miércoles, febrero 11, 2009

Adiós al padre de los Playmobil

A Hans Beck no lo conocía ni Dios hasta que nos dejó a los 79 tacos. Su gran creación le hará inmortal, al menos hasta que los niños dejen de imaginar con sus juguetes y se pasen al píxel, un día no muy lejano.

Los Playmobil, o los “Famobil”, o los “clics”, nacieron conmigo y con todos los de mi generación. Aun conservo algunos en mi casa, los últimos supervivientes de una infancia que no podría explicar sin ellos. Fueron miles y miles de horas jugando a los “clics”.

Harto de los soldaditos de plomo y de los indios y vaqueros de plástico, Hans Beck ideó un muñeco que no pasase de las tres pulgadas, que cupiese en un puño. Y lo más importante: que sus facciones, su rostro, fuese algo ambiguo: cara redonda, dos puntos negros como ojos, una media luna como boca y una sencilla cabellera.

Toda esa sencillez tenía una explicación: “Son muñecos sin nada que imponga unas reglas de juego. Los niños hacen con ellos lo que quieren y juegan como les da la gana”. Y estas palabras de Beck se cumplían. Las grandes producciones que te podías montar con los Playmobil eran ilimitadas.

En la feria de Nuremberg, capital europea de la industria del juguete, Beck mostró sus muñequitos. Los “clics” no convencieron a los empresarios del sector, pero volvieron locos a los críos que visitaron la feria. Se los llevaban a puñados. El resto es historia.

Gracias por su genio, Mr. Beck.

Artículo relacionado: GRACIAS FAMOBIL.

Escrito el sábado 7 de febrero de 2009.

11 comentarios:

Anónimo dijo...

A mi me compraron el barco pirata y me hizo una ilusión tremenda... Descanse en paz el inventor de bendita infancia

IVAN REGUERA dijo...

Dani: Diioosssss, a mí NUNCA me regalaron el barco. Y mis vecinos lo tenían... Y yo los odiaba... Pero no estoy tra tra trau... traumatizado, ¿eh?

Leo dijo...

Una pena lo de este hombre, desde luego. Y su historia demuestra nuevamente la estulticia cereblar de muchos empresarios. Tanto máster y tanta hostia en verso pa luego ná, excepto para arramplar pasta mezquinamente, claro. Esa chusma debería haberse dado una vuelta por la expo que el año pasado se organizó en Madrid, y que cientos de personas se quedaron sin poder visitar porque la ENORME afluencia de visitantes se lo impidió.

Reitero lo que te comenté en su día en el post que enlazas: yo he sido más de videojuegos desde muy jovencito, pero también jugaba con clicks de mi hermano de cuando en cuando.

Lo que daría por dejar para la posteridad un invento así. Y por forrarme con él antes de palmarla, por supuesto ;-).

IVAN REGUERA dijo...

Leo: Forrarse y pasarlo teta, que envidia...

Anónimo dijo...

jaja...un genio de verdad. Madre mía lo que daban de si los clic, por tan poco dinero. Yo les hacia casas y ciudades en los árboles del jardín; o los ponía a navegar por el cesped...

Eso es hacer el bien, y no lo de esos otros, empresarios con master, que aparecen rapidamente allí donde se trata de "arramblar la pasta" que otros crean por ellos. Por ejemplo, los bancos, los políticos la telefónica etc...

IVAN REGUERA dijo...

Manuel: Las posibilidades era alucinantes. Yo recuerdo hasta meterlos en el congelador en plan expedición perdida y la lógica bronca materna al sacar las barritas de merluza y encontrarse con mis 'clics' en plan Kurt Russell en La Cosa.

Y, efectivamente, nada tiene que ver el lucro y mamoneo empresarial de tantos con el goce personal de este buen Gepeto del siglo XX.

Anónimo dijo...

Claro, era una expedición al polo...genial.

especies dijo...

Yo jugaba muchísimo a los clics. Tampoco tuve el barco pirata, lo tenían mis primos. Yo tuve una cosa rarísima, que era la unidad móvil de televisión de los clics. Quizá por eso acabé en esa facultad. Ahora que lo pienso, más me valdría haber tenido el barco pirata. Ahora estaría navegando por Las Antillas.

IVAN REGUERA dijo...

Especies: JAJAJAJA. Yo tuve el castillo, y vivo en un miniestudio alquilado...

Awake at last dijo...

Cuando quieras te llevo a la fábrica que tenemos aquí en Onil, :-D

Mks.

IVAN REGUERA dijo...

Awake: ALAAAAAAAAAAAAAAA. Cuando me baje pallá me acordaré de esta proposición decente.