miércoles, febrero 17, 2010

Agradecida, emocionada…

Al llegar a casa, me he encendido un piti, me he puesto un pelotazo y he encendido el trasto maldito. Salía en la pantalla una señora. Decían de ella que era la madre de Lola Matronas, que no se había acordado de ella al agradecer el premio Yaga a la mejor actriz del año por una película comprometida con los discapacitados. El programa, presentado por Jorge Miguel Blázquez, hacía hincapié en el oprobio: la actriz había dado las gracias a su profe de autoescuela, pero se había olvidado de su madre.

He apagado el trasto, he encendido el portátil y me he puesto a relacionar. Primera relación: las palabras de Berlanga sobre los Yaga. “La fiesta es horrorosa, está mal organizada, mal presentada, mal actuada… en fin, un desastre eterno que dura muchísimo. ¿Cuánto tiempo va a durar este carnaval?”

Segunda relación: ¿Qué habrá dicho Carlos Pumares sobre los premios? Me voy a su video-blog. “Nunca nos dan las gracias a nosotros, que hemos pagado sus películas. Y ya sabemos que todos quieren a sus padres… ¡cuando hay una cámara!”.

Tercera relación: Los Oscars coinciden con Pumares y con Alex de la Iglesia, que mientras pedía en la gala que la gente no saludase a sus familiares, nos daba su tabarra sobre las leyes que le deben proteger, no mirarse al ombligo y ser humildes. ¡Qué cara! El caso es que la ceremonia de los Oscar va a suprimir los agradecimientos y los enviará por Internet. Los ganadores ofrecerán dos discursos: uno en la ceremonia y otro entre bambalinas, grabado para la red. Para las madres.

Cuarta y última relación: David Trueba ha escrito algo interesante en El País:Cuando se va a un lugar público ya hay que salir de casa con el cariño confirmado a la madre, a la pareja y a los niños. Si te entran dudas a mitad de jornada les das un telefonazo. La explosión de cariños privados en escenarios públicos procede de una perversión de los programas del corazón donde se impone sacar a pasear los sentimientos como si fuera un defecto preservarlos para la vida íntima”.

¿Ven? Todo está relacionado. He empezado con los programas del corazón y acabo con ellos. Y sin pretenderlo, se lo juro por Johnny Carson. Y nada más. Gracias a mi portera, a mi madre, a mi padre, a mi hermano, a mi abuela, a mi concuñada, a mi podólogo, a mi dentista, a mi asesor fiscal y a mi gato.

Escrito y publicado la noche del 17 de febrero de 2010.

6 comentarios:

Explorador dijo...

Yo quiero a todo el mundo, en general. Pero no aprovecho que tengo una cámara delante para airear mi filantropía.

De todas maneras, ¿por qué hablar tras un premio?, que tu trabajo hable por ti, y si no tienes nada elegante o interesante que decir, para eso está la palabra "gracias", y a otra cosa.

Unknown dijo...

Algo raro eso de soltar un discurso después de un premio. Mejor como Joe Pesci. Para algunos, que alguien reciba un premio es una excusa para ver su trabajo. Y en este caso, el de muchos académicos que votan sin mirar los trabajos.

IVAN REGUERA dijo...

Explorador: O dices 'gracias' a secas o eres original, que eso es un show. Por ejemplo: el recuerdo que tuvo Jack Nicholson a su ex agente, que dijo que en Hollywood Jack no llegaría nunca a nada. Un lince.

Israel: No se puede ser más conciso. Qué merecido Oscar el de Pesci en Uno de los nuestros...

Electroduende dijo...

Estoy con Trueba, programas rollo Sálvame son capaces de sugerir que la gala la presente Isabel Gemio y en vez de Goyas lleven a las abuelas argentinas de los premiados. Respecto al minuto de gloria, es SU minuto y ni unos ni otros deberían obligarlos a decir u omitir nada. Que les pongan música pa´ echarlos o que cada uno tenga un determinado tiempo pa' explayarse en función de su categoría (no es lo mismo goya al mejor corto de animación que suben 800 que goya a la mejor actriz), lo veo justo. Gracias a mis gatos por ayudarme a dejar este comentario.

IVAN REGUERA dijo...

Bosco: No creo que nadie arregele lo de los momentos de gloria. Una pena.

Natxoman dijo...

Muy bien hilado todo, sí señor