El verano pasado, en una terraza de El Escorial, escuché a tres escritores de éxito parloteando sobre literatura. Siempre me ha llamado la atención el rollo gremial de estos encuentros. Los tres escritores no tenían absolutamente nada que ver entre ellos. Ni su trayectoria, ni sus intereses, ni su estilo. Lo único que les unía era cierto éxito. Quizás grupo editorial.
En mi segunda ronda ahí seguían, dándole al palique sobre SER ESCRITOR, raja que te raja. Sobre escribir, la inspiración, las musas, sus horarios de trabajo, sus manías, sus fetiches, sus referencias, sus maestros... Tuve que cambiar de mesa. No hay nada más coñazo que las reuniones de escritores que sólo hablan de escritura, las de pintores que sólo cotorrean sobre pintura, las de cineastas ensimismados con el cine, las de actores con su oficio, nada más pelma que los “artistas” que sólo hablan de “arte”.
NAPALM está leyendo el libro de entrevistas que Lindsay Anderson hizo a John Ford. Me cuenta que nada más empezar la primera sesión, Ford le advirtió a Anderson: “Si espera que hablemos de ‘arte’ o cosas así, ni lo sueñe”. Cuenta Jean Claude Carrière, guionista de Buñuel, que lo primero que le preguntó el genio de Calanda fue: “¿Le gusta el vino?” Carrière le contestó que por supuesto, y que venía de una familia de viticultores. Los ojos Buñuel se iluminaron. Sus conversaciones iban a ser interesantes. Quizás hasta hablasen de cine.
Conozco a interlocutores preparados para hablar de arte pero a los que les interesa más la vida. Conozco a los que la vida les importa una mierda y sólo hablan de arte. Ya saben con quién prefiero los vinos. Fue Bukowski, que prefería beber solo a compartir barra con un intelectual, quien escribió que “los malos escritores tienen tendencia a hablar de la escritura; los buenos hablan de cualquier cosa menos de eso”. Escrito el sábado 20 de febrero de 2010.
lunes, febrero 22, 2010
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3 comentarios:
El arte de no hablar de arte
"Díme de qué presumes y te diré de lo que careces", dice el sabio refranero español...
Cuentan que cuando "Dos hombres y un destino" se encontraba aún en fase de preproducción, los que iban a ser sus dos protagonistas quedaron en una cafetería (o un restaurante, no me acuerdo bien) para conocerse mejor y así preparar perfectamente sus papeles "hasta lograr que hubiese química entre los personajes". Cuentan que tanto Redford como Newman salieron entusiasmados del encuentro y se hicieron muy buenos amigos: durante el buen puñado de oras en que estuvieron de parloteo, hablaron de todo... menos de la película que iban a hacer juntos.
Los buenos escritores y artistas en general hablan de la VIDA , porque no hay nada más interesante que eso, y de ella se nutren.
Mks.
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