
Cuando uno ve La boda de Rachel, estrenada recientemente, se le queda la misma jeta que cuando un amigo enrollado te pone tres horas del vídeo de su boda. No sabes cuándo coño va a acabar el suplicio.
Jonathan Demme, el de El silencio de los corderos, sigue demostrando que es un director en decadencia y bastante mediocre.
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2 comentarios:
jaja...yo pensé lo mismo...por favor que no sigan con la luna de miel
Nosotras: Por favor, no. Mejor que este señor siga con sus documentales y se deje de dogmas dogmáticos.
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