocen a algunos compañeros que van puestos en el curro. ¿De quién dependemos en un autobús, taxi, tren o avión? Amigos, no tenemos ni puta idea.

Leyendo todo aquello en el periódico, recordé algo que me había sucedido hacía muy poco. Salía de Bilbao hacia Madrid. De noche. Metí mi maleta en el portaequipajes, me fumé el último cigarrillo y le mostré mi billete al chofer. Hasta ese momento, todo normal. Cuando ya estaba sentado por las primeras filas y el bus arrancó, una voz de ultratumba, como si fuese la de un trol, nos gritó a todos los pasajeros: “¡Haremos parada en Lerma! ¡Pónganse el cinturón, es obligatorio!” Era el chofer.

Todavía hay bestias que creen que conducir un autobús es sólo mover un volante de izquierda a derecha, pensé. Pero no le di más importancia. Una hora después, un crío de unos seis años se acercó al trol y le pidió la llave del baño porque la puerta estaba cerrada. El animal, con un desprecio absoluto por uno de sus pasajeros, y encima un niño, le dijo que estaba estropeada. Punto y final. El crío se fue como había venido: meándose o cagándose vivo. Yo no andaba muy bien de vejiga en aquel viaje, pero pensé, y así fue, que podría aguantar sin mear hasta llegar a Lerma, donde puedes comerte su famosos “boladrillos”.

Tras la parada en Lerma, volví a subir al bus. Arrancó y nos pusimos en marcha. Treinta minutos después, miré el reloj y pensé: me queda hora y media hasta llegar a Madrid y me temo que me estoy meando otra vez. Lástima lo del baño, habrá que avisar al trol. Así que me levanté, me dirigí al chofer y fingí que no había escuchado su conversación con el crío.

- ¿Me da la llave del baño, por favor?
- Está estropeado.
- Ya. Pues algo tendrá que hacer, porque tengo que mear.
- Joderrrrrrrrr. Diosssssssss.


Ese, más o menos, fue el sonido que emitió el trol mientras golpeaba el volante con violencia. Me volví a sentar y esperé. Los minutos pasaron, casi media hora, y vi que también pasamos una par de áreas de servicio. Volví a levantarme, ya de malas.

- Oye amigo, o para o me meo en el pasillo de su autobús. Como vea.
- ¡Por favor, vuelva a su asiento! ¡No moleste al pasaje!

La gente empezó a acojonarse. Su numerito sobreactuado era digno de ver.
- No molesto al pasaje, le molesto a usted, que tiene la obligación de parar como la de tener un retrete en condiciones para un trayecto de cinco horas.
- ¡¿Le pone en el billete eso?!

No podía creer lo que estaba oyendo. Fui seco y al grano:
- Pare el autobús.
- ¡¡Que vuelva a su sitio por favor, esto que hace es ilegal!!
- Pare el autobús.

Después de decir esto, el cernícalo pegó una frenada que hizo que yo me fuese directo al cristal delantero del bus. El pasaje se quedó aterrado. Pero, amigos, lo peor de todo, y aquí viene el meollo de esta historia, es que el pasaje se asustó DE MÍ, porque me miraron, créanme, como si tuvieran delante al mismísimo Mohamed Ata in person. Les juro que me dieron tanto asco que me entraron ganas de sacarme la chorra para mearles encima a todos. A todos menos al niño.

Al final, el muy hijo de puta paró. Por mis cojones que paró. Y mee tranquilamente. Me tomé mi tiempo y hasta le di las gracias a aquel asno, porque yo soy un señor y no un pelele que se churra encima porque se lo dice un autobusero chiflado.

Alguien dijo que para que haya amos, hacen falta antes siervos. Pues ese bus estaba repleto de ellos. Por las calles caminan unos cuantos más. En vez de siervos, llamémosles cagones si lo prefieren.

Ah, la empresa de autobuses se llama Continental Auto. Que se sepa.

Escrito la noche del 9 de octubre de 2008.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Joder, tío, qué cosas te pasan

Anónimo dijo...

Joder, eso digo yo.
Pues menos mal que no te tocó nadie chuleta en el pasaje, porque entonces...

IVAN REGUERA dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
IVAN REGUERA dijo...

Dani: Hombre, yo no voy parando autobuses por la vida, pero cuando te churras, pues te churras. ¡Estaría bueno!

Israel: Entonces... me llevan a Guantánamo.

Anónimo dijo...

yo creo que ocurren cosas de estas, anécdotas más o menos substanciosas, cuando realmente le metes narices a esta clase de situaciones. entonces es cuando pasas de ser espectador a ser actor. normalmente -creo que dado el servilismo al que estamos acostumbrados y al que hace Ivan referencia - se acostumbra a salir mal parado y tienes que tenerlos muy bien puestos para que no te acaben mirando como a un marciano.
con un par!!

Leo dijo...

Eso de que algunos conductores conduzcan puestos de algo explicará seguramente el por qué de que algunos vayan por ahí conduciendo un mostrenko de catorce mil kilos como si fuese un turismo... :p

Ya en serio, lo que le pasa a Iván es que es un tipo violento y con mala milk... :p. Yo me he pasado media vida yendo y viniendo de Madrid a Alcalá en buses de la Conti (que es la empresa que gestiona el servicio, al igual que hace con otros muchos servicios regionales del Consorcio de Transportes madrileño), y nunca he tenido problemas con ningún conductor. Más al contrario: son ellos los que han tenido que aguantar a más de un energúmeno descerebrado: conozco el caso de un empleado que se pasó tres meses de baja porque unos rumanos le dieron una paliza un Sábado por la noche, al no permitirles subir porque el bus ya iba sobrecargado. Por supuesto, el ganado que iba en el interior no hizo nada por evitarlo.

En lo que Iván sí tiene toda la razón es en que la gente es gilipollas, pero en eso no descubrimos nada nuevo, me temo...

IVAN REGUERA dijo...

Anónimo: Te acojona el autobusero, el madero, el del banco, el segurata, el funcionario, el camarero... De miles de pequeños miedos estamos hechos. Y así nos va. Y yo no soy Chuck Norris precisamente, pero a veces hay que emular al pobre Michael Douglas en Un día de furia.

Leo: Como dice mi amigo argentino Fede, la gente es estúpida. Pero además de eso cagada. Yo lo vivo desde peque, cuando un día me sacaron de un autobús (en vasquilandia, of course) para quemarlo y la gente se quedó a ver la fogata como si estuvieran en las fallas.

Anónimo dijo...

Ya decía De Gaulle que en general, la población son ovejas. Y tenía razón.