viernes, noviembre 26, 2010

Tercera entrevista: Juan Luis Buñuel

Desde el principio nos dijo que tenía poco que contar en nuestro documental. Aunque el tema estaba claramente relacionado con su padre, él no se veía como buena fuente de información. Aun así aceptó que fuésemos a visitarlo a su casa en París. Fue amable aunque austero en palabras.

Su casa, amplia y limpia, estaba llena de recuerdos: escopetas de caza (afición que le viene de su padre), calaveras (afición que comparte con Jean Claude Carrère), esculturas de hierro o cerámicas firmadas por él, dibujos, pinturas, fotos (una con Catherine Deneuve, a la que dirigió en La mujer con botas rojas), libros y recortes, uno de ellos de El Roto.

Sentado en su sofá, o más bien encajado a él por su generoso abdomen, Juan Luis nos habló de su padre, de su relación con los Estados Unidos (donde vivió con él) y de su carrera, en la que empezó como ayudante de dirección enchufado por apellido y por su correcto dominio de varios idiomas.

Uno de los directores con los que trabajó fue Orson Welles, nada menos. Fue en Don Quijote, película inacabada por el eterno drama de Welles: la falta de pasta. El día en el que se cortó el rodaje por agotarse el presupuesto, Juan Luis se encontró con el director de Ciudadano Kane sentado en un banco y llorando como un crío. “Algún día la acabarás”, le dijo animándolo. Se equivocó.

También nos recordó la anécdota de su padre con Nicholas Ray, quien sentenció, en una comida con Juan Luis y su padre, que Buñuel era un hombre libre, que hacía lo que quería. Y le preguntó: "Buñuel, tú eres el único que hace lo que quiere en el cine, ¿cómo lo consigues?". Y su padre contestó: “Es muy simple: no pido más de 50.000 dólares por película" (y cobraba menos por película). Ray, acostumbrado a atesorar sumas muy superiores en el cine industrial, se quedó pálido al escucharlo y cambió inmediatamente de tema. ¡Ay, la verdadera libertad, cómo acojona!

Acabada la breve entrevista, Juan Luis nos hizo ver imágenes inéditas de una película de Super Ocho rodada en pleno mayo el 68. Banderas rojas, antidisturbios, brazos enlazados, juventud airada… Nadie las ha visto. Ahí estaban Malle, Carrière y toda la panda. Mientras las observábamos con cierta inercia, él nos las comentaba apasionadamente. Con cortesía las vimos, nos levantamos y le dimos las gracias por su tiempo y sus recuerdos. Los guardados en su memoria y los guardados en un Super Ocho pasado a DVD. Siempre le agradeceremos su trato y su ayuda, pero, y él creo que lo supo, no éramos los más adecuados para vibrar con aquellos chicos del 68. Escrito el sábado 20 de noviembre de 2010.

4 comentarios:

Leo dijo...

Jo, cómo mola. ¡Quién estuviese en vuestro pellejo por una vez, cabrones!

Creo que fue JL (y tiro de memoria y por tanto podría equivocarme) el protagonista de esta divertida anécdota-hachazo: durante una fiesta homenaje a su padre en París, un listillo se refirió a Buñuel como uno de los directores franceses más grandes de siempre, y que le hubiera gustado ver a tanta gente rindiéndole tributo. JL se levantó de su silla, y casi sin inmutarse contestó: "Disculpe, pero mi padre era español. Y además odiaba los homenajes".

xD

napalm dijo...

Leo, cómo les gusta a los franchutes empadronar españoles, y la cuestión es que les sale bien. Medio planeta piensa también que Picasso era francés.

Y sí, como dice el apañero Iván, no eramos los más adecuados para vibrar con los chicos del 68. No porque no mitificaramos en tiempos la época, sino más bien por ello. Por haber sido mitificadores de las movidas sesenteras, por ser de espíritu existencialistas, nuestra movida de trinchera nos parecía, creo, en ese momento el colmo de la subersión. Una "boutade", por mi parte. Quizá. Espero que no trascienda.

napalm dijo...

¡AH! ¡Ivan, macho! ¡Deja de cascar tanto del documental, hombre! Que buena parte de misterio se merecen tus lectores.

IVAN REGUERA dijo...

NAPALM: ¡No hay mucho más que contar de momento! Y anda que no nos queda camino...