Como alumno desastre que fui, sigo recordando aquella angustiosa entrega de las notas en el colegio de curas. Aún hoy, me suelo despertar de una pesadilla en la que se repite ese macabro ritual en el aula. Lo hacía siempre mi tutor y alfabéticamente: “Reguera, Iván”. Y me levantaba del pupitre y observaba, aterrorizado, su mirada, teatral y absurda, que decía: “Me has vuelto a decepcionar, Reguera”. Cuando cogía y observaba aquellas calificaciones, los peores presagios se cumplían: no me había absuelto ni el hijo de la gran puta de gimnasia. Me llevaba cinco para casa y un MD, Muy Deficiente. Si hubiese existido el deficientísimo o el inutilísimo también me lo habría ganado.
Aquellas cartulinas verdes con apocalípticas notas, gráficos más deprimentes que los de la bolsa del 29 y demoledores comentarios escritos por tu tutor se entregaban los viernes. Durante la semana siguiente, debías entregar un resguardo recortado de aquella cartulina con la firma de tu padre o de tu madre, lo que significaba que hasta el lunes no enseñaba aquella sentencia en casa y podía pasar mi último fin de semana libre de castigo. Eso, claro, si tu hermano menor, en el mismo colegio, no entregaba sus inmaculados resultados.
Veo en el telediario que un cabrón de Valencia ha puesto la tecnología al servicio de los padres, no de los alumnos, claro. Al menda, que salía todo orgulloso en la tele, el muy mameluco, se le ha ocurrido mandar las notas por mensaje de móvil a los papás en cuanto salen a la luz. Y este capullo se ha cargado, de un SMS, dos tradiciones centenarias: falsificar las notas (conocí a auténticos genios en la materia) o poder pasar el último fin de semana libre. La tecnología, como es habitual, al servicio del opresor, no del oprimido. Enhorabuena, fiera.
martes, diciembre 15, 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
7 comentarios:
Qué post tan bonito, Iván. Me ha encantado. Yo no solía sacar malas notas, pero entiendo perfectamente lo que dices, cómo el niño aprende a aprovecharse de los ángulos muertos, y qué daño está haciendo sin saberlo (que es casi lo peor, su inconsciencia) el que se ha inventado esa chorrada de mandar las notas por móvil.
Este texto contiene un error en el uso del condicional. Se diría: Yo también lo habría ganado.
Ahora muchos colegios tienen algo conocido como : mentorbox. Una página web donde los padres puedes ver si sus hijos tienen deberes, no los han hecho, si han sido expulsados de clase etc... Muy 1984.
Besos
Especies: Gracias. Y pobres chavales, efectivamente.
Natxoman: Gracias también por la corrección, hermanito. Muestra palpable de que tú eras el de las notas inmaculadas.
Buahhh, ya se ha perdido ese momento entrañable, con la adrelania disparada, con mano temblorosa entregando la cartulina con las notas a tus padres, mientras con la otra mano te cubrias la cara por si se escapaba alguna ostia. Si es que estamos perdiendo todas las tradiciones ;)
P.D: Yo tambien conocí a genios de la falsificación, toda una institución en mi clase.
Juan Antonio: Y encima a los papás les llegará el mensaje y dirán que no hay que traumatizar a la criatura. Y contratarán a un especialista en www.ponlefinalascollejas.com.
Yo también fui un mal estudiante. No pésimo, pero sí es cierto que estudiaba lo justo y necesario para aprobar. Y nada más, porque incluso entonces ya era consciente de que poco o nada de lo que estaba estudiando me sería de utilidad en futuro. ¿Alguien de aquí utiliza la trigonometría aprendida en BUP para algo que no sea cagarse en su profesor de mates de entonces? Pues eso ;-).
Ya lo decía Matt Stone (o Trey Parker, que no me acuerdo ahora) en una genial entrevista que Michael Moore le hizo para Bowling for Columbine: Los tarados, la gente "rara" del colegio, aquella de la que todo el mundo se ríe o a la que todo el mundo mira mal, es la que suele terminar haciendo cosas interesantes; los estudiantes modelo "siguen viviendo en Littleton como agentes de seguros". Pues por mí que les follen, por listos :p.
Leo: Grandes, Parker y Stone.
Publicar un comentario